Diagnóstico de la roséola
Actualizado: 28 de julio de 2022
El diagnóstico de la roséola es fundamentalmente clínico, es decir, que se basa en la exploración del niño afectado por parte del médico. Aunque el tipo de sarpullido es bastante típico, lo cierto es que los padres suelen acudir al pediatra antes de que éste aparezca, consultando solamente por la fiebre elevada que aparece al principio. La labor del especialista será descartar la presencia de síntomas sugestivos de otras enfermedades que causen fiebre elevada (amigdalitis, infección de orina…) y que requieren un tratamiento específico con antibiótico.
En un niño mayor de seis meses con fiebre elevada pero buen aspecto general y en el que no hay foco para la fiebre, se puede dar tratamiento sintomático con antitérmicos y esperar a ver cómo evoluciona el cuadro. Cuando las manchitas aparecen el diagnóstico ya está más que claro, aunque en ese momento el bebé ya suele estar perfectamente.
De hecho, la clave que la distingue de otras afecciones exantemáticas más importantes (escarlatina, rubéola, sarampión…) es que el sarpullido aparece solamente cuando el pequeño afectado ya no tiene fiebre, a diferencia de las demás, en las que el exantema aparece cuando la fiebre está presente.
Sólo en algunos casos determinados, como por ejemplo en pacientes con afectación del sistema inmunológico (leucemias, inmunodeficiencias) se realizará un examen de confirmación a través de una serología, es decir, mediante la detección en sangre de los anticuerpos activos frente al virus que indicarían que se ha padecido recientemente la roséola.
Una vez pasada la roséola se adquiere inmunidad permanente, con lo que ya no se volverá a pasar la enfermedad.
Creado: 29 de agosto de 2014