Beneficios del baile para los niños: cuándo y cómo empezar
Actualizado: 4 de mayo de 2023
En cuanto un niño oye música tiende a ponerse a bailar de forma espontánea –hasta los bebés lo hacen–, con más o menos ritmo, dando rienda suelta a su expresión corporal. Es una actividad lúdica para los menores pero, además, y sin darse apenas cuenta, están haciendo un ejercicio realmente saludable tanto para su cuerpo, como para su mente.
Numerosos estudios muestran los beneficios del baile para los niños en diversos ámbitos, que van desde la evolución de su estructura corporal, a la mejoría a nivel cognitivo, pasando por otros tan importantes como la consecución de un bienestar emocional. Por ejemplo, un ensayo realizado en Suecia comprobó que esta actividad influyó positivamente en la salud de adolescentes que tenían problemas de estrés y síntomas psicosomáticos. ¡Qué excelente medicina es la danza!
En palabras de Kattalin Sarasola, miembro de la Sociedad Española de Fisioterapia en Pediatría (SEFIP) y fisioterapeuta pediátrica en el bilbaíno centro de neurorehabilitación infantil Airoa: “la danza es una forma de comunicación artística y de expresión de emociones, sentimientos, pensamientos, imágenes y estados de ánimo del ser humano. También es un medio para entretenerse, divertirse y disfrutar con movimientos rítmicos del cuerpo. Por tanto, es una actividad sumamente beneficiosa en la formación del niño, al satisfacer su necesidad de expresión y creación a través del conocimiento de su propio cuerpo, ayudándolo a descubrir las múltiples capacidades de movimiento que posee, de acuerdo a su estado evolutivo y a su nivel de rendimiento, canalizando de esta manera su potencial creativo y energético”.
7 beneficios del baile para niños y niñas
- Es una actividad física muy completa. A nivel cardiovascular, aumenta el ritmo cardiaco y la capacidad pulmonar. Fortalece los músculos y mejora la flexibilidad. También facilita la mejor asimilación del calcio, algo que en periodos de crecimiento es realmente positivo. Además, ayuda a combatir el sobrepeso.
- Mejora el equilibrio (estático y dinámico) y la coordinación, e influye positivamente en el control corporal. Hay que realizar diferentes movimientos a una velocidad determinada. Además, pensemos lo que supone para la agilidad y el equilibrio de un niño bailar flamenco subido en unos tacones, por ejemplo.
- Es muy bueno para la concentración y la memoria. Atender a los pasos, recordar secuencias de movimientos, repetir las coreografías hasta aprendérselas… Incluso algunos estudios apuntan a que mejora el rendimiento escolar. Activa diversas áreas cerebrales, dando la oportunidad al cerebro de crear nuevas conexiones (neuroplasticidad).
- Desarrolla el sentido del ritmo y el oído musical, ya que hay que ajustar el movimiento a la melodía. De hecho, la especialista en danza por el CPAE y fisioterapeuta Patricia Morán indica que: “el ritmo es fundamental para realizar cualquier movimiento, ya sea simple o complejo. Gracias a la música que acompaña a la clase de danza, se puede trabajar la velocidad a la hora de ejecutar un movimiento, lo que nos permitirá aprender a controlarlo. El área cerebral que controla el ritmo se activa junto a otras cuando bailamos, por lo tanto, cuanto más bailemos, más practicaremos la activación de esa área e iremos perfeccionando los movimientos”.
- Ayuda al niño a liberar tensiones, a aumentar su autoestima y a ganar en confianza en sí mismo. Además, a los peques les es más fácil desinhibirse a la hora de bailar y no les da tanta vergüenza como a los adultos.
- Les ayuda a relacionarse con otros niños de edades similares, y por lo tanto es una actividad socializadora. El movimiento corporal que se produce al jugar bailando refuerza la identidad grupal y fortalece la integración de la personalidad. Permite trabajar la comunicación verbal y no verbal.
- Genera felicidad porque al bailar se liberan endorfinas. Son muchos los estudios que han demostrado que bailando se generan sensaciones positivas y se aleja la depresión, el estrés y la ansiedad.
Cuándo pueden empezar a bailar los niños
Y ya que el baile les divierte y les libera, hay que aprovechar este disfrute casi innato para apuntarles a clases desde edades tempranas. Según Esther Mortes, especialista en pedagogía de la danza y directora de la escuela valenciana que lleva su nombre: “la edad ideal para comenzar a bailar sería 4-5 años, puesto que tenemos cierta autonomía motora y se está desarrollando el lenguaje y el conocimiento del medio lo que permitirá que haya un buen aprendizaje motor practicando a través del ensayo-error”. Y añade que “además de la edad, es importantísimo que al niño le guste bailar, puesto que la motivación es fundamental”.
Desde ese momento la danza será una excelente compañera de viaje durante todo el desarrollo y crecimiento de los niños, y además les irá inculcando valores tan esenciales como son el esfuerzo y la constancia.
