Además de ser un alimento muy nutritivo –en forma de germinados o de brotes– la alfalfa es un buen recurso de herbolario para tratar la anemia y afecciones urinarias, o aliviar síntomas de la menopausia como los sofocos.
Propiedades de la alfalfa y beneficios para la salud
La modesta alfalfa es una planta que se nos revela como un aliado excepcional de nuestra salud, y por su amplio espectro de virtudes puede suponer un apoyo dietético a explorar para facilitar el tratamiento de una amplia gama de patologías y molestias, y como un aporte nutricional en general. Con este fin se consumen los germinados y las semillas de alfalfa.
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Con fines medicinales se utilizan las hojas de alfalfa, frescas o deshidratadas. Así, se le atribuyen propiedades antianémicas, hemostáticas, antihemorrágicas, antiinflamatorias, vitamínicas, remineralizantes, diuréticas, reconstituyentes, emenagogas, galactógenas, digestivas y ligeramente hipolipemiantes.
Por todo lo cual, los diversos beneficios de la alfalfa hacen que esté indicada en los siguientes supuestos:
Anemia ferropénica, cuando el organismo no tiene suficientes glóbulos rojos sanos. El aporte de hierro y otros minerales que proporciona la ingesta de alfalfa, de fácil asimilación, ayuda a producir nuevos glóbulos rojos, lo que contribuye a plantar cara a la anemia. Se destina igualmente a paliar la deficiencia en vitaminas y minerales, en estados de debilidad, fatiga, estrés y también por menstruaciones abundantes y persistencia de sangrados diversos.
La vitamina K, presente en la alfalfa, le confiere una gran capacidad antihemorrágica y hemostática. Se revela como una buena ayuda para tratar hemorragias nasales, capilares, gástricas y uterinas, así como para aplicar sobre hematomas producidos por algún golpe o contusión. Se muestra también útil para aliviar el sangrado en hemorroides y varices, en tal caso en tratamientos de larga duración y en combinación con hierbas mejor dotadas para tal finalidad.
Esta planta se comporta como un diurético potente, lo que sumado a su actividad antiinflamatoria hace de ella un buen recurso para tratar determinadas afecciones urinarias, como la inflamación de vejiga o cistitis, la inflamación del riñón o nefritis, la inflamación del conducto prostático o prostatitis y para prevenir la formación de cálculos renales.
Puede emplearse como un tónico y reconstituyente natural, útil en estados de convalecencia, desgana y debilidad general.
Presenta un efecto depurativo y desintoxicante, y en combinación con otras plantas que intensifiquen su acción puede ser eficaz para favorecer la desaparición de impurezas en la piel, como el acné juvenil, eccemas y forúnculos, en tratamientos a largo alcance.
Se le atribuye un ligero efecto hipolipemiante. Se han hecho estudios al respecto, con resultados que no son concluyentes. Podría ser útil para bajar los niveles de colesterol LDL en sangre, en combinación con una dieta adecuada.
Las cumarinas podrían dotar a la alfalfa de una cierta actividad anticoagulante, lo que contribuiría a prevenir la formación de coágulos en las arterias y a alejar la posibilidad de un trombo. No obstante, no parece que hayan estudios claros al respecto que corroboren tal supuesto.
Por su gran riqueza en minerales, como hierro, fósforo, potasio y calcio, se le atribuye la capacidad de fortalecer la masa ósea y, a nivel preventivo, de ser útil para prevenir fracturas en personas de edad avanzada y para tratar la osteoporosis.
Por su riqueza en vitamina C y en flavonoides, puede contribuir a fortalecer el sistema inmunitario y aumentar nuestra capacidad de resistencia ante las afecciones respiratorias, como ataques de asma, estados gripales y alergias diversas.
Por su riqueza en minerales como el silicio y el hierro, y en vitaminas A, B y C, la toma de alfalfa puede ayudar a fortalecer el pelo, las uñas y la piel. Se ha recomendado como apoyo para prevenir la caída del cabello.
Como sucede con otras plantas de la familia de la leguminosas, la alfalfa se había indicado también para favorecer la producción de leche materna, en madres lactantes. Hay que aclarar que es un uso tradicional y sin respaldo científico, y por la presencia de alcaloides se ha desaconsejado de forma terminante en embarazadas y lactantes.