Con un bajo nivel de serotonina resulta más difícil controlar el enfado
18/09/2011
Los cambios en los niveles de la sustancia química cerebral conocida como serotonina, que habitualmente se producen cuando alguien no ha comido o sufre estrés, afectan a aquellas zonas cerebrales que se encargan de regular el enfado, de acuerdo con un estudio realizado por la Cambridge University (Reino Unido), que ha publicado Biological Psychiatry.
La investigación, en la que han participado personas sanas, ha revelado que, con unos bajos niveles de serotonina, puede resultar más complicado para el cerebro controlar la reacción emocional frente a la cólera.
Los bajos niveles de serotonina ya habían sido vinculados a los comportamientos agresivos, pero este estudio demuestra por primera vez cómo esta sustancia contribuye a regular la conducta en el cerebro, y ayuda a esclarecer la razón por la que determinadas personas tienen una tendencia más acusada a atacar a los demás.
Durante la investigación, los científicos alteraron los niveles de serotonina de los participantes manipulando su alimentación. Para reducir la serotonina, les administraron una combinación de aminoácidos que no contenía triptófano, un elemento necesario para que se forme serotonina. Cuando les tocaba placebo, por el contrario, se les administraba la misma combinación, añadiéndole triptofán.
A continuación, utilizaron la técnica de imagen por resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear el cerebro de los voluntarios al tiempo que veían caras que mostraban expresiones de tristeza, enfado, y neutralidad, para evaluar la reacción y la forma de comunicarse entre sí de distintas áreas del cerebro, según el tipo de rostro que estuviesen contemplando en ese momento.
Los autores del estudio comprobaron así que cuando los niveles de serotonina se encuentran bajos se debilita la comunicación entre determinadas zonas del cerebro localizadas en el sistema límbico emocional (amígdala) y los lóbulos frontales. Emplearon también un cuestionario para analizar la personalidad de los voluntarios y determinar quiénes tenían una predisposición natural para adoptar comportamientos agresivos, y pudieron observar que, en estos individuos, cuando disminuía el nivel de serotonina, la comunicación entre el cortex prefrontal y la amígdala era todavía más débil comparados con el resto.
Luca Passamonti, uno de los colaboradores en el estudio, opina que, aunque las personas que han participado en la investigación estaban sanas, los resultados conseguidos resultan relevantes para conocer mejor una gran variedad de trastornos psiquiátricos. A este respecto, señala que las conclusiones de la investigación podrían servir para ayudar a desarrollar nuevas terapias que alivien los síntomas de ciertas enfermedades, como el desorden explosivo intermitente, que se caracteriza porque los pacientes sufren intensos ataques de violencia que no pueden controlar y que se pueden desencadenar, por ejemplo, al contemplar una cara con expresión enfadada.
Actualizado: 29 de mayo de 2020