Consejos para criar a un hijo único
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
No hay duda de que criarse con hermanos es un eficaz modo de socialización y enseña a compartir y ser más generoso. Cuando todo es para él, el hijo único tiende a ser más egoísta, lo que puede dar lugar a que tenga problemas para relacionarse con otros niños, excluyéndose o, por el contrario, llamando exageradamente la atención para hacerse notar ante los demás.
Pero los padres pueden prevenir este riesgo fomentando que sus hijos, desde muy pequeños, jueguen con otros, enseñándoles a compartir, a perder, a canalizar su agresividad, a resolver conflictos, y a tener en cuenta los sentimientos de los demás.
¿Cómo? La guardería es un sitio perfecto para que aprendan a socializarse desde chiquitines. También podemos acudir al parque a diario, o a sitios donde sabemos que va a haber otros niños (polideportivos, piscinas, etcétera). Además, conviene abrir la familia al exterior: primos, vecinos y amiguitos del cole pueden sustituir el papel de los hermanos… Los podemos invitar a menudo a casa, y también dejar que vaya él a jugar o a dormir a casa de otros niños.
Apuntarlo a deportes de equipo o actividades grupales y, en vacaciones, a campamentos, también ayudará. Y, por supuesto, los padres también deben compartir tiempo con su hijo en casa haciendo cosas que le gusten, o haciéndole partícipe en sus tareas (cocinar, por ejemplo), aunque sin convertirle en su confidente, otro error muy común.
Parar los pies al niño tirano
Es muy fácil caer en la tentación, con un hijo único, de ceder a todos sus deseos, una tentación aún más fuerte en el caso de que los padres estén separados. Sin embargo, cualquier niño necesita unos límites claros, saber con certeza lo que significa un ‘no’; de lo contrario, jamás aprenderá a gestionar su frustración y puede convertirse en un niño tirano, o sufrir lo que se conoce como síndrome del emperador. Conviene, por tanto, establecer reglas y límites muy claros que deben ser respetados.
Además, si le dejamos hacer lo que le dé la gana, también corremos el riesgo de que se comporte igual fuera de casa, reforzando el tópico de que los hijos únicos son unos mimados consentidos, y corriendo el riesgo de ser rechazado por los otros niños.
Aunque también podemos caer en el error contrario, exigirle demasiado y cargarle de tareas, tanto extraescolares como dentro de casa, lo que tampoco es bueno para él. Como siempre, escuchar a nuestro hijo y usar el sentido común, es lo más apropiado antes de tomar decisiones con respecto a su educación.
Por último, cuando pida explicaciones, dádselas. Hacia los cuatro o cinco años, los niños suelen preguntar por qué no tienen hermanos, una consulta que no implica forzosamente que estén reclamando uno, sino que quieren saber por qué su familia no es como la de su mejor amigo o sus primos. No hay que dar rodeos ni contar mentiras; explicadle, con palabras que comprenda, vuestras razones, y hacedle ver que su condición también tiene ventajas.
Creado: 17 de junio de 2014