La sintomatología del hidrocele en los niños se centra únicamente en la presencia de hinchazón o edema en uno o ambos testículos, sin dolor asociado. Como el tamaño del edema depende de la cantidad de líquido acumulado, puede ir variando de tamaño a lo largo del día, siendo más evidente en las horas finales del mismo. Además, puede varias por otras condiciones del niño: presencia de fiebre, infecciones, traumatismos…
Es importante saber distinguir el hidrocele de otros procesos que afectan al testículo de los bebés y niños y que pueden ser más serios, como:
- Hernia inguino-escrotal: en este caso la comunicación entre el abdomen y el escroto a través de la ingle es más amplia y esto hace que no solo descienda líquido, sino también un asa intestinal. Por tanto, el edema del escroto no será blando, sino de tacto más duro. La mayoría de las veces esa asa intestinal puede volver a colocarse en su sitio con maniobras de reducción, pero si queda atrapada en el escroto del menor y se interrumpe la circulación puede dar lugar a un proceso más serio, llamada hernia incarcerada. En este caso habrá intenso dolor y cambio de color del testículo. El tratamiento es quirúrgico.
- Epididimitis: es una infección/inflamación del epidídimo, una estructura que está en la región superior del testículo. En este caso hay también dolor testicular y puede producirse un enrojecimiento del testículo del niño, además del edema. El diagnóstico es por ecografía. Se trata con reposo, antiinflamatorios, y en algunas ocasiones también tratamiento antibiótico.
- Torsión testicular: es la situación más urgente de las descritas. En este caso hay una disrupción de la vascularización del testículo, dando lugar a intenso dolor. Es menos frecuente que se acompañe de edema de la zona. Es una urgencia quirúrgica, ya que si no se resuelve en menos de 4-6 horas puede implicar la pérdida del testículo. Se diagnostica también por ecografía.