Las autoridades de muchas ciudades se han dado cuenta de que no pueden dar la espalda al problema de la contaminación producida por el tráfico y están empezando a a aplicar estrategias para reducir los niveles de impureza del aire. Pero además, cuando la polución alcanza los niveles más elevados, ponen en marcha medidas extraordinarias con la intención de limpiar la atmósfera.
No obstante, hemos de ser conscientes de que para reducir la contaminación todos tenemos que arrimar el hombro y realizar actividades lo menos perjudiciales posible para el entorno. Por eso, no está de más que contribuyamos con nuestra aportación a respetar ciertas medidas, como las propuestas por los informes Calidad del Aire Urbano, Salud y Tráfico (del CSIC) o Estado de la cuestión: contaminación atmosférica y salud (del observatorio DKV de salud y medioambiente). Algunas de las principales acciones o soluciones para reducir la contaminación atmosférica se resumen en:
- Mejoras tecnológicas de la industria automovilística: como el diseño de motores y componentes para los vehículos menos contaminantes y más eficientes. Asimismo, la industria también ha de desarrollar combustibles y otros líquidos menos perjudiciales para el entorno.
- Promoción de un transporte menos contaminante: la bicicleta es el ejemplo de transporte limpio por antonomasia, pero hay alternativas como el vehículo híbrido o eléctrico que contaminan en menor medida.
- Utilizar el transporte público: para contribuir a cuidar el entorno, recurre al transporte público para ir al trabajo o realizar desplazamientos cortos en lugar de coger tu coche.
- Limitación de velocidad de circulación: una de las políticas frecuentes en la ciudad es reducir la velocidad para que el tráfico produzca menos emisiones. Las conocidas como Zonas 30, en las que la velocidad no puede superar los 30 kilómetros a la hora, son cada vez más frecuentes porque reducen los accidentes y la contaminación.
- Prohibiciones temporales del tráfico: otra de las medidas, sobre todo cuanto la polución ha sobrepasado los niveles de alerta, es restringir la circulación en determinados lugares, a horas concretas o a una cantidad estimada de vehículos. Según el estudio del Observatorio DKV, no obstante, para conseguir mejoras apreciables de la calidad del aire, la reducción del tráfico ha de alcanzar en torno al 30 o 40 por ciento del total habitual.