Ibone Olza
19 de octubre de 2017
Ibone Olza, doctora en Medicina, psiquiatra infantil y perinatal, y profesora asociada de la Universidad de Alcalá, lleva años trabajando en diversos proyectos de salud relacionados con la mujer y con la maternidad. Cofundadora en 2001 del foro Apoyo Cesáreas, y en 2003 de la asociación el Parto es nuestro, ha publicado multitud de artículos científicos y ha colaborado en varios libros y publicaciones especializadas. Autora de 'Lactivista' (OB STARE, 2013), en el que recoge reflexiones sobre lactancia materna, acaba de publicar 'Parir. El poder del parto' (Ediciones B, 2017) – con prólogo imperdible de Iciar Bollaín–, un texto en forma de ensayo en el que analiza el proceso de parto desde una perspectiva histórica y social, adentrándose en el imaginario colectivo, pero también rompiendo mitos y ofreciendo información veraz y actualizada apoyada en la neurociencia. Hablamos con ella sobre su particular visión del poder del parto, una mágica y mitificada vivencia, que ella misma ha podido vivir de cerca gracias al acompañamiento a lo largo de muchos años a mujeres en sus embarazos y pospartos (“Parimos como vivimos”). Un canto al maravilloso poder de las mujeres, y una llamada de atención a la necesidad urgente de poner fin a la violencia obstétrica para que “todos los que nazcan puedan ser recibidos sin violencia, con amor”.
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¿Cómo surge la idea de 'Parir'? ¿Qué te ha llevado a escribir este libro?
El libro surge del deseo de compartir mi mirada hacia el parto, fruto de años atendiendo a embarazadas y puérperas e investigando sobre este proceso. Me parece importante difundir esta perspectiva del parto desde la neurociencia, porque confío en que servirá para tenerle menos miedo al parto y, en última instancia, para mejorar la atención a este momento precioso e irrepetible.
Dices que descubrir hasta qué punto “el parto puede ser intenso y maravilloso” es algo que no aprendiste en la facultad de Medicina; por aquel entonces la percepción imperante era la de que el parto era algo peligrosísimo, mecánico, muy aséptico. Tú visión y la de otros profesionales ha cambiado mucho desde entonces pero, ¿está cambiando también esa concepción en las facultades de medicina?
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La verdad es que está siendo un cambio mucho más lento de lo que nos gustaría a los que trabajamos para ello. Parte del problema es que el parto lo tienen que atender las matronas, porque ellas son las verdaderas expertas en el parto normal, y los obstetras solo deberían intervenir cuando hay complicaciones. Probablemente esto se esté enseñando mejor en la formación de las futuras matronas que en la de los futuros obstetras.
Las matronas son las verdaderas expertas en el parto normal, y los obstetras solo deberían intervenir cuando hay complicaciones
La experiencia del parto, según cuentas en el primer capítulo del libro, está muy influida por la cultura. ¿Qué es para ti un parto “normal”?
Efectivamente, el de normalidad es un concepto cultural y social, todo depende de con qué se compare. No creo que sea necesario definir qué es lo normal, sino lo fisiológico, lo que la naturaleza ha previsto y que es resultado de millones de años de evolución. Lo importante es conocer a fondo la fisiología y sólo intervenir cuando los beneficios de hacerlo superen con creces los riesgos.
Lo importante es conocer a fondo la fisiología del parto y sólo intervenir cuando los beneficios de hacerlo superen con creces los riesgos
Nuestras propias experiencias personales con respecto al parto, ¿nos hacen vivir las experiencias posteriores de manera más consciente? ¿Nos empoderan?
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Depende de cómo hayan sido las experiencias en el parto y el apoyo posterior; es decir, si se respeta y se cuida a la parturienta en todo momento, lo más probable es que así sea, que se salga reforzada y fortalecida. Los estudios señalan que ese empoderamiento se produce en mujeres que tuvieron partos fisiológicos con cuidados de matronas expertas. Es un sentimiento de poderío, de sentir que si hiciste ese recorrido eres capaz de cualquier cosa y, sobre todo, de criar a tu bebé. La otra cara de la moneda es que si el parto fue traumático se puede salir herida, vulnerable, debilitada…
Si el parto fue traumático para la mujer, puede salir herida, vulnerable, debilitada…
Violencia obstétrica en el parto
La mujer se vuelve muy vulnerable durante el proceso de parto y cuando se producen malas prácticas durante el mismo quedan grabadas a fuego como si de una “película de terror” se tratara. ¿Cómo definirías la violencia obstétrica?
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La falta de respeto y el maltrato a la parturienta, a su cuerpo, a su bebé, durante el parto. Violencia obstétrica es ignorar las peticiones de la parturienta, ningunearla, tratarla como a una niña pequeña, no permitirle estar acompañada por quien ella quiera, y también hacer intervenciones innecesarias que dañan y ponen en peligro a madres y bebés: como cesáreas innecesarias, episiotomías, separar al recién nacido de su madre sin que haya una urgencia médica, y cosas más difíciles de percibir como que te digan que hay que inducir el parto por una causa cuando la verdadera razón es que el médico se va de vacaciones o de puente, y no le conviene esperar a que te pongas de parto de madrugada…
¿Hablamos de violencia de género cuando hablamos de violencia obstétrica?
