El uso de oxitocina artificial en medicina para inducir el parto es una práctica muy habitual que no suele conllevar complicaciones en la gran mayoría de los casos. Aunque lo más natural y lo más seguro para la madre y el bebé es el parto espontáneo, en ocasiones es necesario inducir el parto porque hay algún factor que pone en peligro la salud de la madre o del bebé.
Por todo ello siempre que se indique un parto inducido habrá que sopesar los riesgos y beneficios para optar por la actuación más segura para los dos. Y es que, el uso de oxitocina sintética, como todo fármaco, implica una serie de complicaciones que hay que tener en cuenta para poder prevenirlas. Es por ello que toda inducción con oxitocina se realizará en un medio hospitalario y con una vigilancia estrecha que permita detectar cualquier tipo de complicación.
Riesgos del uso de oxitocina artificial en el parto
Entre los riesgos más importantes del uso de oxitocina artificial se encuentran:
- Hiperestimulación del útero: aparición de contracciones muy frecuentes (más de 5 en 10 minutos) o de larga duración (más de 60 segundos), que podrían ser perjudiciales para el bebé. Suele ocurrir por usar dosis altas de oxitocina.
- Rotura uterina: es muy poco frecuente, pero hay que tenerla siempre en mente por su gravedad. Son más susceptibles aquellas mujeres con cicatrices uterinas por cesáreas o intervenciones quirúrgicas previas.
- Alteraciones cardiovasculares por disminuir la contracción del corazón o producir hipotensión. Son poco habituales.
- Acción antidiurética, es decir inhibe la diuresis, lo que puede provocar una intoxicación acuosa si se usa a altas dosis. Suele reconocerse por la aparición de náuseas, vómitos, e incluso convulsiones.
Contraindicaciones del uso de oxitocina artificial en el parto
Las contraindicaciones para el uso de oxitocina artificial son:
- Hipersensibilidad al fármaco como en cualquier otro medicamento.
- Situaciones en las que no esté indicado un parto por vía vaginal: placenta previa (cuando ésta ocluye todo el cuello del útero), mala posición del bebé que impida un parto vaginal, desproporción pélvico-cefálica, prolapso de cordón (cuando el cordón se encuentra desplazado hacia abajo en la vagina, antes que el cuerpo del bebé), parto múltiple, o antecedentes de cirugía uterina.