Contaminación por plástico: por qué debemos evitarlo
Actualizado: 13 de marzo de 2024
Mira a tu alrededor, ¿ves algún producto o envase hecho con plástico? Seguro que la respuesta es afirmativa, pero si crees que no es así basta con que te fijes un poco más. Por ejemplo en tu ropa, ya que puede que incluya este material en su composición. El plástico nos rodea en el trabajo, en casa, en restaurantes y otros locales de ocio…; nos acecha allí dónde vamos, pero esto puede cambiar, o al menos en parte, si cada uno de nosotros adopta hábitos más ecológicos en su día a día.
El exceso de plásticos se ha convertido en una gran amenaza para el planeta, especialmente para la biodiversidad de los océanos, pues la mayoría de ellos acaban en este medio y son ingeridos por los animales que lo habitan –y que luego acaban en nuestros platos–, o meciéndose en el vaivén de las olas en cualquier costa. Según una investigación presentada en la cumbre de Davos de enero de 2016, si seguimos con nuestros hábitos de consumo de plásticos, en 2050 podría haber más cantidad de ellos en el mar que ejemplares de peces. Y es que, se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan en lagos, ríos y mares, lo que equivale en peso a un buque petrolero rebosante de bolsas de plástico, botellas y demás artículos que se vierten en nuestras aguas cada dos días.
Un informe de Greenpeace indica que cada año se vierten 8 millones de toneladas de residuos plásticos en el océano
La contaminación por plásticos también tiene consecuencias para nuestra salud porque el abuso de este material en los envases de los alimentos está provocando una exposición en los humanos que ha sido visible hasta en las muestras de orina, donde se ha encontrado Bisfenol-A (BPA), un producto químico que se considera un disruptor endocrino.
Aunque la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha indicado que no hay suficientes estudios que aborden los efectos de esta ingestión de microplásticos en el organismo de las personas, es evidente que se deben tomar medidas para evitar este consumo accidental, que en ningún caso puede tener buenas consecuencias.
En el libro Vivir sin plástico (Ed. Zenith, 2019), escrito por Patricia Reina Toresano y Fernando Gómez Soria, se explica que en los últimos 15 años hemos producido la mitad de todo el plástico creado en la historia, lo que indica la tendencia creciente del consumo de este material, algo que podría poner en riesgo nuestra salud y la del planeta. De hecho, tal es la importancia de esta problemática para la salud planetaria que este año 2023 el Día Mundial del Medioambiente se centra en ella con el lema 'Soluciones a la contaminación por plásticos'.
El problema de los microplásticos
Otra de las preocupaciones de los expertos son los microplásticos, pequeñas piezas de este material que miden menos de 5 mm, y las micropartículas –de 0,004 a 1,24 mm–. Según el libro Vivir sin plástico (Ed. Zenith, 2019), escrito por Patricia Reina Toresano y Fernando Gómez Soria, no pueden ser bien filtradas por las depuradoras de agua, en especial las micropartículas, por lo que llegan al mar y pasan a formar parte de la alimentación de muchas especies, y ya se han encontrado en los organismos de pescados y mariscos.
Los microplásticos y las micropartículas de plástico se encuentran en algunas pastas de dientes, en productos exfoliantes –sí, eso que arrastra las células muertas de tu piel es plástico diminuto–, en espumas de afeitar, cremas solares, e incluso en la ropa, de la que se desprenden al lavarla. Según el informe Plastics in Cosmetics, realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), un bote de gel exfoliante puede tener en su interior tanto plástico como el que se utiliza en el envase.
Cómo afectan los microplásticos a la salud humana
Los microplásticos se encuentran en el medio ambiente, en el aire que respiramos y en los alimentos que comemos, así que también se acumulan en el organismo humano y pueden desencadenar problemas de salud. Un estudio publicado en la prestigiosa revista científica New England Journal of Medicine (NEJM) en marzo de 2024 y realizado con 257 pacientes que sufrían un estrechamiento de la arteria carótida ha revelado que los participantes en los que se detectó la presencia de microplásticos y nanoplásticos (MNP) en las arterias carótidas "tenían un mayor riesgo de sufrir una combinación de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o muerte por cualquier causa a los 34 meses de seguimiento que aquellos en quienes no se detectaron MNP".
