El éxito para enseñar a los niños a usar el baño depende de valorar correctamente si ellos están preparados, de elegir un buen momento y de la motivación que reciban sin dramas ni regañinas. Un consejo: paciencia.
Tan importante como interpretar bien las señales de que tu hijo/a está preparado para ir al baño solito es elegir bien el momento para que sea el más adecuado para enseñarle, tanto para los niños como para los padres. Una situación de normalidad en la familia, sin demasiado estrés, invitados, cambios, mudanzas, llegada de un nuevo hermano… van a facilitar y mucho la adaptación de tu hijo al uso del baño.
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Para los niños es fundamental seguir una rutina para crecer con un desarrollo emocional estable. Esta rutina les hace sentirse seguros y es fundamental mantenerla para introducir nuevos cambios en su vida como el entrenamiento para ir al baño. A nivel emocional, conviene también dejar pasar la etapa de la ‘negación o del no’, en la que los niños se muestran más resistentes a los cambios y, por tanto, será más difícil enseñarles.
Como en todo, en esto de enseñar a tu hijo a usar el wáter solito, hay estrategias que funcionan y cosas que no conviene hacer. Toma nota:
Estrategias que funcionan
Idea tu plan de acción: elaborar un plan de acción es necesario en cualquier caso. Es posible que seas tú la única que se ocupe del entrenamiento de tu hijo/a, pero si va a la escuela infantil, le cuidan sus abuelos o una cuidadora, es importante coordinar la estrategia con ellos. El método a seguir puede ser radical, que consiste en sustituir el pañal por la ropa interior, lo cual puede dar lugar a más escapes y limpieza de accidentes; o mixto, que consiste en alternar horas de pañal con horas de ropa interior, sobre todo si tienes que desplazarle en coche de forma prolongada, y durante la noche, ya que el control nocturno se adquiere más tarde que control diurno.
Espera a que esté preparado: revisa el listado de señales físicas, cognitivas y de comportamiento para determinar si tu hijo/a está preparado para decirle adiós al pañal. No es necesario que cumpla todos los requisitos de la lista, pero ten en cuenta que si te adelantas y no está preparado, el entrenamiento para enseñarle a ir al baño solito se alargará en el tiempo.
Ten paciencia y calma con los accidentes: muchos padres prefieren esperar al verano, ya que con el buen clima se usa menos ropa y los escapes inesperados dan menos trabajo. En cualquier caso, sea cual sea la época que hayas elegido, ten paciencia y nunca regañes a tu pequeño por sus escapes, pues son involuntarios, normales y forman parte de su entrenamiento. Mantén la calma y motívale con cariño para que use su orinal, teniendo en cuenta que pueden pasar meses hasta que consiga controlar esfínteres. Recuerda que hace muy poco tiempo que ha desarrollado sus músculos para contener sus necesidades.
Aplaude sus logros: los llamados ‘refuerzos positivos’ son el mejor regalo que puedes hacerle al niño cuando haya conseguido hacer pis o caca en el baño. Tu aprobación y reconocimiento son necesarios para que continúe con su proceso de aprendizaje y no “tire la toalla” o sufra un retroceso.
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Lo que nunca debes hacer
Castigar al niño: regañar o castigar a tu hijo por sus escapes es lo peor que puedes hacer, porque temerá haberte enfadado y acabará detestando el entrenamiento. Cuando la conducta se mantiene en el tiempo, se puede provocar incluso estreñimiento y dolor al intentar contener las evacuaciones. Es mejor motivar al niño para que lo vuelva a intentar con éxito.
Presionar o insistir demasiado: evita agobiar al niño para que consiga su propósito antes de su cumpleaños o antes de que terminen las vacaciones, por ejemplo, pues puedes provocar un efecto contrario, es decir, un rechazo a ir baño.
Empezar antes de tiempo. Se estima que tres meses es el tiempo medio de entrenamiento que un crío preparado necesita para ir al baño solito. Si transcurrido ese tiempo no lo ha conseguido, no pasa nada, déjalo para más adelante, cuando las señales te indiquen que está listo.
Elegir un momento inapropiado. Un cambio de casa, la llegada de un hermanito, la adaptación a la escuela infantil… suponen un cambio en la rutina de los niños, que no es compatible con el entrenamiento para el control de esfínteres. Espera que llegue el momento oportuno.