La piel va evolucionando y modificándose con los años. Así, una misma persona puede pasar por varios tipos de piel a lo largo de su vida. Durante la infancia suele ser más seca, se hace más grasa al llegar a la pubertad y se mantiene grasa o mixta durante la edad adulta, haciéndose extremadamente sensible durante la menopausia o la vejez. Por tanto, a cada edad los cuidados de la piel son diferentes, así:
- La piel de los niños y los ancianos es particularmente sensible a los rigores invernales y es frecuente que padezcan fisuras y escamas, para ellos la Sociedad Española de Dermatología recomienda la utilización de jabón de avena y una hidratación intensiva habitual. También se debe usar de manera diaria crema con protección solar, pues aunque sea invierno o esté nublado los rayos del sol pueden dañar la epidermis.
- Si tienes menos de 30 años lo más importante es que limpies bien tu rostro de la polución y el maquillaje todas las mañanas y todas las noches. También en esta etapa se debe utilizar una crema específica para cada tipo de piel y una sesión de exfoliación una vez a la semana, si tienes la piel muy sensible puedes hacerlo cada más tiempo.
- Si estás en la treintena no debes olvidar hacerte mascarillas faciales una vez a la semana para nutrir la piel, que pierde colágeno con el tiempo. A la vez hay que usar una crema para el contorno de ojos y un sérum antes de aplicar la crema hidratante.
- A partir de los cuarenta los cuidados son mucho más específicos de cada tipo de piel, con exfoliaciones, sérums y con cremas de noche mucho más nutritivas.
Por otra parte, algunas enfermedades dermatológicas como el eritema pernio (sabañones), la psoriasis o la dermatitis atópica empeoran en invierno. Si padeces alguna de estas afecciones, una visita al dermatólogo es inexcusable en esta época del año independientemente de la edad que tengas.