Sí, claro. Yo creo que la violencia obstétrica es una forma extrema de violencia de género, ya que se ejerce sobre la mujer en el momento de máxima vulnerabilidad en su vida, donde se encuentra muy expuesta a nivel sexual, y encima son profesionales de la salud los que la ejercen; es gravísimo. Esto hay que analizarlo teniendo en cuenta la misoginia de la medicina, y que los orígenes de la obstetricia se remontan a la quema de brujas en la hoguera, brujas que en muchos casos eran parteras expertas. Hubo toda una lucha por el poder en el parto porque había un negocio. La entrada de los médicos y de los cirujanos en la atención al parto supuso en gran medida negar la dimensión sexual y psicológica del parto.
La violencia obstétrica es una forma extrema de violencia de género, ya que se ejerce sobre la mujer en el momento de máxima vulnerabilidad en su vida
En noviembre de 2014 nacía de la mano de la asociación El parto es nuestro, el Observatorio español de la violencia obstétrica (OVO), un organismo del que has formado parte compuesto por un equipo multidisciplinario especializado en violencia obstétrica y salud perinatal, con el objetivo de denunciar públicamente las malas prácticas. Tres años de trabajo después, ¿qué sensación tienes del camino andado?
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Se ha avanzado en el reconocimiento de la violencia obstétrica y la aceptación del concepto. El Parto es Nuestro lleva luchando contra esa violencia desde su fundación en 2003, sólo que entonces no lo llamábamos así, hablábamos de maltrato en el parto. El nuestro ha sido el primer OVO, tras lo cual han surgido otros en países como Italia, Portugal o Chile, y se ha creado el Inter-Ovo que aúna todos estos observatorios nacionales; es muy importante mantener la visión conjunta, ya que la violencia obstétrica es un problema global que ha sido reconocido por la OMS.
La entrada de los médicos y de los cirujanos en la atención al parto supuso en gran medida negar la dimensión sexual y psicológica del parto
Desde el Observatorio se han recogido miles de testimonios de mujeres a lo largo de estos años, sin embargo, en España no hay datos “oficiales” que muestren la incidencia de prácticas desaconsejadas o dañinas. ¿Ocurre que hemos normalizado tanto la violencia obstétrica que hay “protocolos” o actitudes paternalistas que nos parecen “normales”, “necesarios”?
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¡El problema es que hay una enorme falta de transparencia! Y no ha habido voluntad política de cambiarlo. Es casi imposible saber los indicadores obstétricos de cada hospital o servicio, así que puede haber unas diferencias enormes de un hospital a otro, y la usuaria no saberlo. Es clave facilitar que esos indicadores sean públicos, también en la medicina privada, porque si te vas a poner en manos de un ginecólogo que tiene un 50% de cesáreas deberías al menos saberlo.
Existe una enorme falta de transparencia en los hospitales, si te vas a poner en manos de un ginecólogo con un 50% de cesáreas deberías saberlo
Acompañamiento en el parto y entorno seguro
Explicas que el acompañamiento en el parto es un fenómeno universal, y hablas de él como un “evento social” más que solitario, a través del cual se busca el apoyo emocional.
Sí, el papel de la matrona seguramente tenga mucho que ver con facilitar que la parturienta alcance ese estado alterado de conciencia y permanezca ahí sin ser molestada. Y en prácticamente todas las culturas primitivas las mujeres paren acompañadas de otras mujeres, son muy pocas las culturas donde dan a luz solas, y nunca en el primer parto. Seguramente eso también hable de que para criar a un bebé se necesita una tribu, desde el mismo nacimiento.
¿Nos hemos olvidado de que podemos parir y que somos nosotras las que debemos hacerlo? Me da la sensación de que esperamos que nos “paran”.
Si, así es. Esto tiene que ver con los mensajes que desde niñas recibimos sobre nuestros cuerpos. No aprendemos a celebrar nuestra sexualidad ni nuestros cambios, crecemos sintiéndonos feas o gordas según los cánones culturales, y desconocemos que nuestras curvas, nuestras caderas, nuestros pechos, son perfectos para disfrutar, criar y parir.
En una entrevista que le hicimos a Soledad Carreguí, matrona del Servicio de Partos en el Hospital de la Plana en Villarreal y experta en humanización del parto, nos decía que se debería tomar en serio la posibilidad de sacar el parto del hospital utilizando un modelo que existe en otros países que son las casas de nacimientos, en las que se mantienen todos los requisitos de seguridad, pero ofreciendo un ambiente más cercano al de un hogar. ¿Qué opinas?
Claro que sí, lo que dice Soledad Carreguí ya está totalmente avalado por la evidencia científica, y demostrada su seguridad. Lo importante es comprender que la mayoría de los partos los deberían atender solo las matronas, en entornos que respeten la necesidad de intimidad y seguridad que requieren las madres.
Son muy pocas las culturas donde las mujeres dan a luz solas, y nunca en el primer parto
De veinte años hasta hoy. ¿Cómo ha cambiado la atención al parto en España?
Mucho. El trato vejatorio que se daba en muchos partos hace décadas ya casi no se da. Las formas han cambiado, y muchos profesionales se están reciclando y revisando sus prácticas para cuidar mejor a las madres; han disminuido las tasas de cesáreas y episiotomías. Pero aún queda mucho por mejorar, especialmente en la sanidad privada.
Dedicas el libro “a todas las personas que luchan por un parto seguro y respetado y un nacimiento sin violencia”. Dices que queda mucho por hacer, especialmente en la sanidad privada. ¿Tanto?
Aún queda camino. También falta por comprender que para poder cuidar hay que estar muy bien. Es decir, que es importante cuidar las condiciones laborales de matronas y obstetras y del resto de profesionales que atienden el parto, que tengan espacios donde poder mirarse a sí mismos, y tratar también sus propios traumas o sufrimiento relacionados con su trabajo, para poder acompañar en condiciones óptimas a las madres y a sus hijos.