Miles de mujeres sobreviven al cáncer de mama; están curadas, pero muchas sufren secuelas físicas a consecuencia de los tratamientos que eliminaron el tumor. Conoce sus efectos adversos a corto y largo plazo y cómo combatirlos.
Linfedema, secuela de la cirugía para tratar el cáncer de mama
El linfedema consiste en la hinchazón del brazo por la acumulación excesiva de líquido en el tejido por un mal funcionamiento del sistema linfático. Es frecuente que en la cirugía que se practica para extirpar el tumor canceroso de la mama, si el análisis del ganglio centinela es positivo, también se extraigan los ganglios linfáticos de la axila y se practique una linfadenectomía, con el objetivo de intentar evitar que el cáncer se extienda a nivel linfático. Y es que, como explica la fisioterapeuta oncológica Ángela del Río, “el sistema linfático es tan importante como el venoso”. Tiene dos funciones:
Drenaje: los ganglios se encargan de recoger la linfa del brazo para que no se acumule en él. Cuando se extirpan se corre el riesgo de que se estanque líquido intersticial en el brazo y que este se inflame, causando el linfedema. Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer, el riesgo de desarrollar linfedema es de hasta un 10%, pero aumenta hasta el 20-25% si la paciente recibe radioterapia. Es un trastorno que puede aparecer a los pocos días de la cirugía, o hasta 30 años después, aunque en el 75% de los casos, según la AECC, aparece en el primer año tras la cirugía, como una ligera hinchazón o una inflamación que afecta a todo el miembro superior, incluidos el antebrazo, la mano y los dedos.
Inmunitario: el sistema linfático también actúa como defensa de las infecciones. Por este motivo, la mujer debe prestar mucha atención a no producirse heridas o quemaduras pequeñas en el brazo afectado y, si ocurren, curarse enseguida, ya que corre un gran riesgo de que se infecten. De hecho, el linfedema puede presentar complicaciones como micosis o infección por hongos, erisipela (una infección que afecta a la piel) y linfangitis o infección de los vasos linfáticos.
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Factores de riesgo y síntomas del linfedema
Los factores de riesgo que pueden predisponer a que la paciente con cáncer de mama desarrolle linfedema, según indica la fisioterapeuta oncológica Ángela del Río, son:
Haber tenido una infección o complicación después de la cirugía para extirpar el tumor y los ganglios linfáticos.
Los síntomas más frecuentes que presenta el linfedema son:
Desde una ligera inflamación del brazo, a un gran edema que afecta a todo el miembro.
Sensación de pesadez.
Endurecimiento de algunas zonas.
Dolor o dificultad en la movilidad del brazo.
Tratamiento del linfedema
El objetivo del tratamiento del linfedema es conseguir un drenaje linfático, para que aunque los ganglios se hayan extirpado, el líquido pueda discurrir. “El linfedema no tiene cura, pero sí tratamiento fisioterapéutico”, afirma Paloma Domingo, fundadora de la Asociación Española de Linfedema (AEL). Precisamente en AEL abogan por una intervención antes de la cirugía, que consiste en medir el contorno del brazo que puede desarrollar el linfedema, realizar una valoración muscular y articular, y empezar con medidas preventivas a los pocos días de la operación, como:
Hacer ejercicio físico terapéutico personalizado, indicado y vigilado por un fisioterapeuta: “Tras la cirugía recomendamos algunos ejercicios, pero respetando los tiempos de cicatrización”, señala Paloma Domingo. Los ejercicios de drenaje se basan en ejercicios respiratorios diafragmáticos y torácicos y movimientos suaves del brazo afectado, como contracciones y estiramientos. Estos movimientos se pueden realizar a los pocos días de la operación, tal y como indicarán el médico o las enfermeras en el propio hospital. La tabla que se practica es “diferente, con una ejecución menor y un entrenamiento progresivo”, señala Ángela del Río. Una vez que se ha completado el periodo de cicatrización, los ejercicios se pueden realizar con el brazo sumergido bajo el agua, “ya que la presión que ejerce esta facilita el drenaje linfático”, aclara esta experta.
Drenaje linfático manual: son masajes especiales, que se aplican con movimientos suaves y lentos y muy precisos, cuya misión es que los líquidos intersticiales se movilicen.
Medidas de compresión: cuando aparece el linfedema, se recomienda el uso de unos manguitos de compresión, como una especie de media que se adapta al tamaño del brazo, y que hay que llevar durante el día y mientras se practican los ejercicios.
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Cirugía para tratar el linfedema
Existen, además, tratamientos quirúrgicos que se suelen llevar a cabo cuando los primeros no logran remitir los síntomas del linfedema y esta afección impide que la paciente pueda mover el brazo o vestirse:
Supramicrocirugía o cirugía de derivación linfovenosa: consiste en derivar diminutos vasos linfáticos de entre 0,5 y 0,8 mm, en ocasiones superficiales, a una vena para que drene la linfa. El resultado de esta intervención no es inmediato y puede tardar varios meses.
Transferencia ganglionar: se transfieren ganglios de otras zonas del organismo, como la ingle, a la axila, y se conectan a una arteria o una vena. El beneficio también tarda unos meses en producirse. En algunos centros médicos realizan estas dos intervenciones de manera combinada, e incluso si la paciente fue sometida a una mastectomía, se puede al mismo tiempo reconstruir la mama extirpada con tejido propio de la paciente, obtenido normalmente del abdomen.
Lipoaspiración linfática selectiva: se retira la fibrosis y la grasa que se han depositado cuando la linfa ha estado extravasada mucho tiempo, a través de unas pequeñas incisiones, manteniendo el sistema linfático activo. Se realiza cuando el linfedema se encuentra en un estadio avanzado y los vasos linfáticos demasiado dañados.