Cómo ayudar a tus hijos a hacer amigos
Actualizado: 29 de noviembre de 2023
El concepto de amistad se puede desdibujar a ojos de los niños en estos tiempos en que las redes sociales están llenas de amigos, de seguidores que nos reafirman con sus comentarios o likes, pero que no comparten momentos con nosotros ni forman parte de relaciones más profundas. Sin embargo, nos encontramos ante uno de los valores más importantes que les podemos inculcar, un pilar fundamental en su desarrollo emocional e incluso moral.
Y es que, la amistad “es esencial para promover las relaciones interpersonales y la convivencia adecuada en la infancia. En la amistad, los niños se percatan de cuándo uno de ellos está alegre o, por el contrario, está triste y tratan entonces de alegrarlo, jugar con él… La amistad es un valor o concepto general que engloba otros más específicos como la empatía, la sensibilidad, la solidaridad, la confianza en uno mismo y en los demás, el autocontrol, etcétera”, explica la psicóloga Elvira Sánchez-Igual, miembro de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE).
Factores que pueden interferir en los lazos de amistad infantil
Que nuestros hijos sean socialmente activos y cuenten con amigos que les aporten estabilidad emocional es un deseo de todos los progenitores. Sin embargo, lograr esto a menudo no es algo sencillo y no todos los niños tienen facilidad para relacionarse y formar vínculos de amistad, por diferentes motivos. De hecho, una de las conclusiones del estudio Concepciones acerca de la amistad: un estudio exploratorio con niños españoles e inmigrantes afincados en la Comunidad de Madrid señala como causas que pueden entorpecer el proceso de formación de la amistad:
- Ciertos rasgos de personalidad, como la introversión o la falta de habilidades sociales.
- Una mala conducta.
- Aislamiento social, causado por la exclusión a la que se ven sometidos algunos niños por el resto de sus compañeros de clase.
En definitiva, la experta Sánchez-Igual deja claro que: “Se debe educar en amistad desde la primera infancia. Además, en la sociedad en la que vivimos, hay que esforzarse para que los niños entiendan la amistad como el afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece mediante las interrelaciones entre los seres humanos”.
Por su parte, la pedagoga terapéutica, psicopedagoga y psicoterapeuta María José Roldán añade: “En general, la amistad podría recibir más atención tanto en la familia, como en el sistema educativo. Modelar la amistad en casa y apoyar programas escolares que fomenten la cooperación puede tener un impacto positivo y sería necesario para así modelar unas buenas interacciones sociales”.
Nosotros, como padres, debemos acompañarlos en este camino y estar muy presentes, trabajando las habilidades necesarias y actuando cuando surge algún problema. Vamos a ver cómo podemos ayudarles a aprender y practicar la amistad.
Importancia de la amistad en la primera infancia
Los niños más pequeños todavía no comprenden la amistad. Teniendo como referentes a sus padres y con una marcada tendencia al egocentrismo, no se preocupan, a nivel afectivo, del resto de pequeños que les rodean. Es evolutivo; no están preparados para compartir y relacionarse con sus iguales de forma, digamos, comprensiva.
Por tanto, en estos primeros años es muy importante entender que han de reafirmar su yo porque comienzan a tener conciencia de su propia identidad. Así, es habitual que surjan berrinches, rabietas y conductas rebeldes en general que: “Aun siendo rasgos de conducta negativos, son necesarios para reafirmar la conciencia de sí mismo. La ausencia total de oposición podría indicar que el niño sigue considerándose prolongación de las personas de apego, retrasando su aprendizaje como ser individual con capacidades propias”, advierte la psicóloga Elvira Sánchez-Igual.
Pero, evidentemente, esto no es impedimento para mantener relaciones de amistad. Es esencial que los adultos “les enseñemos a gestionar emociones; modelar comportamientos positivos y ayudarles a expresar sus sentimientos contribuirá a un mejor manejo de las rabietas y peleas. Poner nombre a las emociones propias y entenderlas les ayudará a comprender las emociones ajenas y potenciar así la empatía necesaria para tener buenas relaciones sociales”, aconseja María José Roldán.
Así, en los niños pequeños se distinguen dos etapas en sus relaciones de amistad:
- Amistad desde los 3 a los 6 años: esta experta indica que: “En general, alrededor de los 3-4 años, muchos niños comienzan a hacer amigos, aunque también puede ocurrir a edades más tardías como entre los 5 y 6 años, dependiendo de las características personales de cada niño”. En estas edades va surgiendo la necesidad de aceptación por parte de los demás y veremos cómo nuestros pequeños comienzan a relacionarse más intensamente con sus iguales y a nombrar a ciertos niños como sus “amiguitos”. Nosotros debemos fomentar y procurar esos primeros vínculos de amistad, y estar atentos a posibles problemas que puedan plantearse. También podría surgir algún amigo imaginario, que no tiene por qué ser nada alarmante y que irá desapareciendo conforme el pequeño vaya madurando.
- Amistad de los 7 a los 10 años: posteriormente, hacia los 8 años, suelen ir apareciendo los “mejores amigos” y la amistad toma una relevancia especial en la vida de los niños porque ya tienen en cuenta la opinión de los otros y ven a sus amigos como personas en las que pueden confiar. Sobre los 10 años tienden a formar grupos o pandillas, pero también les gusta contar con un amigo más íntimo, con el que tienen muchas cosas en común y al que le deben lealtad.
