Dermatitis atópica
La dermatitis atópica es una afección crónica de la piel, que afecta sobre todo a niños pequeños, en la que se alternan etapas de mejoría con otras en las que los brotes son frecuentes. Te ofrecemos recomendaciones para minimizar las molestias que ocasiona.

Qué es la dermatitis atópica y causas

Por: Sergio García Escrivá

Licenciado en Farmacia

Actualizado: 12 de septiembre de 2024

La dermatitis atópica (DA), más comúnmente conocida como eccema, es una alteración de la piel que suele aparecer en bebés o niños pequeños, y que puede prolongarse hasta la adolescencia o, incluso, entrada la edad adulta. Su síntoma principal es el picor o prurito que puede llegar a ser muy intenso y molesto, por lo que los afectados se rascan de manera frecuente, un problema que además se acompaña de dolor en la piel, dificultades para dormir e incluso infecciones cutáneas.

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Es una condición de tipo crónico y hereditario; es decir, si alguno de los padres presenta eccemas, asma, conjuntivitis o rinitis alérgica, es más probable que el niño presente eccema durante su vida.

Esta enfermedad sistémica inmunomediada crónica e incurable tiene un efecto debilitante en el 20% de los niños en todo el mundo, y en el 2 al 10% de los adultos, y afecta a varias áreas de la vida del que lo padece y de sus familiares. Se estima que más de 230 millones de personas en todo el globo padecen dermatitis atópica. Cada 14 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Dermatitis Atópica.

La dermatitis atópica tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de los niños y adultos que la sufren. Así por ejemplo puede llegar a alterar y perjudicar la calidad del sueño, lo que conlleva que al despertar el afectado se muestre más irritable, algo que, sobre todo en niños, e incluso presentar falta de atención en los momentos de picores más severos, todo lo cual puede derivar en problemas conductuales, mal comportamiento o falta de habilidades sociales.

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Pero en los padres tiene su efecto colateral, no sólo porque pueden tener problemas con los niños a la hora de evitar que se rasquen continuamente, sino que se trata de una situación que también supone impotencia, agotamiento, estrés e incluso ausencias laborales.

Hay muchas sustancias y condiciones que pueden actuar como desencadenantes de un primer episodio, o como agravantes, en caso de que la persona presente una dermatitis en ese momento. Algunos de estos factores son: otras alergias, sustancias irritantes para la piel (lana, detergentes…), estrés, cambios bruscos de temperatura, o que esta sea muy alta o muy baja, y bacterias que pueden producir infecciones secundarias en las lesiones.

En los últimos años, se han logrado avances significativos en el tratamiento de la dermatitis atópica, especialmente con la incorporación de terapias biológicas. Estas terapias se enfocan en intervenir de manera precisa en las vías inmunológicas responsables de la inflamación y los síntomas característicos de la dermatitis atópica.

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Dermatitis atópica

Causas de la dermatitis atópica

La dermatitis atópica es la manifestación cutánea de la atopía; es decir, la predisposición de ciertas personas a sufrir de condiciones producidas por la inmunoglobulina E (IgE). Es decir, en personas con predisposición genética, el sistema inmunológico tiende a reaccionar de manera exagerada frente a estímulos que en otras personas no causarían una respuesta tan intensa. Este tipo de reacciones se manifiestan en la piel en forma de inflamación crónica. El mecanismo involucrado es complejo. La IgE es una molécula del sistema inmune, cuya función es activar unas células llamadas basófilos y mastocitos cuando el sistema inmune del paciente detecta alguna de las sustancias que le producen alergia; o en ciertas infecciones. 

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Los basófilos y mastocitos, tras ser activados, liberan una sustancia: la histamina, responsable final de todos los síntomas de la alergia: picor, inflamación, dolor… y que, en función de la zona del cuerpo en que ocurra, producirá síntomas más concretos como estornudos, picor de garganta o de ojos, disminución del diámetro de las vías respiratorias… Cuando el ataque es muy fuerte y se compromete la vida del paciente, se conoce como shock anafiláctico.

En la dermatitis atópica se producen una serie de manifestaciones en la piel mediadas por la IgE, lo que hace que se libere la histamina y se produzca el picor, el enrojecimiento y las erupciones que acompañan a la dermatitis atópica. No obstante, aunque medie la IgE, la dermatitis atópica no es una alergia a ninguna sustancia o alimento. Simplemente, el paciente es más propenso a sufrir los síntomas que acompañan a unos niveles de IgE más elevados; o a que esta reaccione más fácilmente con las células (está descontrolada).

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Por otro lado, factores ambientales también juegan un papel clave como decíamos. Climas fríos, contaminación, productos químicos irritantes, y el contacto con ciertos alérgenos pueden empeorar los síntomas. El estrés emocional y los cambios hormonales también pueden influir.

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