Síndrome de la clase turista, cómo prevenir sus riesgos

La combinación de falta de espacio y de movilidad, deshidratación, y otros factores predisponentes del síndrome de la clase turista, puede hacer que un viaje largo pase de ser una tortura, a un problema mayor: una trombosis.
Hombre afectado por síndrome de la clase turista

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

En verano es habitual que tomemos al menos dos semanas de las vacaciones que nos corresponden anualmente, y aprovechemos entonces para realizar un viaje de larga distancia, que implica pasar más horas dentro de un avión. La Organización Mundial de la Salud (OMS), advierte que cuando un viaje dura más de seis horas se duplica el riesgo de sufrir una trombosis venosa, debido a la inmovilidad de los miembros inferiores y al descenso de la presión durante el vuelo. Este problema se conoce popularmente como Síndrome de la Clase Turista, seguramente en referencia a la escasez de espacio en las plazas de los aviones destinadas a la clase turista, que hace que muchas veces, y dependiendo del tamaño del viajero, apenas podamos cambiar de posición, y mucho menos estirar las piernas.

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Qué es el síndrome de la clase turista

En resumen, el síndrome de la clase turista es un trastorno frecuente en las personas que padecen problemas circulatorios y viajan en avión durante más de seis horas, y consiste en la aparición de trombosis venosas, que pueden llegar a complicarse con una embolia pulmonar en los casos más graves.

Pero este síntoma también puede ocurrir cuando se viaja durante muchas horas en autobuses, trenes e incluso en los coches, pues la situación y combinación de falta de espacio y movilidad, o incluso de periodos de paradas para comer o hidratarse y estirar las piernas, es parecida. Aunque sí que es verdad que la disminución de la presión barométrica y la humedad escasa de los aviones potencia la aparición de estos síntomas.

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Salvo en grupos de riesgos y con personas con problemas circulatorios no suele ser un problema muy frecuente, no obstante, si tras un viaje de estas características, notas síntomas como dolor en una pantorilla o el muslo, cambios en la coloración (azulada) de la piel, hinchazón de piernas o un incremento en la temperatura de la piel; así como fiebre, problemas para respirar con normalidad o dolor en el pecho, consulta cuando antes con un médico para descartar que estes sufriendo este síndrome trombótico.

Si quieres saber qué hacer para evitarlo, sigue leyendo…

Causas del síndrome de la clase turista

Para entender las causas del síndrome de la clase turista hay que pensar que, si permanecemos sentados y sin movernos durante un tiempo prolongado, como ocurre cuando viajamos en avión, se reduce el flujo sanguíneo de retorno al corazón. El retorno venoso funciona gracias a distintos mecanismos: al caminar apoyamos la planta de los pies y presionamos sobre la red venosa que impulsa la sangre hacia arriba, y también los músculos de los gemelos activan la circulación al contraerse durante la marcha. Es fácil comprender que si estamos sentados y las piernas carecen de actividad, se dificulta la ascensión de la sangre hacia el corazón, y se facilita la retención de líquidos en las piernas, lo que incrementa la presión sobre los tejidos, y también contribuye a reducir el flujo sanguíneo de retorno.

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Cabina de avión llena de turistas

Si a la dificultad del retorno venoso le añadimos otros factores de riesgo del síndrome de la clase turista –que se describen en el siguiente apartado– la consecuencia puede ser la formación de un coágulo en la pared de la vena, que se conoce con el nombre de trombo y que supone un obstáculo más para el retorno de la sangre.

En casos excepcionales, una parte del trombo puede llegar a desprenderse y alcanzar los pulmones a través del flujo sanguíneo. El bloqueo de una arteria pulmonar debido al coágulo se conoce con el nombre de embolia pulmonar, y es una patología grave que puede ocasionar un daño permanente en el pulmón afectado, bajos niveles de oxígeno en la sangre, así como perjudicar otros órganos si estos no reciben suficiente oxígeno.

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Síntomas del síndrome de la clase turista

Los síntomas característicos del síndrome de la clase turista pueden aparecer durante el viaje o después del trayecto, por lo que es recomendable ir observándose incluso en el lugar de destino. Los signos que pueden alertar de este problema son:

  • Sensación de calor en los miembros inferiores.
  • Inflamación en la zona de los muslos o en las pantorrillas.
  • Hormigueo en los pies o en las piernas.
  • Dolor, como si fuesen pinchazos en las extremidades inferiores.
  • Enrojecimiento de la piel debido a la dilatación de los capilares, también puede tirar hacia un tono azulado.
  • Dificultad para andar y mantener la postura.

