La alimentación durante el primer año de vida del bebé
Actualizado: 4 de mayo de 2023
Las recomendaciones de expertos y pediatras recuerdan que la alimentación de los bebés debe basarse de forma exclusiva en la lactancia materna durante los seis primeros meses de vida, ya que ésta aporta todos los nutrientes necesarios para el recién nacido. A partir de entonces, y aunque la leche materna seguirá siendo el alimento principal, se pueden ir añadiendo de forma progresiva, y sin seguir ningún orden específico, nuevos alimentos, que serán parte de lo que se conoce como alimentación complementaria. Pero, por la seguridad del bebé, durante el primer año de vida no debe tomar determinados alimentos que sí consumimos los adultos, como pueden ser la leche de vaca, las carnes procesadas, o las espinacas; ni tampoco otros que se anuncian como específicamente diseñados para este grupo de población, pero que tienen una gran concentración de azúcares. Os explicamos qué alimentos están prohibidos en la dieta de un bebé y de cuáles otros es mejor prescindir al menos durante su primer añito de vida.
La palabra lactante, en su significado académico, engloba el periodo que abarca los doce primeros meses de vida del bebé. Como la propia palabra indica, por tanto, durante ese periodo el alimento principal de un bebé debería ser la leche materna. Es más, como explica el pediatra Carlos Casabona, autor de Tú eliges lo que comes, durante los seis o siete primeros meses de vida el bebé “no necesita ningún otro alimento; es decir, la lactancia materna es suficiente, de manera exclusiva, para nutrirlo en ese período de tiempo”. Durante esos seis primeros meses, la expresión lactancia materna exclusiva implica también que “no es necesario ofrecer agua (el 90% del peso de la leche es agua), zumos, jugos, o infusiones de ningún tipo” a los niños.
A partir de ese momento, y hasta el año, la lactancia materna seguirá siendo la fuente principal de energía, “complementándose con los primeros alimentos que se pueden ir incorporando de manera paulatina”. Con estos alimentos se cubrirían, según la pediatra Gloria Colli, de Hospiten Estepona, “las necesidades nutricionales del niño que está creciendo”. En el caso de que no haya sido posible instaurar la lactancia materna, o la madre haya optado por la leche artificial como fuente principal de alimento, regirían los mismos conceptos aunque, según Casabona, “se debe advertir siempre a la familia de que esta opción entraña más riesgos”.
Una alimentación que respete los ritmos naturales del bebé
Pese a estas recomendaciones, es habitual que en las consultas de pediatría se incite a los padres a empezar a introducir cereales en la dieta de los bebés a partir de los cuatro o cinco meses, algo que, en palabras de Gloria Colli, “no es necesario ni conveniente, ya que la leche ya aporta todas las proteínas y la grasa necesarias para el crecimiento y el desarrollo”.
No en vano, aunque a esa edad el aparato digestivo de los bebés puede estar preparado ya para digerir otros alimentos, los pequeños “aún no se sientan solos, persiste el reflejo que hace que empujen el alimento fuera de la cuchara, y darles de comer es muy difícil”. Y, lo que es más peligroso, “adelantar la alimentación complementaria disminuye la duración de la lactancia materna, que debería prolongarse hasta los 2 años”.
En la misma línea se expresa Carlos Casabona, que añade que intentar adelantar los ritmos naturales del bebé en contra de las recomendaciones de organismos como la OMS o la Asociación Española de Pediatría (AEP), implica “el uso de la cuchara, una textura demasiado fina del alimento, además de no permitir que sea el lactante el que pueda escoger entre varios alimentos que tienen forma, volumen, aroma y sabor específicos, y distinta estructura”.
Creado: 14 de febrero de 2017