Chuparse el dedo es una conducta habitual y fisiológica en los bebés y niños de corta edad; pero cuando este hábito se prolonga en el tiempo puede originar complicaciones, por lo que es necesario corregirlo a tiempo.
Si tu hijo todavía se chupa el dedo, es importante actuar antes de la aparición de la dentición definitiva, a los 6-7 años, para evitar que surjan las complicaciones descritas en el punto anterior.
La actitud de los padres es muy importante y, ante todo, nunca se debe recriminar al niño en público ni ridiculizarlo para no minar su autoestima. Debemos recordar que es un hábito que ha adquirido desde la etapa intrauterina y ponernos siempre en su lugar. Posiblemente no sea suficiente con decirle repetidamente que no se chupe el dedo, ya que eso puede aumentar su ansiedad y perpetuar aún más la práctica.
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Algunos consejos útiles para ayudar a tu hijo a dejar de chuparse el dedo son:
Hablar con él con una explicación sencilla y que sea acorde a su edad. Hay que encontrar un momento que sea adecuado en el que el pequeño esté tranquilo. Las situaciones que suponen grandes cambios en la corta vida del niño, como el inicio del curso escolar o la llegada de un hermanito, no son los más propicios.
Sistema de recompensas: es un sistema sencillo que puede dar grandes resultados. Se fijan pequeños objetivos diarios o semanales, a corto plazo, que merecen una recompensa si son conseguidos (una pegatina, un pequeño juguete…). Progresivamente se puede ir aumentando el nivel de exigencia, consiguiendo que tu hijo se sienta orgulloso y satisfecho de alcanzar sus objetivos. Así se consigue cambiar la conducta y mejorar la autoestima.
Terapia de distracción: muchas veces los niños se chupan el dedo cuando están cansados o aburridos, por lo que encontrar maneras alternativas de que se distraiga y olvide por unos minutos su hábito, puede hacer que poco a poco desaparezca.
Terapia de la sustitución: si se chupa el dedo porque tiene sueño o porque le cuesta conciliarlo, se puede introducir la figura de un muñeco o peluche que le acompañe y sea su nuevo compañero de juegos.
Los métodos clásicos caseros, como poner sustancias amargas en el dedo, cintas, guantes, etcétera, pueden utilizarse si el niño está de acuerdo. En la mayoría de los casos, sin embargo, lo interpretarán como un castigo, lo que aumentará su miedo y reforzará su conducta (incluso chupándose el dedo de la otra mano).
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Cuando el problema de chuparse el dedo persiste más allá de los 5 años es recomendable consultar con el pediatra o con el psicólogo infantil, que considerarán derivarlo al logopeda y al odontopediatra si la situación lo requiere.