El diagnóstico de la infección urinaria es relativamente sencillo, ya que se basa en el estudio de una muestra de orina reciente. La dificultad no está en el análisis de orina, sino en cómo conseguir obtener la muestra, especialmente cuando se trata de bebés pequeños a los que, evidentemente, no se les puede pedir que hagan pipí en un tarrito, porque todavía llevan pañal.
- En los recién nacidos y bebés la muestra de orina se recogerá mediante una bolsa colectora. Se trata de una pequeña bolsita de plástico estéril con uno adhesivos que se pegan a la piel del niño alrededor del área genital para recoger la orina tras la micción. Esto, que escrito parece sencillo, suele no serlo, ya que la bolsa se despega, a veces el niño no quiere orinar porque nota algo extraño… Si a los 30 minutos de su colocación no hay orina, hay que quitarla y poner otra nueva, ya que el riesgo de que se contamine con gérmenes de la piel es alto.
- En los niños que ya no llevan pañal se les pide que orinen en un tarrito estéril.
- Si no se ha podido recoger una muestra adecuada con las medidas anteriores, hay que recogerla mediante sondaje urinario, es decir, introduciendo una sonda a través de la uretra para coger orina directamente de la vejiga. La posibilidad de contaminación es mínima, pero es una técnica más incómoda, especialmente en los niños.
Una vez recogida la muestra hay dos tipos de análisis:
- Análisis rápido mediante tira reactiva de orina: consiste en poner en contacto la orina con unas tiras que tienen distintos reactivos que se teñirán de color especifico en el caso de haber productos patológicos (llamados leucocitos y nitritos). Si la tira es positiva, se deberá completar el análisis mediante visualización al microscopio (sedimento de orina) y cultivo microbiológico.
- Cultivo de orina: nos da el diagnóstico definitivo, ya que nos dice el germen causante de la infección, pero este resultado no se obtiene hasta al menos dos o tres días después. Por lo tanto, si la tira de orina indica infección, se empieza el tratamiento antibiótico, que siempre estará a tiempo de modificarse según el resultado del cultivo que tendremos después.