La sospecha diagnóstica de la pubertad precoz vendrá dada ante todo por la exploración física del niño y la aparición de los caracteres sexuales secundarios mencionados en el primer apartado, como el vello corporal, el desarrollo del pecho y los órganos sexuales, una aceleración del crecimiento, o la presencia de acné…
Pero hay una serie de pruebas complementarias que el pediatra puede solicitar para confirmar el diagnóstico de pubertad precoz. Algunas de ellas las puede pedir el pediatra de cabecera del menor, y en otros casos se remitirá al especialista en endocrinología pediátrica, y son:
- Estudio de la edad ósea: puesto que los cambios hormonales también aceleran el cambio del hueso, una de las formas de ver si la edad cronológica se corresponde con la edad hormonal es valorar la edad del hueso. Esto se comprueba con una radiografía de mano-muñeca izquierda. Si hay inicio puberal la edad ósea estará acelerada, mostrando cambios que son 2-3 años superiores a la edad cronológica.
- Estudio hormonal: puesto que la causa final del inicio de la pubertad es la activación de alguna hormona que debería de estar aún dormida, se pueden medir en sangre estas hormonas para ver si están anormalmente elevadas. También se puede hacer un test hormonal que consiste en la administración de una hormona (gonadotropina) para observar si activa el eje hipotálamo-hipofisario, midiendo distintos niveles de hormonas en sangre.
- Ecografía pélvica: en las niñas se puede valorar así el tamaño de los ovarios y el útero para ver si muestran signos de maduración.