Las vegetaciones son una afección frecuente en los niños, y consisten en la inflamación de las amígdalas faríngeas. Te contamos sus síntomas, cuándo se han de operar, y qué precauciones tomar tras la intervención.
Los síntomas de las vegetaciones en niños se producen a consecuencia de la obstrucción de la vía aérea superior, ya que la inflamación de las amígdalas faríngeas impide el paso normal del aire a través de las fosas nasales, y son:
El niño respira por la boca: es el síntoma más clásico. De hecho, en pediatría se habla de la facies adenoidea para referirse a la típica cara del niño que está siempre con la boca abierta porque no puede respirar por la nariz.
Ronquido nocturno: el niño con vegetaciones ronca siempre por la noche. Pueden llegar incluso a producirse pausas en la respiración, también llamadas apneas, dando lugar al equivalente del síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) del adulto. Para diagnosticar apneas del sueño hay que hacer una prueba más específica llamada polisomnografía. Los niños con este problema duermen mal y están cansados e inquietos durante el día, siendo causa secundaria de fracaso escolar.
Tos nocturna: es muy frecuente por la acumulación de secreciones que gotean hacia atrás durante la posición en decúbito (tumbado) durante el sueño. Esta tos suele ser seca, irritativa, y no mejora con jarabes para la tos.
Catarros e infecciones respiratorias de repetición: al dificultarse el paso normal de aire y el adecuado drenaje de las secreciones respiratorias se favorece la aparición de más infecciones que perpetúan el proceso: otitis, faringitis y sinusitis.
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Diagnóstico de las vegetaciones en los niños
Los catarros repetidos son muy frecuentes en la infancia y no todos los niños tienen vegetaciones, ni todas las vegetaciones se operan. Lo normal es tener cierto grado de hipertrofia adenoidea, pero conforme el niño crece las adenoides van disminuyendo proporcionalmente en tamaño, llegando a desaparecer por lo general a lo largo de la adolescencia.
Para hacer un diagnóstico específico de vegetaciones o adenoiditis y valorar si precisan cirugía, el otorrinolaringólogo hace dos pruebas:
Radiografía lateral de cuello: permite estimar de forma indirecta cómo está de ocupada la vía aérea por el crecimiento de las vegetaciones, y puede valorar su tamaño.
Visualización directa: mediante una fibroscopia, el otorrino introduce una pequeña cánula conectada a una cámara a través de las fosas nasales, observando directamente cuál es el tamaño de las adenoides y en qué grado obstruyen la vía respiratoria.