Miquel Porta, investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), catedrático de salud pública en la Universidad Autónoma de Barcelona y autor del libro Epidemiología cercana, que no ha participado en el estudio, ha defendido su solidez en declaraciones a SMC España: "El estudio alcanzó dos tipos de resultados de amplio interés científico y social. En primer lugar, al buscar si en las placas ateroscleróticas había micro y nanoplásticos (MNP), objetivó que en las placas del 58% de los participantes se detectaban dos de los once MNP buscados, polietileno y cloruro de polivinilo. Por tanto, mediante complejos análisis bioquímicos, inmunohistoquímicos y de microscopía electrónica, detectó un grado de contaminación por MNP considerable y hasta ahora no conocido en las arterias humanas. Y, en segundo lugar, gracias a realizar un seguimiento del grupo o cohorte de participantes —algo habitual en medicina y epidemiología—, vio que aquellos participantes cuyas placas ateroscleróticas contenían ciertos plásticos tenían un riesgo de morir o de sufrir los otros efectos clínicos de interés en los tres años siguientes 4,5 veces superior a quienes no tenían MNP. Que el riesgo de esos efectos se cuadriplique o más es relevante; nunca antes se había analizado en personas bajo condiciones reales de vida".
Este experto espera que en los próximos años se continúe investigando sobre contaminación plástica y se sigan definiendo sus efectos clínicos, "refutando o confirmando en otras poblaciones", y que se amplíen las mezclas de contaminantes bajo estudio, las características de las personas y su tiempo de seguimiento, teniendo en cuenta un mayor número de factores, más efectos, vías de contaminación o intervenciones para prevenirla. "También conoceremos mejor los mecanismos fisiopatológicos que conectan las exposiciones a ciertos plásticos —así, los efectos proinflamatorios e inmunotóxicos también analizados en el artículo que nos interesa—, las alteraciones subclínicas —en la placa de grasa, mientras la enfermedad avanza silenciosa— y los desenlaces de interés humano (ictus, infarto, muerte)".
Por qué reducir el uso de plásticos
Nada más y nada menos que ocho millones de toneladas de residuos plásticos se vierten cada año en el océano, tal y como indica un informe de Greenpeace. Para evitar que estos materiales acaben en el mar, no solo es importante reciclar correctamente –según la Comisión Europea, menos de un 30% del plástico que se recoge en Europa es reciclado–, sino que también hay que reducir la compra de productos que abusen de este material en su embalaje o que estén hechos con él.
Más de 200 países se han comprometido a reducir el uso de este material contaminante de aquí a 2030
La cuarta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha logrado un acuerdo global para reducir el consumo de plásticos de un solo uso tras exponer una serie de informes alarmantes sobre la situación en la que se encuentra el planeta como consecuencia de su abuso. Un ejemplo: más de 400 millones de toneladas de plástico se producen cada año, de los cuales la mitad se conciben para una vida útil de un solo uso. Menos del 10% se recicla. Por ello, más de 200 países se han comprometido a reducir el uso de este material contaminante de aquí a 2030, pero para muchos eso no es suficiente y la solución pasa por que cada ciudadano se conciencie y cambie sus hábitos para ayudar a dar un respiro a la Tierra.
Para que cada uno de nosotros pueda contribuir en esta tarea, es importante conocer qué tipos de plásticos existen y cómo podemos sustituir el consumo de este material en cada una de las situaciones de la vida diaria. Por ello, en los siguientes puntos explicamos todo lo que necesitas saber para aportar tu granito de arena al reto de vivir sin plástico. Y si aún dudas de si haces un consumo de plástico responsable en tu día a día, te aconsejamos usar la calculadora de Greenpeace para medir tu huella de plástico.
¿Cuánto tiempo tarda en degradarse el plástico?
Seguro que no te haces una idea de el tiempo que tarda un plástico en descomponerse por completo, y te aseguramos que es mucho más de lo que tienes en mente. Aunque es difícil estimarlo con precisión, el Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) ha lanzado un informe con algunos de estos datos.
Por ejemplo, indican que los cartones de leche necesitan al menos tres meses para poder desintegrarse y las colillas de tabaco que inundan las playas o los suelos de las ciudades se mantienen intactas entre uno y cinco años, imagina la de cigarrillos que se consumen cada día en el mundo y serás consciente del riesgo que suponen.
Por otro lado, las bolsas que utilizamos para la fruta, para llevar la compra a casa o la que nos dan en numerosos comercios tardan entre 10 y 20 años en desintegrarse, un gran peligro para la biodiversidad marina que puede llegar a ingerirla. Pero las botellas de plástico superan por mucho a todos los ejemplos anteriores, y es que, una botella con una vida útil de unas horas, requiere de 450 años para desaparecer, es decir, la botella que tienes en tus manos podría seguir ahí cuando tú e incluso tus nietos ya no estéis.
Creado: 10 de mayo de 2019