Samanta Villar

Periodista, presentadora y autora del libro 'Madre hay más que una', un relato sobre la aventura de ser madre
La televisiva periodista Samanta Villar, que alcanzó la fama con 21 días o Conexión Samanta, desvela su particular visión de lo ‘que nadie te cuenta de la maternidad’ en su desmitificador libro 'Madre hay más que una'.
Samanta Villar, autora de Madre hay más que una

La televisiva Samanta Villar, que alcanzó la fama con 21 días o Conexión Samanta, desvela su particular visión de lo ‘que nadie te cuenta de la maternidad’ en su libro 'Madre hay más que una'. Foto Marina Vilanova.

“Se tendría que pagar un salario a las madres y los padres que crían a sus hijos, porque el sacrificio y la dedicación que requiere es bestial”

9 de febrero de 2017

Convertirse en madre ha supuesto una auténtica revelación para Samanta Villar, periodista y presentadora de '21 días' (2008-2010), 'Conexión Samanta' (2010-2016) y '9 meses con Samanta' (2016). No ha sido un descubrimiento de tipo emocional, tampoco ha encontrado Samanta a través de la maternidad cuál es su “prioridad” en la vida. Ha sido, más bien, el encuentro con una realidad que no era la que esperaba, marcada por la desmitificación de lo que hasta el momento ella pensaba que era “esto de ser madre”. Para mostrarnos el lado más difícil, “ese que nadie te cuenta”, ha escrito 'Madre hay más que una' (Editorial Planeta), un libro en el que a lo largo de casi 300 páginas la autora plasma de forma sincera cuál ha sido su propia y reveladora experiencia. Con sus luces, pero también con sus sombras, esas sombras que a veces se ocultan en el relato idílico de la maternidad.

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Portada 'Madre hay más que una'

El camino hasta llegar a ser madre ha sido largo y no exento de sorpresas. Ahora, con la perspectiva de los años, ¿cómo sientes el proceso?

Bueno, el proceso fue más largo de lo que esperaba y también diferente a cómo lo imaginaba, porque realmente yo lo imaginaba de mis propios óvulos; pero más allá de eso, me parece que no ha cambiado mucho mi percepción. Yo he intentado que fuera lo menos duro posible y, aunque es cierto que me hubiera gustado no ser madre a los 40, sino serlo antes creo que hay cosas más graves en la vida.

Está claro que la vida nos cambia completamente cuando nos convertimos en madres. En el plano más emocional, ¿te ha transformado como persona convertirte en madre?

No. Esto que he oído muchas veces de “ahora sé cuál es mi prioridad” y cosas por el estilo, yo ya lo había descubierto antes de ser madre. Por mi trabajo había entrado en contacto con realidades muy duras que ya me habían hecho abrir los ojos a qué es lo verdaderamente importante: las personas a las que quieres y la salud. Si tienes estas dos cosas, todo lo demás es secundario. Tener a mis hijos es reafirmar eso; lo que quiero es tener a las personas a las que quiero cerca, entre ellas mis hijos, y poder vivir el máximo tiempo posible con salud y con alegría. Lo de la alegría ya nos lo gestionamos cada uno pero la salud…

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¿Qué es lo que más te ha sorprendido de la experiencia?

Lo que a mí me ha sorprendido es la poca información que me había llegado sobre los aspectos más difíciles de la maternidad. Con difíciles no me refiero a esas quejas que muchas madres pueden tener acerca de sus hijos, sino a aspectos más profundos. Yo nunca hubiera imaginado que se puede llegar a estar tres años sin dormir, ni que se podía llegar al dolor por agotamiento físico, a mí nunca me había pasado esto antes, o que se deterioraran tus relaciones personales porque estás agotada e irritable. Sí que te dicen que hay momentos duros pero duro me parece un eufemismo, realmente es infernal (risas). Lo digo entre risas porque desde luego no es literalmente un infierno pero ¡ostras! Puede ser una de las experiencias más negativas en muchos aspectos de tu vida. Si has tenido una vida plácida y de repente te das cuenta de que te duelen los huesos y que tienes que seguir levantándote… ¡Uf! Eso es ser madre también. Así que lo que más he aprendido es eso, todos los aspectos negativos que no me habían contado con los detalles que yo creo que describen la realidad. Por eso he insistido yo en eso. La gente se cree que solo lo vivo así. Y no, la parte maravillosa también la vivo, pero esa no la cuento porque ya la sabe todo el mundo.

