Pere León
20 de junio de 2013
Concienciar a la población acerca del peligro de una exposición continua y silenciosa a las ondas electromagnéticas perjudiciales que todos padecemos día a día. Es el objetivo que persigue ‘La Buena Onda’ (Ed. Grijalbo), la última publicación de Pere León. Tras años creando entornos más habitables y saludables en todo el mundo, este geobiólogo y arquitecto catalán nos presenta la geobiología como la disciplina que estudia las relaciones entre los seres vivos y los diferentes tipos de onda, tanto las naturales como las generadas por las telecomunicaciones y la actividad humana. Un manual compuesto por información, consejos prácticos y el testimonio de personas que han encontrado las claves para crear espacios más saludables. Y es que acciones tan simples como cambiar la posición de la cama en nuestro dormitorio puede mejorar nuestra calidad de vida y evitarnos importantes patologías como el insomnio, la depresión del sistema inmunológico e incluso el cáncer.
En ‘La Buena Onda’ aseguras que no quieres ser alarmista. Sin embargo, se describen numerosos casos de personas que han enfermado debido a la exposición continuada de diferentes tipos de ondas sobre nuestro organismo. ¿Dónde encontramos en nuestro día a día esa amenaza ‘silenciosa’ que suponen algunas ondas para la salud?
Sin ir más lejos, los teléfonos inalámbricos de uso doméstico de marcas muy conocidas emiten altas frecuencias las 24 horas del día y es muy frecuente encontrarte con esos aparatos en la mesilla de noche de cualquier casa. A veces nos preocupa más aquella antena que tenemos enfrente de casa, mientras que el verdadero problema lo tenemos dentro. También hay muchas viviendas con instalaciones eléctricas deficientes y que tienen mucha fuga de campo eléctrico, por ello es muy importante asegurarnos de que tenemos en casa la toma de tierra bien conectada. Estamos expuestos continuamente a los campos magnéticos en forma de radiodespertadores y otros electrodomésticos que generan una resistencia. También hay que tener en cuenta el caso de edificios por los que pasan líneas de alta tensión pegadas a la fachada, lo que supone un campo magnético constante para sus moradores que, a la larga, puede provocar enfermedades.
¿Ante que síntomas deberíamos empezar a preocuparnos sobre el efecto de estas ondas en nuestra salud?
Los síntomas más típicos son despertarse entre las tres y las cuatro de la madrugada, levantarse más cansado incluso que cuando te fuiste a dormir, sentir dolor articular, dolores continuos de cabeza o padecer resfriados crónicos que no terminan de curarse… En definitiva, no te sientes revitalizado con el descanso. Otro indicador es que tus hijos se despierten sistemáticamente a media noche y vengan a tu cama. Son síntomas que a menudo la gente los encuentra ‘normales’, habituales en su día a día, e incluso se toman con resignación que son incapaces de dormir. Lo curioso es cuando estas personas se van un fin de semana de vacaciones y consiguen descansar plenamente. En estos casos, muchas veces es un error atribuir ese descanso placentero a ‘estar relajado y de vacaciones, alejado de las preocupaciones diarias’. El cuerpo necesita descansar día tras día. Cuando dormimos perdemos la consciencia, y si hay algo que te impide que puedas dormir bien, lo vas a notar enseguida. En este sentido, hay diferencias: los hombres, por lo general, no lo notamos, mientras que las mujeres sí lo hacen. Ellas son mucho más sensitivas.
Cuando oímos hablar del efecto perjudicial de las ondas, nos suelen venir a la cabeza las antenas telefónicas, ¿hasta qué punto es cierto el posible efecto cancerígeno que tienen para nuestra salud?
