Autismo en niños: características e indicadores

El autismo, que se caracteriza por una conducta estereotipada, repetitiva y restringida, y dificultades para relacionarse, se suele manifestar en los primeros años de vida. Conoce los síntomas en niños.
Niño con signos de autismo

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Por: José González Sancho

Periodista especializado en salud y bienestar

Actualizado: 1 de abril de 2024

Qué es el autismo: características en niños

El autismo es un trastorno neuropsiquiátrico, que generalmente se manifiesta durante los tres primeros años de vida, y que afecta la capacidad de una persona para comunicarse, socializar e interactuar con el mundo que lo rodea. Se considera un trastorno del espectro autista (TEA) porque puede variar en gravedad y presentación, afectando a cada persona de manera diferente. Se caracteriza por:

  • Aislamiento social.
  • Dificultades para comunicarse (lenguaje, mímica...).
  • Patrones estereotipados de conducta, es decir, gestos o expresiones que se repiten sin variación.

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Las personas con autismo pueden tener dificultades para entender las normas sociales y las señales sociales sutiles, lo que puede afectar su capacidad para establecer y mantener relaciones sociales significativas. Pueden tener dificultades para comunicarse verbalmente y no verbalmente, lo que puede hacer que les resulte difícil compartir pensamientos y sentimientos con los demás.

Las personas con autismo también pueden tener intereses y comportamientos repetitivos y estereotipados, lo que puede limitar su flexibilidad en las actividades diarias. Además, pueden tener problemas para procesar la información sensorial, lo que puede hacer que ciertas experiencias sensoriales (como la luz, el sonido o el tacto) sean abrumadoras o incómodas.

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Es importante tener en cuenta que las personas con autismo pueden tener fortalezas y habilidades únicas, como una gran atención al detalle y una excelente memoria visual. Con el diagnóstico y los tratamientos adecuados, las personas con autismo pueden alcanzar un alto nivel de funcionamiento y llevar vidas plenas y significativas.

Causas del autismo en niños

Las causas del autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), son múltiples y complejas, y no se conocen con exactitud, pero se sabe que en este trastorno del desarrollo neurológico complejo están involucrandos una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales. Aunque la investigación en esta área ha avanzado significativamente, aún hay mucho por descubrir. A continuación, vamos a intentar describir algunas de sus posibles causas y los factores de riesgo más aceptados en la comunidad científica:

  • Factores genéticos: existe una fuerte componente genética en el TEA. Además, se han identificado varios genes o anomalías genéticas que pueden contribuir al desarrollo del autismo. Estos genes suelen estar implicados en el desarrollo del cerebro o en la comunicación entre células cerebrales. Y se ha demostrado que hay una mayor incidencia de autismo en familias con antecedentes de trastornos del espectro autista. Así, se sabe que los hermanos de niños con autismo tienen una probabilidad más alta de también tener el trastorno.
  • Factores biológicos: las diferencias en ciertas áreas del cerebro pueden jugar un papel en el TEA. Estudios realizados a personas con autismo demuestran que tienen irregularidades en varias regiones del cerebro, que pueden ocurrir debido a mutaciones genéticas o alteraciones en el crecimiento cerebral en etapas tempranas del desarrollo fetal. En concreto, se cree que las anormalidades en la conectividad neuronal y el desarrollo cerebral pueden contribuir al autismo. En particular, se ha observado una disfunción en la comunicación entre las neuronas y una sobreconexión entre ciertas regiones del cerebro en individuos con autismo. Estos cambios pueden afectar la forma en que el cerebro procesa la información sensorial y afecta la cognición y el comportamiento social.
  • Factores ambientales: además, los estudios también han identificado factores ambientales que pueden aumentar el riesgo de autismo, como la exposición prenatal a sustancias tóxicas, metales pesados, y pesticidas, así como la edad avanzada de los padres.
  • Complicaciones durante el embarazo y el parto: complicaciones durante el embarazo o el parto, como bajo peso al nacer, parto prematuro, o hipoxia (falta de oxígeno durante el parto), pueden aumentar el riesgo de TEA.

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Prevalencia del autismo

A nivel mundial se estima que 5 de cada 10.000 personas presentan autismo clásico. La prevalencia aumenta si se tiene en cuenta a los niños que tienen síntomas más leves, aumentando entonces la cantidad a 21 de cada 10.000 personas. Según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, la prevalencia del autismo es de aproximadamente 1 de cada 54 niños.

Este trastorno lo pueden presentar individuos de cualquier raza y cultura, y con diferentes niveles socioeconómicos. Sin embargo, la incidencia en niños es cuatro veces mayor que en niñas, y las tasas de prevalencia son más altas en niños afroamericanos e hispanos que en niños blancos no hispanos.

También se ha observado un aumento en la detección y el diagnóstico del autismo en las últimas décadas, lo que puede explicar parte del aumento en la prevalencia. Sin embargo, se cree que hay factores genéticos y ambientales que también contribuyen al aumento en la prevalencia del autismo.

