Musicoterapia, la partitura de la salud
Actualizado: 4 de mayo de 2023
En qué consiste la musicoterapia
Podemos definir la musicoterapia como aquella terapia que emplea la música con el objetivo de beneficiar nuestra salud a través de mejoras en diferentes ámbitos personales tales como el físico, emocional, social o cognitivo.
La musicoterapia parte de un principio básico que no es otro que el hecho de que todos los seres humanos somos, por naturaleza, seres musicales. Habitualmente, esta terapia tiene dos formas de aplicación: activa –cantar y escuchar música, tocar instrumentos, etcétera– y receptiva, relajación a través de la música. Y ello se haría mediante dos terapias complementarias, las verbales, en las que se habla con el paciente, y las no verbales, que implican la expresión del paciente a través de gestos y sonidos.
Con la musicoterapia, el terapeuta trabaja nuestras habilidades personales. Dichas habilidades serían las siguientes:
Orígenes de la musicoterapia
A lo largo de los siglos, prácticamente todas las culturas y civilizaciones han destacado las propiedades relajantes y calmantes de la música. De hecho, hay constancia de sus aplicaciones terapéuticas desde la época de los egipcios o los griegos hasta nuestros días.
Remontándonos al pasado más reciente, ya en el siglo XIX, el psiquiatra francés Esquirol empleaba la música para tratar pacientes con enfermedades mentales, aunque no será hasta principios del siglo XX cuando surja la Musicoterapia como disciplina científica. Será de la mano del suizo Emile Jacques Dalcroze, entre los años 1900 y 1950; él fue el primero en enunciar que el organismo es susceptible de ser educado a través de los impulsos musicales.
Precisamente, a partir del año 1950 empezarán a surgir en todo el mundo asociaciones de Musicoterapia cuyas acciones serán, entre otras, las de desarrollar investigaciones sobre esta disciplina, crear material divulgativo, organizar congresos y fomentar la creación de la carrera universitaria de Musicoterapia.
¿Cómo nos afecta la música?
Hace mucho tiempo que el ritmo, el sonido, la armonía y la melodía que conforman la música se han empleado en tratamientos médicos. Si bien es cierto que la música no cura por sí sola, hoy en día, muchos terapeutas apuestan por ella -por la musicoterapia- por los beneficios que reporta a la hora de reducir los síntomas de ciertas patologías.
No cabe duda de que la música influye de forma directa en nuestro estado anímico, pero su incidencia va mucho más allá de la mera repercusión psicológica. Ya hay estudios médicos que demuestran sus efectos sobre la presión arterial, la frecuencia cardiaca e, incluso, la saturación de oxígeno.
La influencia de la música en nuestro plano físico es mucho mayor de lo que pensamos. Hoy en día ya existen neuroimágenes que muestran lo que ocurre en las distintas áreas del cerebro cuando éste recibe los estímulos musicales. De hecho, a partir de investigaciones recientes realizadas por la universidad finlandesa de Jyväskylä, se ha desarrollado un método mediante el cual se puede estudiar cómo nuestro cerebro procesa los distintos aspectos de la música a los que hacía antes referencia, esto es, el ritmo, la tonalidad o el timbre.
En este sentido, uno de los descubrimientos más innovadores de dicho estudio es que las áreas límbicas del cerebro –las cuales se asocian a nuestras emociones– se ven afectadas directamente por el ritmo y la tonalidad. Estos mismos científicos también han observado que el procesamiento del timbre está asociado con la activación de la denominada red neuronal por defecto (RND), que son un conjunto de regiones que podría ser la responsable de la actividad que desarrolla nuestra mente mientras está en reposo y que también está vinculada con los procesos de divagación y de creatividad.
Podríamos decir que, al igual que sucede con otro tipo de estímulos, cuando escuchamos música, ésta produce en nosotros respuestas de muy diferente tipo y que nos lleva a expresarnos y a transmitir dicha energía hacia el exterior y esto lo hacemos en función de las características biofisiológicas, afectivas y psicológicas de cada uno, es decir, nuestra edad, estado psicológico o anímico, etapa de desarrollo personal, etcétera.
Y no nos olvidemos de que la música y los sonidos que escuchamos también pasan a formar parte de nuestro archivo personal, por así decirlo. Es decir, a través de nuestros gustos musicales, proyectamos nuestra personalidad y podemos manifestar, por ejemplo, cómo somos, lo que sentimos en un determinado momento o nuestro estado anímico.
