Miles de mujeres sobreviven al cáncer de mama; están curadas, pero muchas sufren secuelas físicas a consecuencia de los tratamientos que eliminaron el tumor. Conoce sus efectos adversos a corto y largo plazo y cómo combatirlos.
Alteraciones en los huesos y la masa muscular tras el cáncer de mama
Las secuelas del cáncer de mama también pueden dejarse notar en las articulaciones, huesos y en un posible aumento o descenso de la masa muscular.
Los inhibidores de la aromatasa, que es el tratamiento para el cáncer de mama que reciben las mujeres postmenopáusicas, reducen los niveles de la hormona estradiol, provocando una reducción de la densidad ósea y, por lo tanto, se incrementa el riesgo de fracturas. También este fármaco y el tamoxifeno causan rigidez y dolor en las articulaciones.
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Síntomas articulares y óseos en pacientes con tumores mamarios
Dolor articular y óseo: puede ir desde un ligero malestar que comienza cuando se inicia el movimiento (por ejemplo, al echar a andar) y que se pasa a los pocos minutos, a dolores agudos.
Pérdida de densidad ósea: en la densitometría que se practica regularmente a las enfermas de cáncer de mama tratadas con terapia hormonal, se aprecia una menor densidad de calcio en la estructura ósea.
Tratamiento de problemas articulares tras el cáncer de mama
Cualquier tipo de malestar o dolor debe consultarse con el oncólogo. En función de los resultados de la densitometría y de la analítica valorará que tratamiento puede ayudar a mitigarlos:
Analgésicos: el oncólogo recomendará que fármacos pueden aliviar los dolores articulares y óseos.
Tratamiento farmacológico: Existen algunos fármacos para aumentar la masa ósea, como bifosfonatosauqnue o denosumab, pero siempre se deben tomar bajo la estricta prescripción del médico especialista, ya que no están exentos de efectos secundarios.
Suplementos para reforzar los huesos: el oncólogo, en función de los resultados de las pruebas analíticas, valorará también prescribir suplementos de calcio y vitamina D para mantener los huesos fuertes.
Mantener un peso saludable: los kilos de más contribuyen a dañar las articulaciones, y suponen un esfuerzo para la estructura ósea.
Practicar deporte: hoy todos los oncólogos insisten en los beneficios que reporta realizar ejercicio físico en el dolor articular y óseo que provocan los tratamientos hormonales. Caminar, nadar, practicar marcha nórdica, correr, hacer yoga, pilates, aquagym, aerobic… Las posibilidades son infinitas.
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Pérdida de masa muscular y obesidad sarcopénica
Una de las secuelas de los tratamientos del cáncer es la pérdida de masa muscular, lo que disminuye la cantidad de calorías diarias que el organismo necesita. Pero, la paciente, al ingerir las mismas provoca que se acumule mayor cantidad de grasa produciendo una situación llamada obesidad sarcopénica.
Entre síntomas pueden darse:
Menos fuerza: la paciente nota que tiene menos fuerza en su musculatura, que le cuesta realizar algunas actividades cotidianas, como abrir un tarro de cristal, o que camina más lentamente.
Ganancia de peso: esa falta de fuerza y cansancio provocan un mayor sedentarismo, que por un lado aumenta la atrofia muscular y, por otro, que la paciente gaste menos calorías de las que toma con la alimentación, convirtiéndose en grasa acumulada.
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Tratamiento de la sarcopenia tras el cáncer de mama
El ejercicio físico de forma controlada por un especialista aumenta la masa muscular, que ayuda a regular el metabolismo.
Llevar una alimentación variada y equilibrada, con menos grasa y rica en futas y verduras y un aporte correcto de proteínas.