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Síntomas del autismo en los niños

Los síntomas del trastorno del espectro autista (TEA) en niños pueden variar ampliamente debido a la naturaleza de espectro del trastorno. Sin embargo, existen varios indicadores tempranos y síntomas que pueden aparecer más tarde. La detección temprana y la intervención pueden marcar una diferencia significativa en el desarrollo y la calidad de vida del niño. A continuación, se describen algunos de los síntomas que pueden ayudar a saber si un niño padece autismo:

Indicadores precoces

Estos pueden ser notados en niños muy pequeños, incluso antes de los 2 años de edad:

  • Retrasos en el desarrollo del habla: no balbucea, hace gesto o dice ninguna palabra al año de edad.  
  • No señala ningún objeto hasta los 12 meses.
  • No responde a su nombre: el niño puede no girar la cabeza o mirar cuando se le llama por su nombre.
  • No pronuncia palabras hasta los 16 meses, o frases de dos o más palabras hasta aproximadamente los dos años.
  • No establece un contacto visual correcto.
  • Alinea de manera excesiva los juguetes u otros objetos.
  • Comportamientos repetitivos: realizar movimientos repetitivos, como aletear las manos, balancearse o girar objetos de manera repetitiva.
  • Rutinas o rituales específicos: distress significativo ante pequeños cambios en la rutina o el entorno.
  • Intereses limitados o intensos: fascinación por un tema o juguete específico, excluyendo otros intereses.
  • Reacciones inusuales a estímulos sensoriales: Hipersensibilidad o insensibilidad a sonidos, luces, tacto, olores o sabores.
  • No sonríe ni muestra receptividad social.
  • Interés limitado en interactuar con otros: falta de interés en jugar o interactuar con otros niños o adultos.

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Indicadores tardíos

Estos síntomas pueden ser más evidentes a medida que el niño crece y empieza a requerir habilidades sociales y comunicativas más complejas:

  • Problemas con las habilidades sociales: dificultad para compartir intereses o empatizar con los demás. No tiene interés en hacer amigos.
  • Dificultades en la comunicación verbal y no verbal: problemas para usar y entender el lenguaje hablado, gestos, expresiones faciales y tono de voz. No es capaz de comenzar o mantener una conversación.
  • Intereses restringidos: preocupaciones intensas con intereses específicos. Es poco imaginativo a la hora de jugar.
  • Utiliza un lenguaje repetitivo.
  • Comportamientos repetitivos y rutinas rígidas: tiene insistencia en seguir rutinas exactas, dificultad para manejar el cambio,  cualquier intento de modificarlas le genera una gran angustia. Sus comportamientos repetitivos pueden interferir con la vida diaria.
  • Muestra un apego excesivo a determinados objetos.
  • Desafíos en la regulación emocional: dificultad para manejar emociones, lo que puede resultar en reacciones intensas o inusuales a situaciones estresantes.

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Cabe destacar que cada niño con autismo es único, y los síntomas pueden variar en severidad y naturaleza. Algunos niños pueden mostrar signos de habilidades avanzadas en áreas específicas, también conocidas como habilidades "espléndidas" o "islas de inteligencia", mientras que otros pueden tener desafíos significativos en varios aspectos de su desarrollo.

La evaluación y diagnóstico tempranos son cruciales para poder proporcionar las intervenciones y el apoyo adecuados. Si se sospecha de autismo, se recomienda buscar la orientación de un profesional de la salud especializado en TEA para una evaluación completa.

Autismo en niños

Diagnóstico del autismo en niños

El diagnóstico del trastorno del espectro autista (TEA) en niños implica un proceso detallado y multifacético, dado que no existe una prueba médica única, como un análisis de sangre o una imagen cerebral, para diagnosticar el autismo. En cambio, el diagnóstico se basa en la observación del comportamiento del niño y el desarrollo de sus habilidades sociales y comunicativas. 

El médico hará un cuestionario a los padres para reunir toda la información posible sobre la conducta y el desarrollo del menor. Pueden utilizar herramientas de cribado específicas para detectar señales de autismo, como el M-CHAT (Modified Checklist for Autism in Toddlers) para niños pequeños. Si se identifican preocupaciones, el pediatra puede referir a un especialista. Así, si existen sospechas de que el niño pudiera padecer este trastorno se le someterá a una evaluación integral, en la que participan un psicólogo, un neurólogo, un psiquiatra, un terapeuta del lenguaje, y otros especialistas capacitados para diagnosticar a los niños con autismo. 

Es importante tener en cuenta que el diagnóstico del autismo puede ser un proceso largo y complejo. Lo mejor es intentar alcanzar un diagnóstico precoz, y ya se dispone de medios para detectar este trastorno antes de los 24 meses de edad.