Bailar jugando para los menores de cinco años
Bailar es beneficioso sea cual sea el estilo o tipo de baile que practiquemos, aunque el gran abanico de estilos y disciplinas existente nos permite adaptarlo a todas las necesidades y gustos. Por ejemplo, lo más adecuado para los niños más pequeños (menores de cinco años) son las clases de predanza, de iniciación, en las que el juego cobra mucha importancia y no hay una gran exigencia a nivel físico: solo hay que moverse y divertirse, expresando lo que la música le sugiere a nuestro cuerpo. Es más, en muchas de estas clases los padres pueden entrar a bailar con sus pequeños. Para estas edades, la zumba para niños sería, por ejemplo, una buena elección, ya que mezcla diferentes ritmos y combina música con ejercicios aeróbicos. Permite a los pequeños liberar energía y no requiere de mucha disciplina.
Coreografías a partir de los siete u ocho años
Posteriormente ya estarán más preparados para aprender coreografías, ser más disciplinados, y poder dar estructura a los movimientos de forma consciente. Según la fisioterapeuta pediátrica y miembro de la Sociedad Española de Fisioterapia en Pediatría (SEFIP) Kattalin Sarasola, “la edad ideal para comenzar a estudiar danzas más complejas, como clásico o contemporáneo, es a partir de los siete u ocho años”, pudiendo exigirles más y enseñarles más técnica. Además, a partir de estas edades sus cuerpos ya pueden realizar mayores esfuerzos físicos.
Ajustar la exigencia del baile a su desarrollo
Evidentemente, cada niño es un mundo y ellos mismos irán mostrando sus preferencias y lo que se adapta mejor a sus capacidades; lo que es fundamental es “acompañar a los alumnos en el proceso de aprendizaje del tipo de danza que se haya escogido porque así seremos capaces de ir ajustando la exigencia al desarrollo y crecimiento de los niños. Además, debemos tener claro los objetivos que nos marcamos en cada clase, tanto grupales, como individuales, para que todos los alumnos lleguen a alcanzar su máximo en la disciplina escogida”, indica la pedagoga de danza Ester Mortes.
Clases de baile para niños: consejos para que las disfruten
Para que los niños saquen el mayor partido a los beneficios de la danza, lo ideal es apuntarles a clases en las que un profesional la enfoque como una actividad dirigida. En ese caso, las sesiones serán diferentes según la edad de los niños.
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Duración de las clases
Aunque con los más pequeños no se puede seguir una estructura de la actividad tan férrea, sí que es recomendable realizar una rutina que les vaya acostumbrando a las clases. “Para mantenerse motivados es imprescindible estar atentos y concentrados, por lo que la clase tendría que durar una hora y, dependiendo de la edad de los bailarines que formen el grupo, la distribución del tiempo debería cambiar”, señala la especialista en pedagogía de la danza Esther Mortes.
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Calentamiento para prevenir lesiones
En general, sea cual sea la edad, es importante siempre realizar un calentamiento previo que prepare los músculos con los que luego vamos a bailar. Es fundamental conseguir una correcta colocación corporal para evitar lesiones. Ni que decir tiene que los niños deberán llevar ropa y calzado cómodos, a no ser que la modalidad de baile elegida requiera algo especial como zapatos de tacón, falda larga, tutú, u otro tipo de accesorios.
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El baile como un juego que incorpore otros elementos
La clave de las clases de baile para los mas pequeños de la casa es proporcionarles diversión a través del movimiento, con saltos, palmadas (muy adecuadas para ir cogiendo el ritmo), percusión, e incluso recurriendo al uso de ciertos elementos como disfraces, bastones, pelotas… Sin embargo, tal y como explica la directora de la escuela de danza Esther Mortes: “en los grupos donde los alumnos ya tengan entre siete y 12 años la exigencia tanto a nivel motor, como a nivel atencional, debe aumentarse”.
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Expresión corporal y creatividad
En la parte central de la clase, en el caso de los pequeños de cuatro o cinco años “conviene recurrir a cursos de expresión corporal o de iniciación a la danza, en los cuáles el niño irá conociendo poco a poco el espacio y trabajará sobre la rítmica. También puede incluirse la creatividad a través de la improvisación”, señala Kattalin Sarasola, fisioterapeuta pediátrica en el centro de neurorehabilitación infantil Airoa.
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Un tiempo para el baile libre
En esta etapa los niños aprenden a través del juego algunas técnicas experimentando ellos mismos cómo trabaja cada músculo. En líneas generales, “en una primera etapa la danza infantil se compone de movimientos sencillos, organizados en un marco espacio-temporal concreto”, añade la experta, que también considera “interesante que dentro de la clase haya un espacio para el baile libre. Una opción puede ser ofrecer diferentes ritmos y que los niños los sigan, pero cada uno con su estilo”.
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Estiramientos para relajar los músculos
Finalmente, es esencial cerrar las sesiones de baile con estiramientos que vayan relajando los músculos y flexibilizando las articulaciones. Por supuesto, también se pueden plantear de forma divertida para los pequeños, mientras que los de los mayores “pueden ser más estructurados y dinámicos, porque ya hay más conciencia corporal”, indica la fisioterapeuta Patricia Moran.
Creado: 7 de abril de 2022