Cómo son las sesiones de arteterapia
Actualizado: 29 de julio de 2022
Antes de asistir a una sesión de arteterapia se deben conocer las opciones artísticas de las que dispone el centro terapéutico, y comprobar si son las más adecuadas para las necesidades del paciente. El arte es muy amplio, y aunque inicialmente esta terapia se centró en la pintura, actualmente se trabaja con la escultura, el teatro, la danza, la música…
Las sesiones pueden ser individuales o grupales, dependiendo del problema a resolver, o de la opinión del arteterapeuta, que lo valorará en una entrevista personal previa. Por ello, la primera será muy diferente en cada caso, y dependerá del profesional y de las necesidades específicas del paciente. Las siguientes suelen durar una hora, u hora y media, y se dividen en tres partes:
- Bienvenida. Es el momento en el que se recibe al paciente o al grupo, y se charla brevemente sobre temas banales para crear un ambiente distendido y relajado donde todo el mundo se encuentre cómodo.
- Desarrollo de la sesión. En la revista Inspira, publicada por la Asociación Profesional Española de Arteterapeutas, se refieren a las sesiones “como un lugar de silencio, escucha e introspección. Lugar para conectar con lo más íntimo a través de la realización de obras y de la puesta en palabras, en diálogo o con el grupo, y con el terapeuta”.
En una sesión de arteterapia se ofrecerán libremente diferentes materiales de expresión artística como pinturas de cera, acuarelas, lápices de colores, plastilina, arcilla, telas, instrumentos musicales… Es imprescindible analizar las relaciones grupales –si las hubiera–, y las individuales con el material que libremente se haya elegido, y con su obra.
La sesión tiene que desarrollarse en un ambiente relajado donde las personas no establezcan conversaciones, para disparar la abstracción y concentración en la propia obra. Como mucho se puede poner de fondo una música suave y relajante que ayude al paciente a no distraerse.
Durante el proceso creativo surgirán dificultades a las que el paciente se va a enfrentar y que permitirán analizar cómo salió de esa situación –buscando una solución alternativa, persistiendo, abandonando…–, lo que llevará a la persona a un constante proceso de reflexión acerca de cómo enfrentarse a los problemas. - Autoevaluación. Terminado el trabajo se debe valorar la obra para invitar al paciente a la reflexión consciente de su inconsciente, sobre cómo se ha sentido, qué le ha gustado más, qué le ha costado especialmente. Eso sí, siempre sin juzgar ni interpretar su obra, ni obligar a hablar a quien no se sienta cómodo, ya que solucionar aquello que resulta traumático no sucede milagrosamente en una hora y media, sino que es un proceso más lento.
El terapeuta tiene que ayudar al paciente a encontrar las herramientas necesarias para ir superando los problemas con los que empezó las sesiones, y hacerle ver la evolución en su trabajo para que compruebe que se ha producido un progreso positivo que repercute directamente en la autoestima y en el tratamiento.
También es imprescindible que el propio sujeto sea responsable de sí mismo y no se limite a asistir a las sesiones, sino que también adquiera un compromiso para ir enmendando comportamientos y pensamientos dañinos hacia su persona.
Los precios de una sesión de arteterapia varían en función de la modalidad elegida y del material que se ponga a disposición de los asistentes. Así, por ejemplo, las tarifas para una sesión individual rondan los 40-60 euros, mientras que las grupales pueden costar a partir de 20 euros semanales. Los talleres con niños suelen ser algo más caros, ya que generalmente hacen falta más arteterapeutas para controlar a los asistentes.
Creado: 6 de abril de 2018