Aprender a andar: los primeros pasos del niño
Para que un niño comience a andar debe haber alcanzado un determinado desarrollo motor y neurológico. Conoce qué es normal y cuándo debemos consultar a un especialista, y cuál debe ser nuestro papel como padres.

¿A qué edad comienza un bebé a andar? Hitos de esta etapa

Por: Diana Oliver

Periodista especializada en vida sana, maternidad e infancia y mascotas

Actualizado: 4 de mayo de 2023

La infancia es una sucesión de conquistas evolutivas. Lo es desde el mismo momento del nacimiento y continua prácticamente hasta el final de la adolescencia, y abarca diferentes áreas como son la psicomotricidad, lo cognitivo, la socialización o el lenguaje. Aprender a caminar es una parte más dentro del proceso de desarrollo madurativo infantil. Un proceso que, según Manuel Antonio Fernández, neuropediatra y creador del portal elneuropediatra.es, se divide en una serie de fases que se desarrollan de forma ordenada y que se asocian a rangos de edad.

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Y cuál, os preguntaréis los padres, cuál es esa edad a la que los niños comienzan a dar sus primeros pasos, y en qué meseses suceden cada una de las etapas necesarias para que echen a andar. El experto responde que, “aunque no se puede definir una edad concreta para cada hito, sí que existen unos rangos que se consideran normales. Por ejemplo, a partir de los 3 meses, deberían sostener la cabeza sin ayuda. Esto es imprescindible para que puedan luego mantenerse sentados, generalmente a partir de los 6 meses”, explica.

Cuando el niño o la niña ya tiene una “sedestación estable”, alrededor de los 9 meses, aparece el interés por el desplazamiento. Desde este momento, según el neuropediatra, irá adquiriendo más fuerza y soltura en sus movimientos hasta conseguir ser independientes. “Sostener la cabeza y alcanzar la sedestación son imprescindibles por pura necesidad mecánica, pero, además, hay una serie de condiciones que el cerebro y el organismo de un niño necesitan para conseguir los hitos del desarrollo”, sostiene. La primera condición que apunta Manuel Antonio Fernández es un adecuado desarrollo neurológico, refiriéndose tanto al sistema nervioso central (cerebro, cerebelo, tronco del encéfalo y médula) como al sistema nervioso periférico (los nervios y la conexión con los músculos).

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Niño aprendiendo a andar

La segunda condición es que los músculos funcionen de la forma correcta. “La capacidad de control cerebral es necesaria para que el niño pueda poco a poco ser capaz de dar las órdenes necesarias a su cuerpo. Además, esta función cerebral debe estar perfectamente coordinada con la información que recibimos a través de los nervios, de la vista y del sentido del equilibrio para conseguir andar y movernos sin tambalearnos ni caernos. Finalmente, los músculos aportan la fuerza necesaria para desarrollar el movimiento y compensarlo de forma que podamos controlar el inicio, la parada y la velocidad”.

Aspectos normales del aprendizaje y señales de alerta

Sobre lo que podríamos decir que es habitual cuando comienzan a caminar, Ana León, ortoprotesista y fisioterapeuta pediátrica, señala que los pequeños tienden a caerse y levantarse continuamente, algo que no debe preocuparnos más allá de proteger su seguridad. “Los niños tienden a agarrarse a objetos que están más altos, se ponen de pie, a veces los arrastran por el suelo apoyándose en ellos, a veces se sueltan y mantienen el equilibrio y otras veces (muchas) se caen, generalmente con el culete primero (como si se sentaran en el aire). Lo normal, entendiendo normal como frecuente, es que el niño tenga iniciativa e interés por querer caminar solito, buscándose las mañas para conseguirlo y esto es, usando los objetos que tiene alrededor para que le sirvan de asideros o apoyos”, manifiesta.

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En cuanto a los tiempos en los que se van enmarcando los hitos del desarrollo, lo cierto es que a menudo son un motivo de preocupación o desvelo, especialmente cuando en el entorno inmediato hay otros niños de edades similares que los han alcanzado. Si hablamos de la capacidad de caminar, Manuel Antonio Fernández sostiene que es a partir de los 12 meses, la marcha libre suele ser habitual, aunque puede retrasarse hasta los 15 meses aproximadamente. Pero advierte de que, en relación al inicio de la marcha, a menudo “no es tan importante la edad a la que empiezan a andar como que todo su proceso evolutivo haya seguido un ritmo normal”.

Según Ana León no es normal lo que los especialistas llaman “banderas rojas”, un término con el que se denominan señales de alerta como los retrocesos en el desarrollo motor: “Un retroceso podría ser, por ejemplo, cuando un niño que caminaba con soltura, de repente comienza a caerse cada vez con más frecuencia o vuelve atrás adoptando el gateo como forma de desplazamiento. Dentro del neurodesarrollo, hay ventanas de normalidad, es decir, un niño puede comenzar a caminar a los 10 meses o a los 18 y ambas opciones son normales y no hay ningún problema, eso sí, fuera de esa ventana, hay que echar un vistazo y comprobar que todo está en orden”, asegura. 

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Niño poniéndose de pie cuando está aprendiendo a andar

Manuel Antonio Fernández añade un detalle fundamental en la detección de posibles dificultades a la hora de alcanzar este hito. Es lo que denomina el reflejo del paracaídas. “Como su nombre indica, es una respuesta automática que lleva al niño a colocar las manos hacia la dirección en la que está empezando a caer cuando está de pie. Es muy importante porque es un signo de madurez neurológica que aparece alrededor de un mes antes de que el niño pueda empezar a caminar. Si un niño no lo presenta, tiene aún algún tiempo por delante para poderse soltar. En cambio, hay otros niños que tienen ese reflejo bien instaurado, pero no acaban de comenzar a andar sin ayuda. En ese caso, habría que analizar si hay algún problema muscular o está aún en fase madurativa normal”.

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¿Es necesario que los niños gateen antes de empezar a caminar?

¿Y el gateo? ¿Todos los niños deben adquirir esta capacidad para poder comenzar a andar? Responde el neuropediatra que el gateo no se considera un hito de desarrollo porque no todos los niños lo realizan y, por tanto, no puede considerarse como un factor a tener en cuenta para valorar que el desarrollo de un niño sea correcto o no. “Hay niños que pasan de sentado a ponerse de pie. Otros gatean de forma clásica. Algunos van dando saltitos que los padres llamamos “culear” y también hay algunas otras variedades como reptar arrastrándose o similares”.

Niño gateando

En cuanto a si está relacionado andar prematuramente con las piernas arqueadas en forma de paréntesis, denominado genu varo, señala la fisioterapeuta Ana León que hay más predisposición a sufrir esta deformidad en niños que caminan de forma prematura, especialmente cuando esta actividad se asocia al sobrepeso y curiosamente con más incidencia en niños afroamericanos. 

Creado: 15 de septiembre de 2020

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