Perfil del acosador escolar
Actualizado: 21 de julio de 2022
Una de las mayores dificultades que se encuentra el profesional de la salud o terapeuta que trata de realizar una intervención sobre el acosador escolar es descubrir qué es lo que dio origen a esa conducta; además, la falta de conciencia de estar haciendo algo indebido va a ser el mayor obstáculo tanto para pedir ayuda terapéutica, como para que cuando se le asigna la puedan asumir y resulte eficaz.
En algunos casos el origen de la conducta de acoso escolar o bullying proviene precisamente de haber sufrido malos tratos o acoso él mismo por parte de otros compañeros y, en ocasiones, de haberlo sufrido en su propia casa, y que la violencia que ejerce ahora contra otros sea la forma en que exterioriza cómo se siente al respecto. Pero otro motivo puede ser también la frustración que le provoca un deficiente desempeño académico, que le empuja a poner en su punto de mira a un compañero con más éxito en los estudios –al que considera un empollón–, haciéndole así objeto de su acoso.
La personalidad del menor acosador se va reforzando en su deseo de quedar por encima de otros, a la vez que siente una acuciante necesidad de conseguir la aceptación social, por lo que dicha conducta le va a ir formando como persona y se mantendrá durante la edad adulta, en la que este tipo de individuos se suelen caracterizar por tener una baja capacidad de empatía, problemas en las relaciones con los demás –sobre todo en la intimidad–, un escaso nivel de frustración, sin apenas control de sus emociones, y una acusada tendencia a no responsabilizarse de sus actos.
Es muy importante corregir esta conducta desde que el niño es pequeño cuando los padres o profesores se dan cuenta de alguna conducta agresiva por su parte. En estos casos siempre hay que intervenir, no tanto para regañarle y reprenderle por su actitud, como para educarle y enseñarle a expresarse sin agresividad y tratando a los demás con el mismo respeto con el que quiere que le traten, y haciéndole entender que hay otros modos de hacer las cosas, sin molestar al resto.
El acoso es una manera de expresión de la agresividad; es decir, el acosador encuentra un chivo expiatorio sobre el que desahogarse. Por ello, cuando se quiere intervenir en el menor se ha de analizar de dónde proviene esa agresividad y, sobre todo, darle herramientas para que pueda expresarse de forma constructiva y positiva, sin necesidad de hacer mal a nadie.
Teléfono de ayuda contra el acoso escolar: 900 018 018
Creado: 9 de diciembre de 2013