Existen múltiples causas que pueden ocasionar ictericia en el recién nacido. Aunque la mayoría de los casos son ictericias fisiológicas que no entrañan peligro para el bebé, es necesario distinguir las causas más graves, como por ejemplo:
- Incompatibilidad entre el grupo sanguíneo o Rh de la madre y el bebé: en este caso hay una autodestrucción de los glóbulos rojos del recién nacido que da lugar a una hiperproducción de bilirrubina que el hígado no puede filtrar completamente.
- Infección en el bebé: una infección en el recién nacido puede pasar inicialmente desapercibida y manifestarse únicamente como ictericia de inicio en las primeras 24 horas de vida.
- Alteración congénita del hígado del recién nacido, como la atresia de vías biliares, aunque esto es muy infrecuente.
- Alteración de los glóbulos rojos del bebé. Cuando la sangre del recién nacido es demasiado espesa por tener un exceso de glóbulos rojos se llama policitemia. La destrucción de más cantidad de eritrocitos produce la ictericia. Esto puede ocurrir, por ejemplo, por el pinzamiento tardío del cordón umbilical.
- Partos traumáticos o instrumentados con ventosa, en los que se produzca un hematoma en el bebé. Al destruirse la sangre acumulada en el hematoma, aumentará la bilirrubina y, por tanto, aparecerá ictericia.
Factores de riesgo para la aparición de ictericia
Además, existen algunos factores de riesgo que pueden propiciar la aparición de ictericia:
- Prematuridad: consideramos que un bebé es prematuro cuando nace antes de las 37 semanas de gestación. A mayor prematuridad, mayor inmadurez hepática y, por tanto, más riesgo de ictericia.
- Lactancia materna: como la lactancia materna puede tardar al menos 24-48 horas en instaurarse, se enlentece el tránsito digestivo y tardan más en eliminarse los pigmentos de la vía biliar y la bilirrubina a través de las heces. Esto no quiere decir que la lactancia materna sea peligrosa para el bebé; al contrario. Lo que es fundamental es que la madre se ponga con frecuencia al pecho a su bebé para que se favorezca la subida de leche. Al comer, el hígado excreta el exceso de bilis a la vía digestiva y se elimina a través de las heces.