No obstante, se debe estar atento a otros síntomas que pueden alertar de la aparición de una embolia pulmonar causada por la postura inadecuada del viaje, aunque casi la mitad de los afectados no presenta síntomas, es por ello que puede resultar difícil detectarla. Los síntomas más comunes de la embolia pulmonar son:

  • Sensación de falta de aire
  • Ansiedad
  • Mareos
  • Dolor torácico o tos con sangre
  • Las molestias en las piernas también pueden indicar la presencia de un coágulo (calor, inflamación, hormigueo, dolor, enrojecimiento…).

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Mujer mirando por la ventanilla de un avión con gesto de asombro

Grupos de riesgo del síndrome de la clase turista

Aunque el síndrome de la clase turista es poco habitual en los viajes diarios, pues no llega al 1% de prevalencia total en personas sanas, sí que aumenta la posibilidad de que aparezca esta patología si se pertenece al grupo de riesgo, concretamente el porcentaje sube hasta un cuatro por ciento o un cinco por ciento.

Las personas más propensas a padecer este trastorno son las que tienen problemas circulatorios, como varices, las que han sufrido trombosis previamente, las que padecen enfermedades hematológicas y las que se han sometido a una intervención quirúrgica poco antes del viaje.

El embarazo también constituye un factor de riesgo, así como tener sobrepeso y obesidad, pues la circulación no es óptima. También hay que tener en cuenta que las personas que consumen de manera habitual alcohol y tabaco también tienen más posibilidades de padecer el síndrome de la clase turista por el mismo motivo que en los casos anteriores, la circulación no es la misma que la de una persona completamente sana.

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Si perteneces a uno de estos grupos de riesgo, consulta a tu especialista (cirujano vascular, hematólogo o ginecólogo) antes de emprender un viaje largo, porque es el más indicado para proporcionarte una serie de consejos específicos para tu caso concreto.

Además, debes tener en cuenta que los síntomas de este trastorno pueden manifestarse con posterioridad al vuelo, en forma de hinchazón, hormigueo, o dolor en las extremidades, y en ese caso debes acudir al médico para que compruebe si se ha iniciado un coágulo y, si es así, te prescriba el tratamiento adecuado, que tiene como objetivo eliminar el coágulo e impedir la formación de otros nuevos.

Mujer con calzado y ropa cómoda para embarcar en un avión
Utilizar calzado y ropa cómodo antes de embarcar en un avión son claves para evitar el síndrome de la clase turista.

Cómo prevenir el síndrome de la clase turista

Aunque el síndrome de la clase turista afecte principalmente a las personas con factores de riesgo relacionados con algún problema circulatorio, como las varices, o un trastorno de la coagulación de la sangre (con aumento excesivo de los hematíes o plaquetas), todos debemos tomar precauciones para prevenir su aparición:

  • Consulta a tu médico antes de emprender el viaje si tienes factores de riesgo. Existen medicamentos que podría recetarte para prevenir este tipo de trastornos.
  • Ponte siempre ropa y calzado cómodos para viajar, sobre todo que no te aprieten.
  • Pasea cada una o dos horas si es posible o, por lo menos, levántate del asiento y camina un poco.
  • Bebe pequeñas cantidades de agua a lo largo de todo el vuelo para prevenir la deshidratación, y evita tomar alcohol o sedantes.
  • Realiza círculos con los tobillos: girando uno en el sentido de las agujas del reloj y el otro al contrario, con la punta de los pies en el suelo y los talones alzados.
  • Haz flexiones de pies, apoyando el talón en el suelo y levantando la punta hacia arriba.
  • Levanta la rodilla: con la espalda apoyada sobre el respaldo sube una de las piernas a media altura con la rodilla flexionada, al mismo tiempo que contraes el muslo. Baja la pierna relajando el músculo y repite el ejercicio con la otra pierna.
  • Elige los asientos cercanos al pasillo siempre que te sea posible, de esa manera te será más sencillo estirar las piernas de vez en cuando.
  • Evita las bebidas alcohólicas, tranquilizantes o somníferos, ya que no son buenos amigos de este problema.
  • Si eres un paciente del grupo de riesgo, consulta con tu médico la necesidad de usar medias de compresión a medida.

Creado: 6 de agosto de 2011

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