Me ha sorprendido la poca información que me había llegado sobre los aspectos más difíciles de la maternidad

Con 'Madre hay más que una' buscas ofrecer una visión honesta sobre la maternidad. ¿Crees que lo has logrado o haría falta un segundo libro?

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En esto de la maternidad cada año es una vida. Se pueden hacer infinidad de libros hasta que te mueres sobre el tema (risas). Sobre la crianza, la educación, el acompañamiento… Y esto me dicen que no se acaba nunca. Y yo me pregunto, ¿pero en serio tienes un hijo de 50 años y sigues sufriendo por él? Es algo que me sorprende mucho y que antes pensaba que era una exageración, pero ahora que estoy dentro me doy cuenta de que no. ¿Lo haré yo también? No tengo ni idea.

¿Por qué crees que tendemos a idealizarla?

En todos los temas en los que están involucradas la mujer y la sexualidad hay un discurso ya predeterminado de cómo se tiene que vivir. Y en ese discurso hay un refuerzo muy positivo de una opción. En el tema de la maternidad el axioma es: “ser madre es lo mejor que te va a pasar en la vida”. Y entonces está idealizada porque todas las mujeres que coinciden en su vivencia con ese relato lo cuentan públicamente, con lo que se refuerza más esa idea. Sin embargo, las que no lo viven así no lo expresan públicamente porque quedan estigmatizadas. Así es como funciona la idealización. Abundan los mensajes de refuerzo positivo y escasean los que lo asocian a una visión negativa.

En todos los temas en los que están involucradas la mujer y la sexualidad hay un discurso ya predeterminado de cómo se tiene que vivir

A ser madre, ¿se aprende?

Efectivamente, creo que a ser madre se aprende. Esa frase de “Como madre lo sabrás” me parece entre idealista y malintencionada, no sé cual de las dos. Como madre lo sabrás, no. Estarás muy despistada, sobre todo al principio, y como madre improvisas, cometes errores, aprendes… Como en cualquier otro aspecto de la vida.

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No sé si conoces el libro de Carolina del Olmo 'Dónde está mi tribu', en el que habla de la falta de apoyo cuando te conviertes en madre. ¿Crees que influye la falta de “tribu” en la forma de vivir la maternidad?

Sin duda. Aunque yo también tengo mis dudas. Porque si en mi casa viviesen mis padres, mis hermanos, mis cuñados… ¿Sería eso más fácil? (risas) Me río porque me imagino el follón. Obviamente la tribu ayuda mucho para que una pueda descansar, pero también es verdad que hay cosas como la lactancia que son actos muy individuales. Y en eso no te puede ayudar nadie. Al final eres tú todo el tiempo. Es complicado. Ahora, para el resto de temas sí, pero hay determinadas cosas que solo puede hacer la madre, por desgracia o por fortuna.

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La conciliación de las madres trabajadoras

La conciliación es otro de los caballos de batalla de la maternidad. ¿Realmente existe la conciliación o “son los padres”?

No hay un planteamiento serio de conciliación. Y una cosa importantísima es que cuando lo hay se enfoca solamente hacia la mujer y yo creo que los hombres deberían empezar a reclamar su espacio como criadores. Y también que las empresas deben empezar a reaccionar, igual que los políticos. Hay medidas tímidas, como los 100€ al mes durante los tres primeros años de vida de tu hijo. ¿Y todo lo demás? La crianza tiene que ser un esfuerzo compartido, a nivel personal y político, pero desde luego ahora todo el esfuerzo recae sobre los propios padres.

La crianza tiene que ser un esfuerzo compartido, a nivel personal y político, pero ahora todo el esfuerzo recae sobre los padres

¿Vivimos en una sociedad que estigmatiza tanto a la madre que se centra en la crianza de los hijos como a la que retoma su labor profesional?