Últimamente hemos sido testigos de una gran polémica, con sentencias incluidas, sobre la presencia de antenas de telefonía situadas en las cercanías de colegios. Se ha demostrado la coincidencia en la presencia de esos aparatos con la aparición de cáncer y muertes de niños. Sin embargo, cada vez hay más conciencia sobre este tema. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado recientemente que la presencia de campos electromagnéticos de alta frecuencia –es decir, las antenas telefónicas– podría duplicar e incluso triplicar la aparición de cáncer en la población que vive en su entorno. Sin embargo, resulta curioso que, varios meses después, la propia OMS desmintió este manifiesto, supongo que por algún tema de intereses. El ejemplo lo tenemos en que hemos tenido que esperar casi quinientos años para que nos digan que el tabaco es un agente cancerígeno. Un caso similar ocurrió con la uralita en Canadá, el principal productor de este material y que lo prohíbe dentro de sus propias fronteras… Este libro lo que pretende es proporcionar la información necesaria para que cada uno tome sus propias decisiones.
A veces nos preocupa más aquella antena que tenemos enfrente de casa, mientras que el verdadero problema lo tenemos dentro con los teléfonos inalámbricos
Además, en la actualidad vivimos en un mundo altamente tecnificado. Encontramos redes inalámbricas (wifi) que inundan el espacio público y que en los últimos años están generando un intenso debate acerca del efecto que pueden provocar en la salud…
Cada vez en mayor medida apreciamos un aumento de personas electrosensibles a raíz de la presencia masiva de estos campos electromagnéticos. Especialmente en los últimos tiempos, hemos ido sumando y añadiendo a nuestro entorno vital nuevas frecuencias de onda que, si bien nuestro cuerpo no reconoce de forma natural porque no las vemos ni oímos, sí impactan en animales como, por ejemplo, las abejas. La longitud de onda de las redes wifi se acopla a su diminuto cuerpo, lo que provoca que se desorienten, no sepan volver a su panal y veamos una creciente desaparición de estos insectos. Es un problema del que poco a poco iremos conociendo sus efectos, como en el ejemplo de las abejas y la consecuente pérdida de polen de los bosques… Nadie duda del avance que suponen las redes inalámbricas, el problema reside en que estamos implantando una serie de tecnologías sin habernos hecho previamente las preguntas sobre los efectos que causarán en nuestra salud. Se trata de un tema muy discutido desde que salieron al mercado los primeros microondas, que emiten ondas pulsantes que generan un movimiento de las moléculas y que afectan al cuerpo humano. El problema reside en el uso indebido que hacemos de esa tecnología. Prácticamente en cada casa hay un router continuamente encendido y que emite unas ondas que podemos detectar con un smartphone desde cualquier punto de la vivienda. Yo recomiendo apagar siempre estos aparatos wifi a la hora de irse a dormir, cuando ya no los necesitamos. Incluso muchas veces no es ni siquiera necesario estar conectado a una red wifi: la obligada conexión inalámbrica del teléfono móvil puede sustituirse en el caso del portátil por un cable enchufado directamente al router en casa, o incluso en el trabajo. Tendremos como resultado una conexión mucho más rápida y, sobre todo, más saludable para nuestro cuerpo. Es un tema importante: cada vez tenemos mayor coincidencia de niños con trastornos de déficit de atención con presencias masivas de redes wifi que emiten altas frecuencias en su entorno.
Nadie duda del avance que suponen las wifi, el problema reside en que estamos implantando una serie de tecnologías sin habernos hecho previamente las preguntas sobre los efectos que causarán en nuestra salud
Consejos para evitar 'malas ondas'
¿Crees necesaria una mayor concienciación por parte de la sociedad para crear espacios más saludables para vivir?
