La ducha, una necesidad saludable
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
La ducha diaria es un hábito que tenemos tan asumido que hemos dejado de cuestionarnos el por qué y el cómo. Sin embargo, tiene un importante efecto sobre nuestra salud más allá de despejarnos y permitirnos eliminar el sudor o suciedad antes de comenzar las actividades de cada día. La higiene corporal básica, sencilla y económica es la mejor prevención para mantener sana la piel.
El Libro Blanco de la Higiene Diaria, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), nos recuerda que es la forma más adecuada para luchar contra las infecciones y reacciones alérgicas e irritativas. Pero para lograrlo hay que tener en cuenta unas pautas básicas, pues un lavado excesivo puede dañar el manto hidrolipídico de la piel dejando desprotegido nuestro sistema de defensa natural. Este manto es una mezcla que se genera a través de las glándulas sebáceas que producen el sebo que, junto con el sudor, forman una fina película que protege la piel frente a problemas dermatológicos y al contagio de agentes externos. Además, preserva funciones fisiológicas tan importantes como la regulación de la temperatura corporal y el grado de humedad de la epidermis.
El objetivo de la ducha es librarnos de la suciedad acumulada durante el día que, junto con las secreciones de la propia piel (en forma de sudor y descamación), producen el mal olor corporal y son la puerta de entrada a elementos patógenos que comprometen su salud. El agua y un jabón adecuado son imprescindibles para deshacernos de todos estos elementos, especialmente cuando se realizan trabajos físicos o se practica deporte, o cuando el calor nos hace sudar más.
¿Con qué frecuencia debemos ducharnos?
Más allá de las modas que luchan contra un exceso de higiene y preconizan sólo una o dos duchas a la semana, o lavarse sin jabones, hacerlo diariamente sigue siendo una costumbre sana si se hace de forma adecuada. Hacerlo una vez al día “no compromete nuestro manto lipídico”, según recoge la AEDV, aunque sí es contraproducente emplear jabones cuyo pH sea superior al de la piel, ya que pueden alterar sus funciones.
La frecuencia con la que es recomendable tomar una ducha está determinada sobre todo por la edad y por nuestra actividad diaria, ya que la piel es un órgano que va cambiando a lo largo de la vida y que requiere unos cuidados distintos según la etapa vital que atraviese cada persona. Así, mientras que los bebés y los niños tienen una piel todavía inmadura, durante la tercera edad ésta ya no realiza correctamente algunas de sus funciones. Por ello, hay que extremar los cuidados y la frecuencia del baño, que no debe sobrepasar uno diario, salvo excepciones.
Por otra parte, la actividad hormonal durante la adolescencia y la práctica deportiva habitual a estas edades, puede hacer necesario tomar más de una ducha al día, sin que resulte perjudicial. Tan sólo hay que seguir unas pautas adecuadas y hacer caso al sentido común.
Creado: 7 de mayo de 2015