Anestesia general: efectos secundarios y posibles riesgos
Actualizado: 23 de septiembre de 2022
La anestesia general consiste en administrar una serie de medicamentos a un paciente –por vía intravenosa, o mediante la inhalación de gases o vapores– para inducirle un estado similar al sueño profundo –aunque no está dormido, sino inconsciente–, mientras sus funciones vitales (como la frecuencia y el ritmo cardíacos, la respiración, la presión arterial, la temperatura corporal y los niveles de oxígeno en la sangre) permanecen bajo la protección y el control de un médico especializado, el anestesiólogo.
Este tipo de anestesia se emplea para evitar que una persona experimente dolor y tenga recuerdos cuando se somete a una intervención quirúrgica o a ciertas pruebas médicas. En la mayoría de las cirugías que se realizan con anestesia general se administran fármacos para provocar relajación muscular que también inhiben la musculatura respiratoria, por lo que en esos casos se intuba al paciente para que reciba el oxígeno a través de ventilación mecánica, y evitar que aspire sus secreciones.
Los fármacos anestésicos, como todos los fármacos, se metabolizan por el hígado y se eliminan por la orina, por lo que no es cierto que haya que vomitar la anestesia
Se trata de un proceso muy seguro que prácticamente carece de riesgos, siempre que sea realizado por un anestesiólogo cualificado que, como afirma a Webconsultas la Dra. Emilia Guasch, jefe de sección del Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, “no solamente es experto en medicina, sino también en procedimientos quirúrgicos, y es el profesional capacitado para determinar cuál es la anestesia más adecuada para cada caso: general, regional, una sedación, o una anestesia combinada, ya que se pueden combinar varias técnicas para facilitar la cirugía y que el paciente obtenga mejores resultados".
Factores a tener en cuenta antes de administrar anestesia general
El anestesiólogo también es el encargado de hacer una adecuada valoración del paciente que permita conocer si las enfermedades que padece o los tratamientos médicos que sigue podrían interferir con la anestesia general y hacer que este procedimiento estuviese contraindicado en su caso concreto.
El paciente ha de contestar a una serie de preguntas destinadas a conocer su estado de salud –con independencia del problema que haya motivado la intervención que requiera anestesia–, su historial clínico, y sus antecedentes familiares. Además, es importante informar al anestesiólogo sobre:
- Tratamientos farmacológicos, u otros medicamentos que se tomen con asiduidad. También hay que informar del consumo de productos como los suplementos vitamínicos o las plantas medicinales.
- Alergias. No solo las reacciones alérgicas a medicamentos conocidas, sino las alergias a otro tipo de sustancias como el látex, por ejemplo.
- Infecciones recientes, especialmente de las vías respiratorias, como catarro o gripe.
- Cirugías previas.
- Si cree que podría estar embarazada.
- Consumo de tabaco o bebidas alcohólicas.
- Uso de drogas.
Riesgos de la anestesia general y efectos secundarios
Lo más frecuente es que no se produzcan complicaciones asociadas al uso de la anestesia general, señala la Dra. Guasch, que también es vicepresidenta de la Sociedad Española de Anestesiología y Reanimación (SEDAR), y añade que actualmente constituye un entorno excepcionalmente seguro, al que compara con el de la aviación.
Así, según esta experta, los riesgos que puede tener el paciente son los inherentes a las patologías que sufre (diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, asma), a su edad, y al procedimiento quirúrgico al que se va a someter. Las complicaciones directamente asociadas a la anestesia serían las derivadas de posibles problemas de la vía aérea, del control de la respiración, y del control de las funciones hemodinámicas del paciente.
En las embarazadas y los niños menores de tres años se recomienda evitar la anestesia general siempre que sea posible, y utilizarla únicamente en aquellos procedimientos que sean imprescindibles, advierte esta anestesióloga, que aconseja que en las pacientes gestantes, salvo que sean procedimientos de urgencia u oncológicos, se espere a que haya nacido el bebé.
La Dra. Guasch quiere hacer hincapié en que para evitar riesgos es fundamental que sea el anestesiólogo el que se encargue de los procedimientos anestésicos. Y explica que, en concreto, se trata del único profesional capacitado para hacer sedaciones en técnicas endoscópicas y procedimientos de gastroenterología como colonoscopias o gastroscopias, garantizando la seguridad de los pacientes.
Respecto a los posibles efectos secundarios de la anestesia general, los más habituales son:
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Sentir mucho frío al despertar y experimentar escalofríos y temblores, pero esto es algo temporal que se alivia con una buena manta térmica, y que no reviste ningún peligro.
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Dolor de garganta: en aquellos casos en los que se intuba al paciente para facilitar la respiración mientras permanece sedado, puede notar molestias en la garganta o al tragar.
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Náuseas y vómitos, en cuanto a este problema, la Dra. Guasch señala que aunque se dice que la anestesia se vomita, esto no es así, sino que “los vómitos muchas veces se producen en relación con el procedimiento quirúrgico realizado ya que, por ejemplo, las cirugías laparoscópicas inducen muchísimos vómitos, y algunos fármacos también inducen una mayor incidencia de náuseas y vómitos, pero los fármacos anestésicos, como todos los fármacos, se metabolizan por el hígado y se eliminan por la orina”.
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Desorientación: otro efecto secundario que a veces se produce en las personas mayores es una cierta confusión mental, más o menos intensa dependiendo del estado físico y cognitivo previo del paciente, y que generalmente es transitoria.
Creado: 29 de mayo de 2018