Diatomeas, algas contra el cambio climático y las plagas
Actualizado: 5 de mayo de 2023
Las diatomeas son algas unicelulares que forman parte del fitoplancton que sirve de alimento a larvas, moluscos, crustáceos y peces, y que tienen una función todavía más importante, ya que se las considera como 'el otro pulmón de la Tierra' debido a su capacidad para producir más oxígeno que todos los bosque amazónicos, centroafricanos e indonesios juntos, según explica el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Pedro Cermeño en Las diatomeas y los bosques invisibles del océano, el último libro de la colección ¿Qué sabemos de? (CSIC-Catarata).
Estas microalgas, que surgieron en los océanos del Triásico hace 240 millones de años, al mismo tiempo que los primeros dinosaurios, pueden superar los 0,5 mm de diámetro, mientras que la mayoría de los microorganismos que componen el fitoplancton no superan los 0,01 mm, y por esto Cermeño, que es doctor en Biología y científico titular en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, las considera el análogo oceánico de árboles como eucaliptos y secuoyas y destaca su papel clave en el funcionamiento de los ecosistemas del océano, junto a su potencial tecnológico.
Aplicaciones de las microalgas en agricultura y jardinería
Además de alimentar a diferentes especies de animales marinos, las diatomeas aumentan la eficiencia de la bomba biológica, un proceso mediante el cual los ecosistemas marinos absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y lo trasladan hacia las capas más profundas del océano, lo que ayuda a mitigar el efecto invernadero y a enfriar el clima del planeta. Son también un componente clave en la formación de petróleo marino, ya que una parte de la biomasa de fitoplancton, especialmente de diatomeas, se acumula en los sedimentos marinos y con el tiempo se transforma en petróleo.
La función de las diatomeas ayuda a mitigar el efecto invernadero y a enfriar el clima del planeta
Las diatomeas podrían utilizarse para mejorar el control de plagas en agricultura porque producen excelentes pesticidas naturales que frenan la proliferación de plagas y aumentan la productividad de los cultivos, y se podrían cultivar para su uso en la depuración de aguas residuales, porque estas constituyen un medio de cultivo parecido al que se usa en el laboratorio para desarrollar microalgas, y porque las diatomeas son capaces de utilizar nitrato, amonio, fosfato, hierro, silicio y metales pesados como el cadmio, el cromo o el cobre, que suelen encontrarse en cantidad abundante en las aguas residuales.
En jardinería se emplea la diatomita o tierra de diatomeas como un agente insecticida, fungicida y bactericida, que combate eficazmente a las plagas sin dañar las plantas ni sus frutos, no resulta tóxica para los seres humanos, y también es útil como insecticida para controlar plagas de hormigas, cucarachas o garrapatas, y como fertilizante.
Las diatomeas, una alternativa a los combustibles fósiles
Es posible cultivar estas microalgas en terrenos marginales o en plataformas flotantes utilizando tanto aguas residuales como aguas saladas, y si disponen de suficiente luz y nutrientes las diatomeas son capaces de producir "más de 100 toneladas de biomasa por hectárea y año, hasta 30 veces más que un cultivo agrícola convencional" afirma el investigador del CSIC, que explica que aplicando procesos termoquímicos que reproducen las condiciones geológicas que permiten que se forme petróleo crudo en el interior de la Tierra esta biomasa se convertiría en biocombustible.
Las microalgas pueden ser una alternativa a los combustibles fósiles porque son capaces de producir "más de 100 toneladas de biomasa por hectárea y año, hasta 30 veces más que un cultivo agrícola convencional"
Con el cultivo de diatomeas se podrían reducir los costes de producción de la biomasa y aumentar la eficiencia de conversión de biomasa a biocombustible, lo que resulta clave para producir cantidades importantes de biocombustible a precios competitivos respecto a los de los combustibles fósiles. Según Cermeño, “está en nuestras manos producir en minutos el petróleo que la Tierra tardó millones de años en generar”, y añade que "si el cultivo de microalgas consigue ganar terreno y convertirse en un medio de aprovechar la fotosíntesis para depurar las aguas residuales”, esto “podría cambiar el paisaje en torno a nuestras ciudades".
Fuente: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Creado: 18 de agosto de 2020