El egocentrismo infantil
Por: Álvaro Saiz
Psicopedagogo y maestro de educación infantil
Actualizado: 28 de junio de 2022
¿A tu hijo no le gusta nada compartir sus cosas con otros nenes? ¿Con demasiada frecuencia pronuncia la frase “es mío”? Entender por qué se comporta así es la primera parte del trabajo que debemos hacer para no caer en errores tan habituales como etiquetar al niño de caprichoso, o pensar que es una fase y que “ya se le pasará”, dejando que autorregule solo su propia conducta, sin el control de un adulto. La edad tiene mucho que ver, veamos cómo suelen actuar en cada etapa y por qué.
El pedagogo Jean Piaget consideraba que entre los tres y los seis años los pequeños tienen una serie de características preconceptuales entre las que destaca el egocentrismo, se considera como el centro del mundo y todo está orientado para su propio beneficio, por lo que no existen los demás y, por tanto, no debe compartir nada con ellos puesto que todo está dispuesto para él.
Etapas por las que pasa el niño a la hora de superar su egocentrismo
Conseguir una conducta social adecuada es un proceso que comprende tres momentos diferentes. En primer lugar está la fase de descubrimiento donde el crío ve cómo es su sociedad y aprende aquello que ve. Es decir, si los comportamientos que le trasmitimos son de egoísmo e individualismo, seguirá nuestro ejemplo. Este es un motivo por el cual, a veces, la conducta resulta antisocial.
En la segunda etapa, conocida como la de la vinculación es cuando surge la amistad y el apego. El reputado psicólogo Paul Osterrieth afirmó que hasta los cinco años los niños no alcanzan una etapa que denominó de ‘juego asociativo’, que es cuando empiezan a interactuar en el juego, aunque de manera desorganizada (antes de esta etapa juegan en paralelo). Esto supone que antes de esa edad no sienten la necesidad de compartir porque no entienden el juego como algo con un fin común; por tanto, cualquier juguete que necesiten para su actividad es únicamente para ellos, ya que los demás no participan realmente en el juego, más allá de poder ser simples marionetas para el otro.
Igualmente, este experto afirma que entre los seis y los siete años se da la fase del ‘juego reglado’, donde ya existe la cooperación y donde se consigue que se comparta por el bien común que es el juego.
Por último está la fase de aceptación, en la cual el niño ya ha aprendido las adecuadas habilidades sociales. Estas conductas son aprendidas a través de mecanismos de instrucción, refuerzo positivo, imitación, preparación y práctica. Este es el objetivo al que debemos llegar.
Henri Waloon, otro de los grandes autores sobre pedagogía infantil ahondó en esto al afirmar que entre los tres y los seis años los críos están en el ‘estadio del personalismo’ donde pasan por diferentes etapas entre las que está la oposición a las pautas sociales establecidas como forma de rebeldía para reafirmarse como ser individual. Más adelante alcanza el ‘estadio de la socialización’ y ya cumple el patrón conductual del que también habla Osterrieth.
Creado: 7 de enero de 2014