Muchas personas padecen apnea del sueño sin saberlo, y es que los afectados no pueden comprobar el síntoma más común, el ronquido; pero hay otros signos que pueden hacer sospechar la presencia del trastorno.
Las apneas obstructivas del sueño se deben fundamentalmente a que los músculos que normalmente mantienen las vías respiratorias abiertas se relajan y se abomban durante el sueño, haciendo que la lengua, las amígdalas, el paladar blando y la úvula bloqueen repetidamente la respiración.
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Los pacientes que tienen apnea del sueño generalmente presentan ronquidos de gran intensidad. El ronquido está presente durante años, antes de que se presenten los síntomas. Estos ronquidos originan una gran presión en la vía aérea al introducir el aire con la respiración; es decir, durante la inspiración. No todas las persona que roncan van a sufrir este síndrome, pero aquellas que lo manifiestan suelen roncar.
Durante el sueño, los músculos de la zona posterior de la garganta (faringe) se relajan. En este síndrome, el movimiento hacia atrás de la lengua y el paladar, favorecido por la relajación de la musculatura, ocluiría la zona de la faringe momentáneamente originando la pausa de apnea. Esto solo ocurre cuando la presión que se origina en la faringe durante la inspiración es mayor a la fuerza que generan los músculos de la vía aérea. Esta presión de colapso está favorecida por diversos factores anatómicos como la obesidad, la presencia de amígdalas o lengua de gran tamaño, algunas alteraciones de la estructura facial…
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Factores de riesgo para las apneas del sueño
Obesidad: es especialmente importante la obesidad de la zona del cuello. Si esta zona presenta un exceso de grasa (grasa perifaringea) se tiende a un estrechamiento de las vías respiratorias superiores (en la garganta) que puede hacer que se colapsen durante el sueño. Un índice de masa corporal (IMC) elevado y una circunferencia del cuello mayor de 43 cm en hombres o 38 cm en mujeres son predictores fuertes de AOS.
Amígdalas o adenoides aumentadas de tamaño: son órganos de tejido linfoide situados en la faringe. Si su tamaño es superior a lo normal pueden ocupar la vía respiratoria. Sobre todo en niños.
Otras alteraciones anatómicas: la obstrución del paso del aire hacia las vías respiratorias altas puede deberse también a alteraciones fisiológicas como tener la mandíbula muy pequeña o hundida (retrognatia), la lengua grande o con una gran cantidad de grasa, desviación del tabique nasal o congestión nasal crónica, hipertrofia de los cornetes nasales, campanilla demasiado grande o paladar blando.
Sexo masculino: se ha visto que las apneas del sueño predominan en los varones, pudiendo ser de dos a tres veces más propensos a sufrirlas que las mujeres, aunque después de pasar la menopausia aumenta la frecuencia en mujeres.
Edad: tener cuarenta años o más predispone a este cuadro, ya que suele aparecer entre esa edad y los setenta años. La pérdida de tono muscular con el envejecimiento puede aumentar la relajación de los músculos de la garganta.
Antecedentes familiares: se observa una mayor incidencia de SAOS entre familiares de enfermos con esta patología.
Consumo de alcohol, sedantes y tranquilizantes: estas sustancias provocan una relajación en los músculos de la boca que favorecería la obstrucción de la garganta.
Tabaquiso: fumar está asociado con un mayor riesgo de desarrollar apnea obstructiva del sueño. El humo del tabaco inflama e irrita las vías respiratorias superiores, lo que puede aumentar la probabilidad de colapso y obstrucción durante el sueño. También puede aumentar la acumulación de mucosidad, lo que empeora la obstrucción.
Tener hipertensión o diabetes: el SAOS es un problema relativamente habitual en personas con la tensión arterial elevada o bien que padezcan diabetes. De hecho, existe una relación bidireccional entre la apnea del sueño y la hipertensión. La apnea obstructiva puede aumentar la presión arterial, y la hipertensión no controlada también está relacionada con un mayor riesgo de AOS. Por su parte, las personas con diabetes tipo 2 tienen una mayor prevalencia de AOS debido a factores como la obesidad, que es común en ambos trastornos. Además, el síndrome metabólico es un conjunto de condiciones (hipertensión, obesidad, resistencia a la insulina) que está asociado con un mayor riesgo de AOS.
Sufrir alergias crónicas o rinitis: la inflamación crónica de las vías respiratorias nasales puede hacer que respirar por la nariz sea difícil, lo que puede predisponer al colapso de las vías respiratorias.
Algunas otras enfermedades: la presencia de otras patologías puede aumentar su riesgo: vegetaciones (más común en edades infantiles), sinusitis, hipotiroidismo, tumor nasal, problemas coronarios, enfermedades neuromusculares.
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Modificar algunos de estos factores de riesgo, como perder peso, evitar el alcohol y dejar de fumar, puede reducir la probabilidad de desarrollar apnea obstructiva del sueño o mejorar los síntomas en aquellos que ya la padecen.