Estrés en los niños: cómo ayudar a tus hijos a gestionarlo
Actualizado: 21 de noviembre de 2023
El estrés es un proceso normal que se activa cuando percibimos riesgos reales o imaginarios, o nos enfrentamos a situaciones difíciles, y también ocurre en la población infanto-juvenil para quiénes el rendimiento académico, las relaciones sociales o los problemas familiares pueden suponer importantes fuentes de estrés. Podemos afirmar que, al menos en un primer momento, la respuesta de estrés es “sana” y, al igual que en los adultos, ayuda a los niños a hacer frente a lo que desde la psicología denominamos “estresores ambientales”, ya que, gracias a la respuesta de estrés, se producen una serie de cambios que permiten afrontar los problemas de forma eficaz.
La respuesta de estrés hace que aumenten la atención y la concentración y disminuyan los tiempos de reacción, pero, también en el caso de los menores, tener demasiadas fuentes de estrés o que permanezcan en su entorno demasiado tiempo puede ser perjudicial y tener consecuencias negativas tanto para su salud física y emocional, como para su desempeño social, familiar y académico. Los adultos que convivimos con niños y adolescentes somos los primeros encargados de facilitar su detección y ayudarles a gestionar sus niveles elevados de estrés.
Cómo se manifiesta el estrés en los niños
Niños, adolescentes y adultos comparten el mismo proceso de estrés básico enunciado en los años 30 del siglo pasado por Hans Selye: el Síndrome General de Adaptación (SGA), que describe tres fases en la respuesta de estrés:
En los niños también es importante considerar cómo valoran ellos la situación estresante y su capacidad para hacerle frente; un aspecto que es fundamental para gestionarlo. Cuando el estrés es excesivo o demasiado prolongado, tanto adultos como niños manifiestan ciertos síntomas. En el caso de los niños es el momento en el que aparecen irritabilidad, rabietas, una activación excesiva en los más pequeños y cambios repentinos de humor, así como la verbalización de una sensación de desbordamiento o de “no poder más” en los adolescentes.
Consecuencias negativas del estrés en los niños
Podemos entender la respuesta de estrés como algo “normal y sano” cuando se encuentra delimitada en su intensidad y duración, pero cuando el estrés es demasiado frecuente o intenso o dura demasiado, abre la puerta a consecuencias negativas que en los niños se manifiestan especialmente en las siguientes áreas:
- Problemas de salud física: cuando el niño está estresado pueden aparecer dolores de cabeza, problemas digestivos o para dormir, alteraciones en el ritmo cardiaco y afecciones dermatológicas, entre otros.
- Afecta su salud emocional: sufren trastornos de ansiedad, problemas de irritabilidad excesiva, alteraciones en el estado de ánimo, depresión infantil, baja tolerancia a la frustración y baja autoestima.
- Conflictos sociales y familiares: debido a la irritabilidad y la baja tolerancia a la frustración surgen más conflictos en sus relaciones sociales y familiares, sobre todo con sus padres y hermanos.
- Merma su rendimiento cognitivo: baja la capacidad de atención, disminuye la concentración, tienen dificultades para tomar decisiones, sensación de bloqueo, problemas de aprendizaje, reducción de la memoria a corto plazo…
- Peor desempeño académico: como consecuencia del descenso del rendimiento cognitivo, experimentan dificultades académicas como peores calificaciones o suspensos, falta de participación en actividades extraescolares, conflictos con compañeros y dificultades de planificación y estudio.
Causas de estrés en los niños: por qué se estresan tus hijos
Cabe señalar que los estresores infantiles pueden estar más o menos presentes en función de la edad. En los niños pequeños es frecuente encontrar estresores relacionados con la separación de sus figuras de apego o el abandono, mientras que entre los siete y 12 años son los problemas con hermanos o compañeros, así como el rendimiento académico, sus principales fuentes de estrés.
En la etapa de la adolescencia, los principales estresores son los cambios corporales, la preocupación por el aspecto físico, los problemas de identidad y la relación con el otro sexo.