El juego como recurso para fomentar la amistad infantil
“¿Quieres jugar conmigo?”, es lo que un niño suele decir cuando se acerca a otro para intentar establecer el comienzo de una relación de amistad. Y es que: “En la infancia, la amistad se centra en compartir actividades, juguetes y crear experiencias divertidas juntos a través de juegos. Las habilidades clave que necesitan los niños para hacer amigos incluyen la empatía y la capacidad de escuchar y compartir. Practicar el juego en grupo contribuye al desarrollo de estas habilidades, así como aprender a resolver conflictos. Cada vez que juegan es una nueva oportunidad para potenciar estas habilidades y aumentar su autoestima; es por eso por lo que las relaciones interpersonales juegan un papel fundamental en la infancia”, expone la psicopedagoga y psicoterapeuta María José Roldán.
El juego es algo básico para el proceso de socialización y mediante él los pequeños suelen tener menos problemas para interactuar. A partir de ahí, como explica Elvira Sánchez-Igual, de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), “el juego es una actividad social propia del ser humano, se da en todas las edades y significa que somos capaces de disfrutar en relación con otros. Supone un encuentro lúdico placentero e implica confiar en los compañeros de juego. Mientras juegan, las personas se sienten desinhibidas y conectan emocionalmente entre ellas. En la infancia, el juego es una necesidad fundamental para alcanzar el desarrollo adecuado. A través del juego, el niño va incorporando nuevos aprendizajes en su vida cotidiana; además de ser una necesidad biológica y fisiológica, ya que el juego es para el niño un vehículo de expresión de emociones y sentimientos que contribuye a su conciencia social y le ayuda en la adaptación al ambiente”.
Al aire libre, juegos de mesa, actividades artísticas, juegos de imitación, bailes, videoconsolas… Adaptados a las edades de los niños, compartir los juegos es algo que va fortaleciendo los lazos de amistad. Además, estos momentos de juego permiten a los padres observar a sus hijos y descubrir sus fortalezas o, por el contrario, ámbitos en los que podrían necesitar ayuda.
Consejos para que los padres ayuden a sus hijos a hacer amigos
Como hemos visto, aunque el valor de la amistad se haya de trabajar también en el ámbito escolar, se debe inculcar desde la familia. Además, hay que seguir trabajando en ello durante toda la infancia, e incluso la adolescencia, para construir y potenciar una red de amistades basada en relaciones positivas. Para conseguirlo, te damos una serie de consejos y pautas:
- Enséñales qué es la amistad real: como bien expone la psicóloga Sánchez-Igual, es importante “que conozcan quién es un buen amigo y por qué, cómo se comportan los buenos amigos, cómo mantener una buena amistad: preocuparse por sus compañeros, esforzarse por hacer algo útil en beneficio de los amigos… El niño amigo es el que no pelea con sus compañeros, comparte sus juguetes y conversa con los demás niños, trata de ayudar a un compañero que ha procedido mal explicándole lo incorrecto de su actuación, o trata de convencerlo de que ha infringido las reglas sin ir a quejarse a la maestra”. Además, la experta añade: “Saber distinguir entre la amistad real y la amistad circunstancial es clave para no llevarse más decepciones de las necesarias”.
- Cultiva tus propias amistades: una vez más, nosotros somos un importante ejemplo para nuestros hijos. Ellos aprenderán habilidades sociales observando cómo nosotros nos relacionamos con nuestros amigos, e irán identificando el concepto de amistad y lo importante que es. Por otro lado, muchas veces sucede que facilitamos las relaciones de nuestros hijos si nuestros amigos también tienen niños.
- Invita a otros niños a casa: además de promover esa amistad que puede estar surgiendo, tú podrás conocer mejor a esos otros niños de forma más individual, y ver cómo se relaciona tu hijo con ellos. Vecinos, amigos del parque, compañeros del colegio… Eso sí, procura fomentar actividades creativas y de interacción entre ellos; no te limites a encender la televisión. ¿Sabías que según el investigador y profesor de la Universidad de Kansas Jeffrey Hall son alrededor de 200 las horas que se necesitan para alcanzar un nivel de intimidad suficiente y forjar una amistad? Es evidente que, como dice el refrán, “el roce hace el cariño”; y a aquellos amigos a los que dedicamos más tiempo tienen más probabilidades de convertirse en mejores amigos, pero la forma en que se emplea el tiempo es igualmente importante. Hay que divertirse y disfrutar. Poco a poco, también irán compartiendo momentos difíciles con sus amigos.
- No les obligues a relacionarse. La psicopedagoga María José Roldán aconseja: “Si notas que tu hijo tiene dificultades para interactuar, sé un observador activo. Anímale, pero no fuerces. Proporciona oportunidades para el juego y, si es necesario, da pequeñas sugerencias para unirse a otros niños. Si aun así le cuesta, lo ideal es que comience a interactuar con otros niños en pequeño grupo, o de uno en uno y, progresivamente, aumentar la interacción con otros niños”. Elvira Sánchez-Igual añade: “Hay niños que por sus rasgos de personalidad suelen ser más introvertidos, y tener pocos amigos no les supone ningún problema. Habría que actuar cuando el tener pocos lazos de amistad genera ansiedad, tristeza o conductas negativas”.
- Escucha a tus hijos y dialoga con ellos. Según la experta Roldán, “cuando tus hijos atraviesan altibajos con amigos, escucharlos sin juzgar es clave. Ofrece consejos sencillos acordes a su entendimiento, personalidad y capacidad y permíteles proponer soluciones. Enseñar habilidades de resolución de problemas les será beneficioso a largo plazo. No les des las soluciones, lo que importa es que les guíes para encontrar aquellas que les hagan sentir mejor en un momento determinado”.
Creado: 29 de noviembre de 2023