Cómo nos afecta el cloro de las piscinas
Actualizado: 5 de mayo de 2023
Cuando llega el verano y las altas temperaturas, la piscina aparece como una reconfortante opción para pasar el día. Sin embargo, hay un elemento que puede aguarnos la fiesta: el cloro. Para disfrutar plenamente de un baño piscinero se deben seguir unas pautas, especialmente de higiene, que evitarán problemas de salud.
El cloro que tiene el agua de las piscinas urbanas se usa para desinfectar y evitar que proliferen las bacterias y hongos, y poder así bañarse con seguridad. Pero si las cantidades de cloro del agua no son las correctas, tragar un poco del contenido de la piscina mientras nadamos, o simplemente entrar en contacto con el agua, puede provocarnos irritaciones en la piel, ojos, daños en los dientes, e incluso problemas mayores, como ataques de tos o, en casos extremos, un edema pulmonar.
Como apuntan desde la SEICAP, "se trata de un compuesto que resulta irritante y que actúa como desencadenante de reacciones alérgicas. Puede provocar efectos en las vías respiratorias y en la piel en la medida en que se ven incrementados una serie de factores: la cantidad de este, el tiempo de exposición a la sustancia y la sensibilidad de la piel. En general, los niños son siempre los más afectados, puesto que se pasan mucho rato en el agua y, además, tienen la piel más delicada y sensible que un adulto".
El agua contiene un pH superior al de la epidermis, por lo que cuando nos bañamos o nos lavamos las manos, la piel suele resecarse. El cloro, aunque se encuentre en las cantidades adecuadas, puede alterarse con productos de uso normal, como cremas de protección solar, desodorantes o perfumes, por lo que ese cambio puede dañar el manto graso protector de la piel, resecándola aún más que solo con el agua, según advierten dermatólogos de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Esta deshidratación también afecta directamente a las uñas y cutículas.
Lo recomendable para evitar los problemas del cloro es ducharse bien antes y después de meterse en la piscina, no tragar agua, utilizar gafas de bucear para evitar conjuntivitis e hidratarse bien la piel al salir del agua
Otra sustancia que también suele encontrarse en el agua de las piscinas es la cloramina, un compuesto que surge de la reacción química entre el cloro y los fluidos orgánicos que añaden las personas al nadar, como saliva y orina. Esta sustancia puede provocar tos, alergia y asma, especialmente en niños pequeños, los que más suelen permanecer en el agua, y los que menos controlan sus esfínteres.
La cloramina y el cloro irritan las mucosas oculares, por lo que son los causantes del gran número de conjuntivitis que se producen tras un día de piscina. También pueden dañar los dientes y provocar que se forme sarro de color marrón, consecuencia de las proteínas salivales que, al estar en contacto con el agua, se descomponen de manera acelerada y forman ese sarro que da un aspecto amarillento a los dientes.
10 consejos para disfrutar de la piscina sin riesgos
Si te has asustado con todo lo que puede ocurrir si te das un chapuzón, tranquilo, los expertos informan de que siguiendo unas sencillas pautas de prevención al salir del agua se puede disfrutar completamente de las piscinas. Estos 10 consejos te ayudarán a protegerte de los efectos negativos del cloro:
Creado: 14 de junio de 2016