10 consejos para educar a tus hijos con disciplina positiva
Por: Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga clínica sanitaria, especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil
Actualizado: 11 de mayo de 2023
Educar con disciplina positiva tiene muchos beneficios, como acabamos de ver, pero no siempre es fácil hacerlo sin caer en la permisividad o en el exceso de autoridad en algunos momentos. Encontrar el equilibrio por parte de los padres requiere paciencia y un proceso de cambio personal, porque si queremos que el niño cambie debemos comenzar cambiando nosotros, nuestra actitud, conductas, y maneras de educar.
Estas diez pautas y consejos ayudarán a conseguirlo y a educar a tus hijos dentro de los principios de la disciplina positiva:
- Empieza por practicar el respeto mutuo y, para ello, entiende al niño. Es importante ponernos en su lugar, identificando tanto sus creencias como sus emociones –todo aquello que está detrás del comportamiento del pequeño–, porque es fundamental comprender las razones por las que se comporta de una determinada manera si queremos ayudarle a corregir sus errores.
- Después de entender al niño ayúdale a reconducir su conducta. Para ello trabaja sus emociones y creencias, porque a menudo nos quedamos solo en la conducta, y no vamos más allá. Por ejemplo, cuando el niño tiene una rabieta o pelea con su hermanito, en lugar de castigarle o gritarle, hablar con él sobre sus emociones es lo aconsejable. Se trata de mostrar empatía diciéndole “entiendo que estés enfadado; cuando se te pase podemos hablar y ver qué otra cosa podías haber hecho”.
- Conviértete en un modelo a seguir para tu hijo, porque él aprenderá a imitar tus conductas; por ejemplo, si quieres enseñarle a ser ordenado, evita dejar tus cosas tiradas en cualquier parte, porque no entenderá por qué tú puedes ser desordenado y él no.
- Elimina el castigo y evita hacerle sentir culpable. Hazle ver que le comprendes y que aceptas su equivocación, pero que le ayudarás a resolver su problema, o al menos a evitar que cometa el mismo error en futuras ocasiones. A veces recurrimos a los castigos y estos solo sirven para crear culpas; en su lugar podemos hablar con él y explicarle que es normal equivocarse, pero que podemos hacer otras cosas para no equivocarnos la próxima vez.
- Establece ciertas normas o reglas en consenso con tu hijo. Es aconsejable hacerlo a modo de objetivos a lograr entre todos. No olvides involucrar al menor en este tipo de decisiones, porque así se comprometerá más. Involucrar al niño implica escucharle y tener en cuenta su opinión, y en este sentido tendremos que negociar algunas normas. Si le ofrecemos varias alternativas, conseguimos implicarle en las normas, por ejemplo: “puedes hacer los deberes ahora antes de merendar o después”. Al darle esta opción dejamos claro que tiene que hacer los deberes, pero le implicamos y dejamos que decida el horario.
- No olvides ser firme con tus decisiones, límites y normas, siempre con amabilidad y cariño. Uno de los errores que cometemos al tratar de aplicar la disciplina positiva es alejarnos de la firmeza y caer en la permisividad. El cariño y el afecto han de ir acompañados de la firmeza; se trata de ser amables y firmes al mismo tiempo. Las normas se deben cumplir siempre; los límites aportan seguridad, pero en ningún momento privaremos de cariño al menor o cargaremos su comportamiento de emociones negativas. Si hace algo mal le explicaremos por qué no se debe actuar así, y le ayudaremos a corregirlo.
- Deja que sean responsables y no trates de controlar todo, dale oportunidades a tus hijos para actuar de acuerdo a su criterio. Puedes ayudarles a gestionar su comportamiento, pero debes darles la oportunidad de desarrollarse. Si el niño tiene que encargarse de recoger su ropa, por ejemplo, dejaremos que lo haga sin nuestro control, porque el objetivo es que aprenda a hacerlo y aprenda a ser responsable, no que lo haga igual de bien que nosotros.
- Habla con el niño, y utiliza el diálogo no solo para saber por qué se comporta mal, sino también para ayudarle a entender su comportamiento y favorecer el desarrollo de estrategias para controlarlo.
- Utiliza siempre frases amables y respetuosas, y que tu actitud sea cariñosa, aunque firme. No tienes que hacer daño para reñir o mantenerte firme.
- Cuando hagas una crítica, dirígela a la acción o comportamiento inadecuado de tu hijo o al error que ha cometido, pero sin cuestionar su valor como persona y sin calificarle a él negativamente; decirle "hoy no te has esforzado lo suficiente, o no le has dedicado suficiente tiempo a estudiar", no es lo mismo que decirle "eres un vago".
Creado: 16 de octubre de 2017