Tu hijo dice palabrotas: cómo corregir esta conducta

Decir palabras malsonantes puede ser una fase más del desarrollo de tus hijos, pero debes evitar que se incorporen a su vocabulario habitual o formen parte de conductas indeseadas. Te contamos cómo manejar las palabrotas en los niños.
Niño diciendo palabrotas

Por: Amparo Luque

Periodista experta en embarazo e infancia

Actualizado: 10 de octubre de 2023

Los tacos, las palabrotas o las expresiones malsonantes forman parte de nuestro lenguaje y, aunque se consideren de muy mala educación, pueden suponer un desahogo cuando estamos enfadados; casi un alivio terapéutico. De hecho, decir palabrotas puede aumentar la confianza en nosotros mismos y la fuerza física –aunque también las conductas de riesgo–, como encontró un estudio realizado por científicos de la Universidad de Keele y publicado en Quarterly Journal of Experimental Psychology.

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Otro estudio descubrió que decir palabrotas en respuesta al dolor, e incluso maldecir, podía constituir un alivio porque ayudaba a disminuir la sensación de dolor, aunque los investigadores advierten en sus conclusiones que “el uso excesivo de malas palabras en situaciones cotidianas disminuye su eficacia como intervención a corto plazo para reducir el dolor”.

Pero ¿qué ocurre cuando son nuestros hijos los que empiezan a usar estos términos? Pues bien, lo primero que debemos tener claro es que generalmente son parte de su desarrollo normal: “puede generar malestar que los niños digan alguna palabrota, pero muchos de los peques pasan por esta fase, especialmente entre los cuatro y los seis años”, indica la psicóloga Alba Ramírez Carrera, del centro sevillano de psicología Cristina Andrades.

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Al principio son un descubrimiento para ellos; una novedad. Pero lo que hemos de hacer es actuar con naturalidad y estar atentos para que no se perpetúen y pasen a formar parte del vocabulario del niño o, lo que es peor aún, que no se deban a otro tipo de conductas que escondan ciertos problemas.

Por qué los niños dicen palabrotas

Normalmente las palabrotas dichas por los adultos surgen de manera espontánea, sin pensar. En el caso de los niños de alguna manera también es así, ya que ellos no son conscientes del significado real de estos términos, por lo que las causas por las que los peques las incluyen en su vocabulario son:

  • Imitar a otros niños o a los adultos: es la principal de las causas. Según Susana Mezquida, pedagoga y especialista en aprendizaje, desarrollo y comportamiento infantil, “los más pequeños tienen tendencia a decir palabrotas para copiar palabras que han escuchado a otros niños o en algún lugar, o bien para llamar la atención”. Los pequeños absorben todo lo que ven y oyen a su alrededor y cuando ven la reacción que generan (sorpresa, risa, enfado, o incluso vergüenza) pueden seguirlas repitiendo. En este sentido puede ser un arma para explorar los límites y comprobar qué consecuencias hay cuando las dicen. Por ello, los expertos pedagogos están de acuerdo en que la mejor manera de atajar esta conducta desde el principio es mostrar la máxima indiferencia cada vez que las digan. “Si se actúa de otra manera (riñendo, castigando…), puede conseguirse el efecto contrario: reforzar su uso”, advierte Alba Ramírez Carrera.

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  • Expresar emociones (enfado, frustración…): aunque no sepan exactamente lo que significan, los tacos también pueden ser un vehículo de expresión de sus emociones o de su frustración; al igual que los mayores, las usan principalmente en esos contextos.
  • Sentirse mayores: los niños pueden recurrir a estas palabras malsonantes para sentirse mayores o porque entienden que les vienen bien para ‘encajar’ con los demás. La pedagoga Mezquida aclara: “los niños más mayores o adolescentes suelen incorporar el vocabulario del grupo de amigos del que forman parte, con lo que las palabrotas podrían conllevar formas de hablar de una manera determinada vinculadas a un grupo en cuestión”. No olvidemos que cuando aparecen estos términos, el lenguaje se vuelve más potente y el mensaje adquiere cierto matiz de rebeldía.

