Si te has decidido a decorar tu cuerpo con un tatuaje, toma nota de las precauciones a tener en cuenta y los cuidados básicos que requiere para preservar la salud de tu piel y conseguir un resultado satisfactorio.
Lucir un tatuaje dejó de ser una cuestión tabú hace tiempo. A pesar de que no hace mucho este tipo de ornamentos eran impopulares por las connotaciones que se les atribuían, en la actualidad cada vez son más las personas que decoran su cuerpo con figuras y motivos de todo tipo. Según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) al menos un 30% de la población entre 20 y 40 años es España tiene al menos un tatuaje. Algunos de ellos, llegan incluso a ser auténticas obras de arte. No obstante, existen muchos factores relacionados con la prevención y el cuidado del tatuaje que son determinantes para conseguir un resultado satisfactorio.
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Un tatuaje consiste en dar forma a un dibujo sobre nuestra piel mediante punciones con las que se introducen pigmentos de color en la dermis (la capa que tenemos debajo de la epidermis). En definitiva, se trata de una herida abierta que, como cualquier otra, es un foco de infecciones que hay que vigilar y cuidar. Esto último es primordial para que un tatuaje quede lustroso y perdure en perfecto estado a lo largo del tiempo.
Precauciones antes de tatuarte
Pero el cuidado de un tatuaje comienza incluso antes de hacérselo. Hay que tener en cuenta una serie de factores para que el diseño deseado no se vaya al traste y, sobre todo, para no poner en peligro la salud de tu piel. Algunas precauciones básicas son:
Elegir el establecimiento adecuado: asegúrate de que el local cumple unos mínimos requisitos higiénicos-sanitarios. Las instalaciones han de estar habilitadas correctamente, bien equipadas y limpias. Lo más parecidas posible a una clínica médica.
Ponerse en manos de un buen profesional: para poder ejercer esta práctica, todo tatuador debe contar con la formación adecuada y poseer una habilitación. Observa que mantenga las medidas higiénicas adecuadas en su trabajo.
Evitar tatuarse en zonas con lesiones cutáneas: es muy arriesgado tatuarse en lugares de tu cuerpo en los que haya verrugas, lunares, cicatrices, quemaduras, etcétera. Más peligroso todavía es hacerlo si tienes lesiones cutáneas como psoriasis o liquen.
Cuidado con las alergias: algunos productos que se utilizan para realizar un tatuaje, especialmente las tintas, pueden causar reacciones alérgicas. Mira los componentes y, en caso de duda, solicita una prueba de alérgenos antes de tatuarte.
Pensar que el resultado no será el mismo en todas las partes del cuerpo: tenemos zonas corporales que, por las características de la piel o su exposición a las agresiones externas, hacen más complicada la conservación del tatuaje en su estado inicial. Por ejemplo, en el cuello, al ser la piel más elástica, existe el riesgo de que el diseño se deforme con el paso de los años. Asimismo, en el caso de las manos o los pies, al estar muy expuestas al roce, el dibujo se desgastará rápidamente y puede que incluso haya partes que desaparezcan.
Tener en cuenta que hay zonas más dolorosas que otras: en nuestro cuerpo hay unas regiones más sensibles que otras, por lo que el dolor que tendrás que soportar durante la sesión dependerá del lugar donde quieras hacerte el tatuaje. Así, mientras hay partes, como el antebrazo, en las que a priori se sentirá una molestia moderada, existen otras, como el pecho o las costillas, que pueden llegar a ser un suplicio. No obstante, todo depende de tu umbral de dolor.
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Establecimientos donde tatuarse: exigencias higiénicas
Los establecimientos donde se realizan tatuajes deben reunir una serie de exigencias higiénico-sanitarias que ofrezcan garantías de seguridad al cliente. Este aspecto está regulado por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, cuya normativa establece, de manera generalizada, que:
Las instalaciones han de contar con cuatro áreas diferenciadas: la sala de espera, la de trabajo, la de limpieza del material y los aseos.
Estos establecimientos deben encontrarse limpios, ventilados, desinfectados, ordenados y bien conservados.
Está prohibida la presencia de animales en cualquiera de las salas de este tipo de centros.
Los utensilios y materiales que se utilicen para perforar la piel deben ser de un solo uso o, en su defecto, estar convenientemente esterilizados. El tatuador tiene que retirar el envoltorio de esos productos delante del cliente.
El profesional que vaya a realizar un tatuaje ha de estar vacunado frente a la hepatitis B y el tétanos para evitar contagios al paciente.
Debe además cumplir una serie de normas higiénicas básicas, como son lavarse las manos antes y después de cada actuación, utilizar guantes quirúrgicos de un solo uso, cubrirse la boca con una mascarilla, tapar con plástico impermeable sus heridas, vestir ropa de trabajo exclusiva y no fumar, comer o beber en las áreas de trabajo.