En definitiva, podríamos señalar que, a pesar de las diferencias personales, familiares o ambientales, los más pequeños reciben estrés en su entorno derivado principalmente de las siguientes áreas:
- Familia: discusiones familiares, separación de los padres, carencia de adultos en los que apoyarse porque los padres están ausentes (física o emocionalmente), nacimiento de hermanos, problemas económicos, enfermedad o fallecimiento familiar, o cambios de residencia.
- Relaciones sociales: cambio en las relaciones sociales, integración en nuevos grupos de amigos, conflictos con los amigos, pérdidas de amigos y situaciones de acoso o de maltrato.
- Colegio: exceso de tareas y exámenes, contexto escolar muy demandante, sobrecarga de actividades extraescolares, cambio de centro, actitud de algunos profesores (demasiado exigentes o normas que no están claras y suspensos), acoso escolar.
- Salud: nos referimos especialmente a los problemas crónicos de salud con episodios recurrentes que interfieren en la vida del niño mediante hospitalizaciones, tratamientos prolongados, o ausencias reiteradas al colegio o aislamiento social.
- Aspectos psicológicos: en gran parte tienen que ver con la percepción de un mundo inseguro e inestable que demanda demasiado y no saben cómo afrontar, además de la baja autoestima y poca confianza en sí mismo. A su vez, el temperamento difícil, la timidez y la falta de gestión emocional, son predictores importantes del estrés en la infancia.
10 consejos para ayudar a los niños a gestionar el estrés
Vivimos en una época en la que la psicopatología infanto-juvenil está en boca de todos. Las altas tasas de jóvenes con problemas emocionales son realmente preocupantes. Por ello, es importante ayudar a los menores a gestionar sus niveles de estrés como primera medida para cuidar su salud mental.
Ya seas padre o docente, te damos unas pautas para que puedas ayudar a tus hijos o alumnos a gestionar mejor el estrés:
- Intenta hacer una buena gestión del tiempo de tus hijos: no les sobrecargues de planes extraescolares que no les interesan. Los niños deben tener tiempo para no hacer nada, e incluso aburrirse. En la sociedad actual los niños necesitan cada vez más estar en casa en pijama y zapatillas. Sin prisas por salir.
- Haz las cosas con tiempo y planificación para hacerles entender el sentido de saber organizarse. ¿Te has preguntado alguna vez cuántas veces repites la frase ‘¡Venga que llegamos tarde!’?
- Reduce el tiempo de uso de los dispositivos electrónicos: cuando los menores abusan de ellos reciben un exceso de estímulos que les estresan. Pueden usarlos en tiempos establecidos y limitados de antemano.
- Enséñale a identificar sus fuentes de estrés: si se encuentra más nervioso o estresado pregúntale qué le preocupa, qué es aquello por lo que siente que debe esforzarse tanto.
- Habla con tu hijo, pregúntale cómo se siente, e intenta darle alguna pauta para que pueda hacer frente a aquello que le agobia: simplemente poder compartir su estrés con alguien y saber que cuenta con tu ayuda reducirá sus niveles de estrés.
- Ayúdale a tener un diálogo interno positivo: la valoración que hacemos de lo que nos ocurre es fundamental para sentirnos más o menos estresados. Cuando ante una situación negativa pensamos que carecemos de recursos ésta se convierte en estresante. Sin embargo, cuando nos sentimos preparados para afrontarla, ésta se vuelve desafiante. Por eso, no solo es importante dotar de recursos a los niños para afrontar las situaciones temidas, sino que aprendan ellos mismos a valorar sus propias capacidades y habilidades y fomentar en ellos un autodiálogo positivo dirigido a un “lo conseguiré”.
- Cuida sus pautas de sueño: intenta que se acuesten pronto, pues el descanso es fundamental para gestionar el estrés infantil.
- Cuida su alimentación: el exceso de azúcares puede sobre activarlos y dificultar el afrontamiento del estrés.
- Fomenta la actividad física, mejor si es en equipo, pues de esta forma aprenderán a tolerar la frustración y el trabajo en equipo.
- Facilita sus relaciones sociales: el apoyo social funciona como un importante amortiguador del estrés y de emociones negativas como la ansiedad y la tristeza.
Creado: 21 de noviembre de 2023