Uno de cada mil niños nace con algún grado de sordera

Se estima que todos los años alrededor de 2.000 familias detectan que sus hijos sufren algún tipo de trastorno auditivo, y que unos 500 de estos niños padecen sordera profunda.
Bebé con sordera

Un niño con sordera es examinado por un especialista.

De acuerdo con los datos ofrecidos por la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS) se estima que todos los años alrededor de 2.000 familias detectan que sus hijos sufren algún tipo de trastorno auditivo, y unos 500 de estos niños padecen sordera profunda.

Teniendo en cuenta que uno de cada mil bebés presenta una pérdida auditiva más o menos acusada desde el momento de nacer, y que en la mitad de los casos es difícil apreciar los síntomas, en el año 2003 el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas implantaron un Programa de Detección Precoz de la Sordera en todos los hospitales españoles, que persigue identificar los posibles trastornos de audición ya desde los primeros días de vida del niño.

Algunos factores aumentan las posibilidades de que el niño desarrolle sordera, como presentar una malformación congénita que afecte a la capacidad auditiva, antecedentes familiares de hipoacusia en la infancia, o que la madre haya sufrido infecciones intrauterinas en el embarazo

Los especialistas coinciden en la importancia de un diagnóstico precoz que permita iniciar cuanto antes el tratamiento de la pérdida de la capacidad auditiva y favorecer un desarrollo adecuado de las capacidades del paciente. Es necesario que los padres permanezcan alerta ante manifestaciones que indiquen la posibilidad de que el pequeño padezca un trastorno auditivo; así, si observan que tienen un retraso en el desarrollo del lenguaje en comparación con otros niños de su edad, si creen que su capacidad de atención y concentración son escasas, o no responde adecuadamente a los estímulos sonoros, es conveniente que lo consulten con el pediatra.

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Algunos factores pueden aumentar las posibilidades de que el niño desarrolle sordera, como presentar una malformación congénita que afecte a la capacidad auditiva, que alguno de sus familiares haya tenido hipoacusia durante la infancia, o que la madre haya sufrido infecciones intrauterinas durante el embarazo, entre otros. Ciertas patologías endocrinas, como el hipotiroidismo, también pueden influir para que se produzca una pérdida de audición.

Los niños, además, pueden sufrir una pérdida de audición temporal a consecuencia de un exceso de cerumen o de una infección en los oídos, como la otitis media. Si esto ocurre, hay que acudir inmediatamente a un especialista para que valore el problema e instaure el tratamiento adecuado.

Fuente: GAES

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Actualizado: 1 de agosto de 2017

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