Los arándanos, esas bayas diminutas de color negro azulado y sabor ligeramente ácido, se revelan como un excelente apoyo para tu salud, por sus grandes cualidades antioxidantes y antiinflamatorias, entre otras.
Los arándanos, sea a través de sus frutos o de sus hojas, pueden incidir desde diferentes niveles sobre el estado de salud de nuestro organismo, procurándonos remedios cien por cien naturales. Es importante conocer cuáles son sus virtudes y a quiénes benefician de manera especial.
Los pigmentos de la piel de los arándanos le confieren propiedades antioxidantes, antiiinflamatorias, antihemorrágicas y vitamínicas. Mejoran la resistencia y la permeabilidad capilar.
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Los taninos ejercen una acción astringente y antidiarreica notable.
Las sales minerales, la arbutina y la hidroquinona le confieren unas potentes cualidades como diurético y antiséptico natural, sobre todo a nivel urinario.
Se comporta también como tónico venoso, hipoglucemiante, hemostático local y ligeramente antihipertensivo. Muestra una marcada acción antimicrobiana, con capacidad para inhibir la adhesión del agente bacteriano a la pared celular, desarrollando o potenciando un efecto antibiótico que elimina el foco de infección.
Las principales indicaciones terapéuticas del arándano son las que te resumimos a continuación.
Por lo que atañe a las hojas, los remedios con arándano están destinados a tratar las siguientes afecciones:
Las infecciones urinarias, como la cistitis, pero también la inflamación e infección del tejido renal (pielonefritis), de la uretra, la próstata y del tracto urinario en general.
Los edemas y la retención de líquidos, por su potencial diurético.
Combate la diarrea y reduce la inflamación gastrointestinal. Se indican en cólicos, gastroenteritis, así como para aliviar los espasmos gastrointestinales y los vómitos.
Digestiones pesadas, ardor de estómago, formación de gases.
Tanto a las hojas como a los frutos se les atribuye una cierta actividad hipoglucemiante, y se han destinado, como apoyo, al tratamiento de diabetes leves o incipientes.
Como un diurético natural, para ayudar a mantener a raya los niveles de tensión arterial.
Hojas y frutos se han demostrado, en tratamientos de largo alcance, como uno de los grandes remedios de herbolario para el tratamiento de la insuficiencia venosa. Están indicados para desinflamar y aliviar las molestias provocadas por flebitis, varices y hemorroides. Mejora la circulación de la zona afectada y consigue eliminar el dolor, la sensación de pesadez de piernas, y el escozor.
Las hojas, en uso externo, se indican como antisépticas, antiinflamatorias y vulnerarias sobre úlceras dérmicas, heridas con o sin sangrado, eccemas, abscesos y forúnculos.
En infecciones por hongos de la piel o dermatomicosis.
En inflamaciones bucales o estomatitis, glositis o inflamación de la lengua, en aftas y estomatitis víricas por herpes.
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Aplicaciones y beneficios de los frutos del arándano
Por lo que respecta a los frutos, también son efectivos en:
Prevención de enfermedades degenerativas por su capacidad antioxidante. Combate la acción de los radicales libres. Previene las infecciones víricas y bacterianas.
Prevención de la formación de piedras en el riñón (tomado en forma de zumo), al acidificar la orina, con lo que favorece la expulsión de los oxalatos de calcio.
Se le atribuye, por su poder antioxidante y vitamínico P, la capacidad de mejorar y vigorizar la visión nocturna, así como de facilitar la regeneración de los tejidos de la órbita ocular.
Están indicados en el tratamiento de la hemeralopía o ceguera nocturna (incapacidad de ver bien con luz deficiente como ocurre en el crepúsculo o en espacios mal iluminados), causada a veces por retinitis pigmentosa (trastorno por el cual las células de tipo bastón de la retina van perdiendo su capacidad para responder a la luz).
Se han indicado también como apoyo para el tratamiento o prevención del glaucoma y el desprendimiento de retina, aunque no existe evidencia científica de su eficacia en este punto.
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Precauciones con el arándano
En dosis terapéuticas, los arándanos no presentan problema alguno. Cabe tener en cuenta que las hojas contienen alcaloides como la mirtina, así como hidroquinona y arbutina, componentes que se hidrolizan y se eliminan con la orina, pero que si se consumen en cantidades excesivas pueden llegar a provocar daños hepáticos. Por ello, los tratamientos con hojas de arándano no debieran prescribirse más que en tratamientos discontinuos.
Por la presencia de taninos, debieran ser evitados, tanto los frutos, como especialmente las hojas, si se sufre de gastritis y de úlcera gastroduodenal. Y por su capacidad astringente, nunca se debe ingerir frutos de arándano en cantidades excesivas.
Por otro lado, si vas a cosechar arándanos tu mismo, recuerda que debes evitar hacerlo en espacios expuestos a algún tipo de contaminación y que debes asegurarte de que no presenten afectación por parásitos o que estén marcados por deyecciones de animales silvestres, como zorros o garduñas.