En general, el diagnóstico del autismo se realiza mediante una evaluación multidisciplinaria, que puede incluir:

  • Evaluación de un especialista en trastornos del espectro autista (TEA): este especialista es a menudo un psiquiatra, psicólogo, o neurólogo con experiencia en el diagnóstico y tratamiento de TEA. 
  • Evaluación del desarrollo y la conducta: esto implica realizar pruebas estandarizadas para observar al niño en diferentes situaciones y evaluar su comportamiento, habilidades sociales y comunicativas, el desarrollo del lenguaje e interacciones sociales, y juego. Esto puede incluir la utilización de herramientas de diagnóstico estructurado, como la ADOS (Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo).
  • Evaluación médica: esto puede incluir exámenes médicos y pruebas de laboratorio para descartar otras condiciones que puedan afectar el desarrollo o el comportamiento, como problemas auditivos.
  • Evaluación de necesidades educativas y de apoyo: aparte de las evaluaciones para el diagnóstico, es importante evaluar las necesidades educativas y de apoyo del niño para planificar intervenciones adecuadas.

Una vez completado el proceso de evaluación, los especialistas pueden determinar si el niño cumple con los criterios para el TEA según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) u otros manuales diagnósticos. Si se diagnostica a un niño con autismo, el equipo de especialistas trabajará con la familia para desarrollar un plan de tratamiento y apoyo adaptado a las necesidades individuales del niño.

Tratamiento del autismo en la infancia

El tratamiento del trastorno del espectro autista (TEA) en la infancia es fundamentalmente personalizado, teniendo en cuenta las necesidades individuales de cada niño, ya que los síntomas y su severidad varían ampliamente de unos pequeños a otros. No hay una cura para el autismo, pero hay varias intervenciones y terapias que pueden ayudar a mejorar las habilidades sociales, de comunicación y cognitivas de los niños, así como a manejar comportamientos desafiantes. Una intervención a tiempo, apropiada e intensiva, mejorará el pronóstico de los menores con autismo. Actualmente, existen diferentes programas educativos y de comportamiento para tratar al niño autista, que incluyen actividades constructivas y ayudas visuales que resultan útiles.

  • Terapia conductual: consiste en el entrenamiento de comportamientos empleando la psicología conductista; se estimulan las actuaciones deseables, y se limitan los indeseables. Así, se centra en ayudar al niño a adquirir habilidades sociales y de comunicación, a través de técnicas de modelado, recompensa y refuerzo positivo, así como en reducir comportamientos problemáticos. Tanto los padres como los educadores deben ser entrenados previamente para poder realizar esta terapia con los niños. 
  • Terapia ocupacional y de habla: pueden ayudar a los niños con autismo a mejorar la comunicación y las habilidades motoras finas, como la coordinación ojo-mano y la integración sensorial.
  • Programa de educación especial: la educación especializada puede incluir la enseñanza en un aula especial o en un aula regular con apoyo adicional, adaptaciones y modificaciones del currículo, y otros servicios de apoyo. Está orientada a favorecer el desarrollo del lenguaje comunicativo y la interacción con otras personas. Las escuelas a las que acuda el menor deben tener material adecuado y personal cualificado para ayudar al niño a desarrollar el lenguaje y facilitar su integración social. 
  • Terapia de juego: puede ayudar a los niños con autismo a aprender habilidades sociales y emocionales a través del juego estructurado y la interacción social.
  • Farmacoterapia: en los casos en que el niño no responda a otro tipo de tratamiento, el médico le puede prescribir algún fármaco. La terapia farmacológica puede ser útil para tratar ciertos síntomas del autismo, como la ansiedad o la hiperactividad.
  • Análisis de Comportamiento Aplicado (ABA): es una de las terapias más ampliamente reconocidas y basadas en la evidencia para niños con TEA. Utiliza técnicas de refuerzo para mejorar habilidades sociales, de comunicación y de aprendizaje.
  • Terapias de desarrollo y sociales: programas como el Modelo Denver de Atención Temprana, que se centran en el juego y las interacciones sociales para fomentar el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales.
  • Comunicación Aumentativa y Alternativa (AAC): uso de sistemas de comunicación, como dispositivos de salida de voz o tableros con símbolos, para aquellos con dificultades severas de habla.
Autismo en niños

Pronóstico del autismo

El pronóstico para los niños con TEA varía ampliamente, dependiendo de la severidad de los síntomas, el nivel de inteligencia y la capacidad de comunicarse. La evolución del trastorno depende de cada persona; algunas necesitarán asistencia cuando sean adultas, mientras que otras conseguirán vivir de manera independiente. El pronóstico será peor en los niños cuyo cociente intelectual sea bajo, y en aquellos que no sean capaces de hablar de manera comprensible antes de los 5 años.

Los niños con autismo que reciben intervenciones tempranas y adecuadas, como terapia conductual y ocupacional, terapia del habla, programas educativos y apoyo familiar, pueden mejorar significativamente su funcionamiento y calidad de vida. Sin embargo, los niños con autismo grave pueden enfrentar mayores desafíos y necesitarán apoyo constante durante toda su vida.

En resumen, el pronóstico del autismo en niños es altamente variable y depende de muchos factores, incluyendo la edad de inicio, la gravedad de los síntomas, la presencia de otras condiciones médicas o psicológicas y la calidad y tempranez de los tratamientos y apoyos recibidos. Es importante que los niños con autismo reciban un diagnóstico y tratamiento tempranos para maximizar su capacidad de mejora.

Ver más información en nuestro especial sobre el autismo.

Creado: 5 de octubre de 2010

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