Anosmia, la pérdida del olfato: causas y cómo recuperarlo

La anosmia es uno de los síntomas del COVID-19, pero otras afecciones también pueden provocar la pérdida total del olfato. Una experta en alteraciones olfativas nos desvela por qué dejamos de oler y cómo recuperar el olfato.
Un hombre intentando oler una cucharada de café

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Actualizado: 5 de mayo de 2023

De los cinco sentidos clásicos –audición, gusto, olfato, tacto y vista– probablemente nunca le hayamos dado tanta importancia a la capacidad de oler como cuando muchos de nosotros la perdimos a causa de la infección por coronavirus SARS-CoV-2. Y es que la anosmia o pérdida del olfato fue uno de los signos que alertaron de un posible contagio a muchas personas que no presentaban ningún otro síntoma del COVID-19. De hecho, muchos de los afectados por COVID persistente no han llegado a recuperar el olfato meses después de pasar la infección. Precisamente, este 27 de febrero se celebra el Día Mundial de la Anosmia, y aprovechamos para analizar en qué consiste, sus causas y consecuencias y qué soluciones existen para recuperar el olfato.

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Qué es la anosmia

“La anosmia es el término que define la pérdida total del sentido del olfato, cuando el paciente no huele absolutamente nada, ya que si se trata de una pérdida parcial se conoce como hiposmia”, nos explica la Dra. Adriana Izquierdo, miembro de la comisión de rinología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y coordinadora de la Unidad de olfato en el Hospital de Terrassa.

Otras alteraciones olfativas de la que conviene diferenciarla son la cacosmia, en la que se percibe un olor desagradable debido a estímulos que se desencadenan en el organismo sin la presencia de moléculas olorosas en el ambiente, la parosmia, que se caracteriza por una distorsión olfatoria que convierte los olores normales en pestilentes, y la fantosmia o percepción de un olor desagradable que no es real (de ahí su nombre por asociación con olores fantasma).

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Enfermo con covid-19 intentando oler una naranja

Causas de la anosmia o pérdida del olfato

Existen múltiples causas que pueden producir una pérdida total del olfato, afirma la Dra. Izquierdo, que también es especialista en alergología. “Las más frecuentes son post virales –como hemos aprendido con la pandemia de COVID-19–, inflamaciones en las fosas nasales, como la poliposis nasal o la rinitis alérgica, los traumatismos craneoencefálicos y las enfermedades neurodegenerativas, como alzhéimer, párkinson, ciertas demencias… Esto engloba aproximadamente entre un 70-80% de causas de anosmia, y otro porcentaje que rondaría el 20% serían las congénitas –nacer sin ciertas estructuras del olfato–, por exposición a determinados fármacos o tóxicos, o por tumores cerebrales”.

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Las principales causas de anosmia o motivos por los que perdemos el olfato son:

  • Infecciones del aparato respiratorio, como el catarro, la gripe o el COVID-19 pueden provocar una pérdida temporal del sentido del olfato.
  • Envejecimiento: el 20-30% de los mayores de 65 años presenta una disfunción olfatoria, que puede llegar a afectar al 75% de los mayores de 80 años, según la SEORL-CCC.
  • Sinusitis aguda.
  • Tabaquismo. Algunos componentes del tabaco, como la nicotina y el alquitrán pueden dañar las células de los receptores olfatorios.
  • Lesiones cerebrales.
  • Medicamentos (antihistamínicos, antibióticos, estrógenos…).
  • Cirugías nasales.
  • Pólipos nasales o desviaciones del tabique nasal.
  • Enfermedades neurodegenerativas: demencia, alzhéimer, párkinson…
  • Exposición a la contaminación atmosférica
  • Inhalación de sustancias químicas tóxicas, como el benceno, los disolventes de pintura, o insecticidas, entre otras.
  • Consumo de drogas, como la cocaína.

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Consecuencias de la pérdida del olfato

Antes de la pandemia apenas se hablaba del olfato, a diferencia de la audición o la visión, dice la Dra. Izquierdo, que afirma que “es un sentido que influye mucho sobre la calidad de vida y las relaciones interpersonales, ya que los pacientes con anosmia pueden experimentar inseguridad porque no saben si huelen bien o mal, o cómo huele su hijo, su pareja…”.

Mujer comiendo sushi en mal estado

La falta de olfato también nos impide identificar amenazas (gas abierto, incendios…) y, por ejemplo, podemos sufrir intoxicaciones alimentarias por consumir alimentos en mal estado al no ser capaces de percibir el mal olor que desprenden, o no tener ganas de comer por no apreciar el sabor de los alimentos, lo que puede conducir a la malnutrición y a una pérdida de peso no deseada. “Ya hay estudios que demuestran la aparición de estados nutricionales carenciales por afectación del olfato; pacientes que pierden el apetito o dejan de comer porque no disfrutan de los alimentos”.

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A este respecto, la especialista nos explica que hay tres términos que se suelen confundir: el gusto, el sabor y el olfato. “El sabor depende mucho del olfato y si el paciente tiene una afectación del olfato va a notar un sabor diferente o va a apreciar menos el sabor de los alimentos, pero esto se confunde con el gusto, que es lo que captan las papilas gustativas: dulce, salado, ácido, amargo y umami. El sabor es la combinación del gusto con el olfato y cuando tenemos alterado el olfato normalmente tenemos alterado el sabor, pero el gusto va por otras vías”.

Cómo se trata la anosmia: rehabilitación olfatoria

La anosmia se puede revertir en muchos casos y su tratamiento depende de la causa por la que se ha perdido el olfato. “Si la causa es una inflamación, por ejemplo, por una poliposis nasal o por rinitis alérgica, hay medicamentos antiinflamatorios para disminuir la inflamación de la mucosa nasal y que el paciente recupere el estímulo de odorantes. Si la causa son virus, aparte de tratar obviamente la infección viral, está indicado el entrenamiento olfatorio: entrenar el olfato para volver a ganar memoria olfativa y recuperar el olfato”.

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Terapéuta haciendo oler a una chica una fruta

Este es el caso de las personas que perdieron el olfato parcial o totalmente a causa de la infección por coronavirus, o de aquellas que no lo han recuperado porque padecen COVID persistente. El tratamiento con mejores resultados en estos pacientes ha sido la rehabilitación olfatoria durante entre seis y 12 meses, según la SEORL-CCC, que añade que es una terapia no invasiva y especialmente recomendable para la recuperación del olfato tras una infección viral.

Desde esta sociedad explican que los otorrinolaringólogos siguen unas pautas estándar para la rehabilitación del olfato que consiste en realizar todos los días dos ejercicios de exposición a cuatro odorantes: frutal, mentolado, aromático y floral, y que a estos se han ido añadiendo otras variedades de olores y concentraciones. Los aromas más empleados en caso de anosmia suelen ser el limón, el clavo, la menta y la rosa.

La parosmia asociada al COVID-19 también se ha podido corregir con rehabilitación del olfato. Este problema, dice la Dra. Izquierdo, “confunde mucho porque los olores te llegan completamente distorsionados y suelen ser desagradables. Las descripciones que más hemos escuchado en consulta son olores a mantequilla rancia, mezclado con ahumado, con cloaca, con podrido… Esto resulta nauseabundo y los pacientes vomitan, pierden peso, se niegan a comer… Incluso se han dado casos en adolescentes que las mamás creían que estaban empezando con trastornos de bulimia y anorexia y era parosmia asociada a la infección por coronavirus”.

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