Aplicación y beneficios de la musicoterapia
La música gusta a prácticamente todo el mundo, un estilo u otro pero todos escuchamos de vez en cuando alguna canción. Entre los beneficios que tiene la musicoterapia se encuentra que es buena para activar el cuerpo, pues de manera involuntaria se producen movimientos al ritmo del sonido. y también al escuchar música se producen reacciones fisiológicas en la respiración y en los latidos del corazón, pudiendo acelerarlo o relajarlo. Hay que añadir que son muchos los estudios que han determinado que la música mejora el lenguaje, el rendimiento motor, el estado de ánimo y la cognición en pacientes neurológicos.
La música también puede ayudar en el aprendizaje, pues son muchos los profesores que utilizan esta técnica para que los niños memoricen, y son bastantes los estudiantes que usan melodías para recordar fechas o aspectos claves en los exámenes. Y por supuesto no hay que olvidar la evasión que nos provocan las canciones, solo basta con cerrar los ojos y dejarse llevar.
Podemos dividir las personas susceptibles de ser tratadas mediante musicoterapia en cuatro grandes grupos:
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Adultos con problemas de adicciones, aquellos que presentan daño cerebral, personas que padecen enfermedades degenerativas, alzhéimer o algún tipo de discapacidad. En pacientes terminales o con dolores crónicos.
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Adultos sanos: puede que no tengamos ningún problema de salud, pero este tipo de terapia es beneficiosa para disminuir la ansiedad o el estrés, mejorar nuestra autoestima o incrementar la creatividad. En el caso concreto de las mujeres, se recomienda la musicoterapia durante el embarazo y el proceso de parto.
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Niños: en este caso, la musicoterapia es beneficiosa para los menores con problemas de conducta, autismo, deficiencia mental, baja autoestima, dificultades en el aprendizaje o problemas de socialización. También cuando padecen enfermedades que conllevan un tratamiento más o menos largo, así como ingresos hospitalarios frecuentes como, por ejemplo, cáncer o cardiopatías.
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Embarazadas: las mujeres embarazadas pueden reducir sus niveles de ansiedad gracias a la musicoterapia, según un estudio publicado en el Journal of Affective Disorders. Además, mejora el vínculo entre la madre y el bebé antes del nacimiento, fomenta un aumento de la inmunoglobulina A, un anticuerpo vinculado a un número mayor de células que combaten gérmenes y bacterias y podría ayudar a minimizar los dolores de las contracciones durante el parto.
Los estudios corroboran los beneficios de la musicoterapia
Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), los pacientes que han pasado por un ictus pueden mejorar su recuperación cognitiva, motriz, la función ejecutiva y previene la depresión. Además, añaden que son numerosos los estudios que han demostrado que este tipo de terapia puede ser beneficiosa para pacientes con alzhéimer, pues favorecen el rendimiento cognitivo general y las actividades de la vida diaria, y con párkinson, que ven como las capacidades motoras, de equilibrio, la calidad de vida y la cognición mejoraban sustancialmente.
Las personas con epilepsia o que se encuentran en estado vegetativo también podrían beneficiarse de la musicoterapia, favoreciendo la capacidad para regular el sistema dopaminérgico en el primer caso y reduciendo la tensión arterial en el segundo. Además, según la propia SEN, un estudio llevado a cabo en niños y adultos con epilepsia demostró que con la música se consiguió reducir un 24% la actividad de la enfermedad.
Cómo y dónde se practica la musicoterapia
Una sesión de musicoterapia tiene una duración mínima de una hora y siempre debe ser llevada a cabo por un terapeuta con formación específica en la materia, ya que no puede ser realizada por cualquier persona.
Durante las sesiones se puede tanto escuchar música como producirla, ya sea mediante la voz, instrumentos musicales o nuestro propio cuerpo.
Muchos centros psicológicos y hospitales ya cuentan en la actualidad con unidades específicas en las que se desarrolla este tipo de terapia. En ellos, a través de la música, se trabaja con los pacientes para conseguir, por ejemplo, mejorar las habilidades comunicativas –en el caso de niños con autismo– o incrementar la coordinación y reforzar la memoria y la autoestima en el caso de que presenten daños cerebrales.
Cuando se realizan sesiones con la intención de disminuir los niveles de estrés y de ansiedad o para superar problemas psicológicos, se trabaja con las personas su capacidad de expresar sensaciones y emociones mediante la música.
A pesar de que no hay un precio estándar para este tipo de terapia, lo habitual es que su coste aproximado sea de 50 euros mensuales por una sesión semanal de hora y media de duración.
Creado: 14 de diciembre de 2011