La infección por Cronobacter en un recién nacido puede ser letal. Si no se siguen las recomendaciones establecidas a la hora de preparar un biberón, existe el peligro de que el germen entre en contacto con el neonato. Los bebés, especialmente los prematuros, son la población más sensible a la infección por el microorganismo, debido a la inmadurez de sus defensas.
Afortunadamente es una situación extremadamente infrecuente (menos de 200 casos documentados), debido a los exhaustivos controles de calidad que se realizan en las plantas de producción de leche infantil, y la preparación adecuada de los biberones por los padres. En 2015 se detectó un brote en Argentina y Venezuela por una partida de leche contaminada.
Los síntomas de la infección por Cronobacter son:
- Enterocolitis necrosante: es una infección del sistema digestivo, más frecuente en los prematuros. Se manifiesta con distensión abdominal, rechazo de la alimentación, vómitos y deposiciones sanguinolentas. En ocasiones puede llegar a producirse perforación intestinal, necesitando cirugía para reseccionar los tramos de tubo digestivo afectados. Su pronóstico es variable.
- Sepsis: debido al paso del germen a la sangre, por la facilidad con la que se replica y adhiere a los tejidos, se puede producir una infección generalizada o septicemia. En este caso es crucial el inicio precoz de antibióticos por vía intravenosa para frenar la infección lo antes posible.
- Meningitis: el cronobacter, al contrario que otros gérmenes, tiene la capacidad de traspasar la barrera hematoencefálica, una sutil frontera natural que protege el cerebro de los gérmenes que circulan por la sangre. De esta forma, una de sus complicaciones es la meningitis, e incluso la formación de abscesos cerebrales. En este caso será necesario obtener una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo, pinchando la espalda del bebé para obtener la muestra. Una vez más el pronóstico dependerá del inicio precoz del tratamiento. Hasta un 40-60% de los casos tendrán secuelas, e incluso muerte.