Diagnóstico de la herpangina
Actualizado: 23 de septiembre de 2022
El diagnóstico de la herpangina es clínico, es decir, que no hacen faltas pruebas complementarias para establecerlo. Por tanto, en un niño con fiebre, la exploración de la cavidad oral con una linterna y un depresor (el 'palito' para la garganta) forma parte de la exploración habitual, así que es muy sencillo para el pediatra establecer que este es el origen de la fiebre, ya que las lesiones asociadas a esta infección son muy reconocibles.
En algunas ocasiones, según la fase evolutiva de la enfermedad, si todavía no han salido las aftas bucales y vesículas y se ven únicamente puntos rojos en el paladar en un niño con fiebre muy alta, será necesario distinguir la herpangina de otro tipo de amigdalitis bacteriana (producida por estreptococo), que sí se trata con antibiótico.
La amigdalitis bacteriana o estreptocócica es más frecuente en niños de cinco años, y para diagnosticarla se toma una muestra de la garganta con un bastoncillo, y se manda a laboratorio para verificar si es positivo el marcador de la infección por bacterias. Hay que recalcar que esto no es lo habitual, puesto que las vesículas y úlceras de la herpangina no suelen confundirse con otras causas de faringoamigdalitis.
Por último, solo en los casos más avanzados de la enfermedad en los que se ha producido una deshidratación por falta de ingesta de líquidos, o en niños con alguna patología de base (como pacientes inmunodeprimidos o en tratamientos con quimioterapia), puede ser necesaria una analítica sanguínea para comprobar el alcance de la infección, y pautar rehidratación intravenosa.
Creado: 12 de noviembre de 2019