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Diría que hoy en día está menos estigmatizada la que retoma su labor profesional que la que se centra en criar a sus hijos, pero hay opiniones para todos los gustos. Fíjate en Soraya Sáenz de Santamaría, volvió a trabajar 15 días después de dar a luz y la pusieron a caer de un burro. Carolina Bescansa se lleva al bebé al Parlamento y la ponen a caer de un burro. Susana Díaz se reparte la baja con su marido y lo mismo (risas).

¿Valoramos poco la crianza y los cuidados?

Eso sí que es cierto y es algo de lo que yo me arrepiento porque antes de ser madre también me parecía una opción que despreciaba. Y luego me di cuenta de mi error. Y además creo que eso se tendría que valorar en el PIB, se tendría que pagar un salario a madres y padres que crían a sus hijos, porque el sacrificio y la dedicación que requiere es bestial. Nadie se pregunta quién cuida al cuidador e igual que se plantea una ayuda a la gran dependencia debería estudiarse también para la crianza. Y valorarlo mucho, porque sinceramente es un sacrificio bestial, gratificante también, pero son 24 horas al día que frenan tu desarrollo en todo lo demás.

La dureza oculta del posparto

Dices en el libro que curiosamente a los 21 días de convertirte en madre tuviste un momento de inflexión total que te llevó a reorganizar un poco tu nueva situación. ¿Fue duro llegar hasta ahí?

Fue terrorífico. Las tres primeras semanas de posparto, hasta que me di cuenta de que eso iba a continuar así, me pusiera yo como me pusiera, fueron terroríficas. Yo vivía una vida muy libre, muy emocionante, era muy dueña de mi tiempo y de mi estilo de vida… y de la noche a la mañana frenar en seco todo eso, estar encerrada en casa, sin poder dormir, dando el pecho a dos bebés, saliendo contrarreloj… Fue un shock. Recuerdo pensar: “me he metido yo sola en la cárcel”. Pero como bien dices el día 21 me dije que tenía que asumirlo y disfrutar de la cárcel. Por eso digo yo que un hijo destruye todo al llegar, que tu vida de antes se acaba. Bueno, más que destruir es que lo pone todo en standby. Algunas cosas sí que desaparecen ya para siempre, como ser dueño de tu vida, pero otras las vas recuperando poco a poco.

La parte maravillosa de la maternidad también la vivo, pero esa no la cuento porque ya la sabe todo el mundo

Quizás se echa de menos que hables más del posparto en el libro…

El posparto lo escribí contrarreloj, entre toma y toma. Entiendo que se eche de menos, pero es que en ese momento tenía a dos bebés de seis meses conmigo mientras tenía que escribir un capítulo sobre el tema. Lo que viví fue tan impactante que pensé que tenía que escribir sobre ello, pero te digo que lo escribí en una siesta que se pegaron los dos a la vez. Aproveché y lo hice así, contrarreloj, porque tampoco es que tuviese mucho más tiempo para mí.

¿La depresión posparto es otro de los grandes tabús de la maternidad?

Es que como no se habla de estos temas… Yo antes pensaba que la depresión posparto se daba porque las mujeres idealizaban mucho la crianza y luego se daban cuenta de que era otra cosa. Pero es que incluso yo misma que ya pensaba que iba a ser esa otra cosa, se me cayó encima el mundo. Y luego además te das cuenta de que no es solo una cuestión mental, sino que también influyen las hormonas. Yo en el posparto era otra persona. Sentía distinto, pensaba distinto, si salía media hora de casa me angustiaba por mis hijos. Ahí se necesita apoyo psicológico, alguien que te diga que todo eso que te pasa es normal. Y claro, es un gran tabú porque muchas mujeres pensarán que están tristes por algo que deberían estar felices. Y tener una depresión y encima tener que silenciarla…

¿Cuál es el mejor consejo que podrías dar a una mujer que esté a punto de convertirse en madre?

Que pida ayuda siempre que la necesite. Que no se corte un pelo. Que no le dé reparos pedir ayuda, porque a veces nos sentimos como inútiles, pero no hay que agobiarse por no poder o saber hacer algo. No pasa nada, por eso no eres peor madre.

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