Absolutamente. El problema está en que la geobiología aún no está reconocida en muchos países. Poco a poco se va introduciendo en muchos ámbitos, como el sanitario, o recientes cursos en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, por ejemplo, donde existe una especialidad en ‘bioconstrucción’. Mucha gente confunde el fengshui –más de moda– con la geobiología, que es la parte que estudia estos procesos. En definitiva, los geobiólogos analizamos la relación existente entre la tierra y la vida, por lo que creo que cada vez habrá mayor número de proyectos que tendrán en cuenta estos estudios, para evitar casos de ‘edificios enfermos’, muy polémicos en los últimos años. Muchas personas que trabajan o viven día a día en esta clase de edificios sufren de forma constante radiaciones en espacios cerrados, mala ventilación, presencia de materiales sintéticos y campos eléctricos continuos. Son deficiencias que favorecen la aparición de enfermedades, como la fibromialgia, lipoatrofia o sensibilidad química múltiple. Por desgracia, una de cada mil personas es electrosensible en España. Una cifra que va aumento en todo el mundo.
Cada vez tenemos mayor coincidencia de trastornos de niños con déficit de atención con presencias masivas de redes wifi que emiten altas frecuencias en su entorno
¿Cómo identificamos si vivimos en un lugar apto y libre de estas ondas? ¿Qué opinan los médicos sobre la geobiología?
En este sentido, hay ejercicios que podemos llevar a cabo en casa, y que explico en ‘La Buena Onda’, para permitirnos descubrir si dormimos o no en un lugar geopático. Aún se considera en muchas ocasiones a esta disciplina como un método alternativo y poco reconocido. Aunque cada vez son más los médicos que se van sumando al estudio de la geobiología y que se van rindiendo ante la evidencia. Estamos en el camino de ese reconocimiento. De hecho, en otros países como Alemania, Bélgica o Francia, es muy común realizar un estudio previo a la hora de comprar una casa para saber si se trata de un lugar biótico, es decir, apto para el desarrollo saludable de la vida. Nos pasamos una tercera parte de nuestra vida durmiendo: si llegamos a vivir, por ejemplo, noventa años, treinta de ellos nos los pasaremos descansando. Es por ello que es importantísimo dónde lo hacemos para que esos sesenta años restantes estemos vitales, no enfermemos, y nuestro cuerpo se sienta en forma.
Recomiendo apagar siempre estos aparatos wifi a la hora de irse a dormir, cuando ya no los necesitamos
En ‘La Buena Onda’ podemos encontrar una recopilación de consejos prácticos para evitar una incidencia perjudicial de las ondas sobre nuestro organismo y, más concretamente, sobre nuestro descanso. ¿Puede adelantarnos alguna?
Con actos pequeños podemos mejorar sustancialmente la calidad de nuestro descanso diario. Entiendo que apagar el router cada noche puede resultar molesto pero, por ejemplo, ¿por qué no le acoplamos un reloj temporizador que nos desconecte el aparato durante las horas de sueño?
Muchas veces, un simple cambio de posición del lugar donde dormimos puede resultar milagroso
Otro consejo sería no dormir nunca al lado de radio despertadores enchufados a la corriente. Si los quieres usar, que sean modelos con pilas. También es muy importante comprobar la toma de tierra de tu vivienda: algo que se puede hacer de forma sencilla con un buscapolos y que nos dirá si, por ejemplo, nos está radiando la lamparita de la mesilla de noche.
Otro acto incorrecto que solemos hacer todos: dormir junto al teléfono móvil para utilizarlo como despertador. Podemos hacerlo, pero es aconsejable activar el ‘Modo Avión’ para evitar que altas frecuencias estén durante toda la noche en contacto con nuestra cabeza. Así mismo, desaconsejo el uso de camas articuladas enchufadas durante todo el tiempo de descanso a la corriente eléctrica. Generan un campo eléctrico similar al que sentiríamos si nos tumbáramos sobre una parrilla. Sólo con llevar a cabo estos pequeños cambios, ya empezaremos a notar un descanso mucho más placentero. Si aún así no consigues descansar bien, gira de posición tu cama y observa durante unos días cómo te sientes. Muchas veces, un simple cambio de posición del lugar donde dormimos puede resultar milagroso.