Qué es la técnica Alexander
Actualizado: 28 de febrero de 2023
Es posible que día a día estemos forzando nuestro cuerpo por culpa de malos hábitos posturales, adquiridos en ocasiones durante la infancia a través de la imitación –como dejarse caer en una silla en vez de sentarse–, o forzando los músculos y articulaciones para evitar tensiones y dolores. Así, lo que empieza siendo algo puntual puede acabar totalmente interiorizado, limitando la salud física y mental.
Por este motivo, es muy importante analizar y entender qué posturas o movimientos son innecesarios o lesivos para lograr inhibirlos y reeducarlos, y ese es el objetivo de la técnica Alexander, una terapia que ayuda a la reeducación postural para aprender a responder a los estímulos de una manera que no sea perjudicial para el cuerpo, que ayude a reducir tensiones y dolores, y que permita mejorar la coordinación, la flexibilidad y el equilibrio.
Este método se basa en mejorar la consciencia sobre el propio cuerpo para reducir la tensión, tanto física como mental. Y esta parte es precisamente la mayor dificultad a la que se enfrenta un educador en la técnica Alexander, ya que interiorizar que algo se está haciendo incorrectamente cuando quizá la sensación del cuerpo puede ser positiva porque se lleva haciendo así toda la vida, resulta complicado. Por ejemplo, hay personas que andan forzando la postura, aunque no lo aprecian porque no sienten ningún dolor o molestia, o al menos no lo relacionan con ese hábito incorrecto.
La relación de la técnica Alexander con las artes escénicas
El australiano Frederick Matthias Alexander es el creador de esta técnica, que bautizó con su apellido, y que tiene una curiosa historia en su nacimiento. Viniendo del campo de las artes escénicas se quedó sin voz mientras recitaba obras de teatro en directo. Al no encontrar soluciones en la medicina convencional, entendió que era un problema suyo que sólo se producía entre bambalinas, y no en su día a día.
Decidió observarse e investigar qué pasaba en su cuerpo cuando perdía la voz y así se dio cuenta de lo importante que es la relación entre la cabeza, el cuello y la espalda, lo que denominó como control primario. Posteriormente descubrió que la parte más compleja de la reeducación es la inhibición, el poder dejar de hacer aquello que estaba totalmente instaurado en el cerebro. Paulatinamente fue ganando consciencia sobre su propio cuerpo hasta poder volver al teatro tras haber modificado los patrones que le dejaban sin voz, y a partir de ahí desarrolló su método y en 1931 creó su primera escuela en Londres.
Para quién está indicada la técnica Alexander
El creador de este método estaba ligado al teatro, de ahí que en suela asociarse la técnica Alexander con esta disciplina artística. Sin embargo, se trata de una herramienta ampliamente extendida y no es preciso formar parte de ningún colectivo o tener una profesión específica para conseguir sus beneficios.
Belén Cobos, profesora de esta técnica en el Centro Koan de Granada, afirma que “está indicada para todo el mundo”. La experta añade que este método de reeducación postural “es para todo aquel que tenga un cuerpo y una mente y quiera mejorar la comunicación entre ellas”; tanto es así, que asegura que “cualquiera puede beneficiarse de esta técnica”.
Bien es cierto que aunque cualquier persona pueda apuntarse a clases de técnica Alexander, hay algunos profesionales o grupos de gente que acuden más frecuentemente a los centros especializados debido a las ventajas que obtienen de esta terapia:
Personas provenientes de las artes escénicas. Así lo ratifica Belén Cobos, cuando recuerda que su creador procedía del mundo del teatro. “Es una herramienta eficaz para evitar el miedo escénico y potenciar la presencia, el movimiento y la voz”, señala.
Personas que utilizan su voz como herramienta de trabajo: como los actores, cantantes o profesores, en su caso sirve para mejorar la coordinación respiratoria, lo que suele evitar bloqueos al hablar.
Para los actores y para los bailarines: es útil al conseguir movimientos más adecuados que reducen el riesgo de lesiones y ayudan a retrasar el cansancio.
Los músicos: sufren menos los puntos de tensión propios que surgen tanto al tocar, como al mantener una posición fija durante mucho tiempo. Además, ayuda a evitar tendinitis, contracturas, el síndrome del túnel carpiano…
Deportistas de cualquier disciplina: la técnica Alexander consigue unos movimientos más productivos con menos esfuerzo, lo que repercute directamente en el rendimiento deportivo. Además, se mejora el equilibrio, la flexibilidad y la coordinación, mientras que se previenen las lesiones musculares y articulares.
Quienes padecen dolores crónicos o temporales: principalmente de espalda, aunque también de cabeza, cuello y extremidades. Se trata de conseguir evitar los hábitos inadecuados sustituyéndolos por aquellos que sean funcionales.
Practicantes de yoga, taichi…, y cualquier actividad que requiera la consciencia corporal que proporciona la técnica Alexander. Muchas personas están tensas articular y muscularmente, lo que dificulta la ejecución de los movimientos, y por eso necesitan encontrar vías para relajarse y controlar la musculatura.
Mujeres embarazadas: los cambios físicos tan rápidos que se producen durante la gestación contribuyen a que se aumenten los movimientos dañinos. A través de la técnica Alexander, la futura madre aprende a distribuir mejor su peso, a respirar más calmadamente –lo que además será muy útil durante el parto–, y a controlar el cérvix.
Creado: 8 de junio de 2018