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Madre explicando a su hijo que no debe decir palabrotas

Cómo educar a tus hijos para evitar las palabrotas

La forma de actuar en casa (e incluso en el colegio) es decisiva para abordar la cuestión, reconociendo que cada familia tiene su propia “relación” con las palabras malsonantes y los límites de unas son más laxos que los de otras. De todas formas, estas expertas ofrecen algunos consejos a los padres para evitar que sus hijos digan palabrotas:

  • No decir palabrotas delante de tus hijos. Como hemos visto, la imitación es un factor clave en la cuestión, y ésta se encuentra básicamente en el núcleo familiar. Por eso, lo primero para que ellos no usen esos términos es eliminarlos del vocabulario de los padres y cuidadores cercanos. La psicóloga del Centro de Psicología Cristina Andrades aconseja “que los padres puedan reflexionar conforme van hablando, prestando atención en cómo se están expresando e intentando no introducir ninguna palabrota en las conversaciones cotidianas. Podemos expresar la misma idea sin la necesidad de usar este tipo de palabras”. Incluso la experta aporta algún truco para facilitar la tarea: “si está resultando complicado eliminarlas, una alternativa puede ser la invención de una palabrota propia. Es decir, sustituir la palabra malsonante por otra palabra más neutral para poder canalizar la frustración, como, por ejemplo: miércoles”.

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  • Fomentar un lenguaje respetuoso. No decir palabras malsonantes es una cuestión de educación y respeto y, por tanto: “Debe formar parte de las normas y valores de los padres el fomentar un lenguaje respetuoso, tanto con los miembros de la familia, como con todas las personas con las que están en contacto. De hecho, si hablamos correctamente y con respeto en casa, no hará falta decirles que no es correcto decir palabrotas, simplemente no les saldrán.”, expone la pedagoga Susana Mezquida.
  • Explicarle por qué es mejor no utilizar este tipo de lenguaje. Sin embargo, si observamos que ya es una palabra instaurada en el lenguaje del niño es “importante que se busque un momento para que, desde la calma, hablemos con él y le expliquemos que esas palabras pueden molestar o hacer daño a los demás, por lo que es mejor no decirlas. Además, se le puede transmitir que es importante que, si en algún momento la vuelve a decir, puede pedir disculpas”, indica Alba Ramírez.

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Evidentemente los niños pueden oír los tacos también fuera de casa. Nuestra sociedad actual usa constantemente este tipo de lenguaje y ellos están expuestos a través de otras personas, vídeos, canciones, películas… Pero, en opinión de la pedagoga Mezquida: “Cuando un niño en casa está habituado a no escucharlas, se sorprenderá y preguntará; ahí es cuando debemos darle nuestra opinión al respecto, y recomendarle no imitar comportamientos que no aprobamos aunque los veamos en otras personas”.

Por tanto, en el objetivo de una educación libre de tacos y palabrotas, hay que hacer un buen trabajo de base y seguir insistiendo en esta carrera de fondo. Lo importante es quedarnos con la idea de que estas palabrotas irán perdiendo su atractivo inicial conforme los niños vayan creciendo, y normalmente dejarán de usarlas.

Madre advirtiendo a su hija para que no diga palabrotas

Cuando preocuparse por las palabrotas y otros comportamientos del niño

Las palabrotas y tacos pueden ser simplemente términos malsonantes que se utilizan para desahogarse o incluso como “muletillas”, pero también se pueden convertir en dardos verbales más peligrosos y usarse para hacer daño a otras personas. En estos casos es importante que los niños (normalmente un poco más mayores) entiendan las consecuencias emocionales que tienen en los demás y que han de reparar el daño causado (pidiendo disculpas, por ejemplo).

En el caso de que nuestros hijos comiencen a usarlas como cierto recurso para ser aceptados en un grupo, la psicóloga Alba Ramírez aconseja: “Hay que expresarles que entendemos que es una necesidad básica que la mayoría de los adolescentes pueden tener, pero que ellos son personas individuales y que, por tanto, no tienen que cambiar su forma de ser con tal de ser aceptados. Son valiosos tal y como son”.

Pero si además los términos usados tienen otras connotaciones debemos estar muy atentos a qué puede esconderse detrás, tal como advierte la pedagoga y especialista en aprendizaje, desarrollo y comportamiento infantil Susana Mezquida: “encajar en un grupo no tiene por qué justificar que utilice un vocabulario despectivo, misógino, racista u homófobo, por supuesto. Hay que estar alerta si esto sucediese para hacer un seguimiento exhaustivo de su entorno fuera del hogar”.

El vocabulario asociado a ciertos comportamientos puede estar escondiendo dificultades a nivel personal y social o problemas de mayor calado que es necesario detectar y abordar cuanto antes, advierten estas expertas.

Creado: 10 de octubre de 2023

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