Enfermedad del ciervo zombi

La enfermedad del ciervo zombi es una patología neurológica letal que afecta a cérvidos como alces o renos. Se contagia fácilmente entre animales infectados y los científicos temen que pueda saltar a la especie humana. Conoce sus características y riesgos.
Primer plano de un ciervo

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Actualizado: 20 de noviembre de 2024

Bacterias, virus, parásitos u hongos que normalmente infectan a los animales pueden propagarse a los humanos bajo determinadas circunstancias y provocar enfermedades que se conocen como zoonosis. Ejemplos de ello son la gripe aviar –que procede de aves infectadas– o la rabia, que contraen las personas al ser mordidas por un animal enfermo, como un perro o un murciélago. La enfermedad del ciervo zombi se transmite con facilidad entre animales y los científicos opinan que existe la posibilidad de que salte a los humanos. Te explicamos sus factores de riesgo, síntomas y prevención.

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Qué es la enfermedad del ciervo zombi y cómo se contagia

La enfermedad del ciervo zombi, técnicamente conocida como encefalopatía espongiforme crónica (EEC) o Chronic Wasting Disease (CWD) en inglés, es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a ciervos, alces, renos, caribúes y otros miembros de la familia de los cérvidos. Esta enfermedad es similar a la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en humanos y a la encefalopatía espongiforme bovina –popularmente conocida como enfermedad de las vacas locas– en el ganado.

La EEC es causada por priones, que son formas anormales de proteínas que se replican al inducir a las proteínas normales del cerebro a adoptar su forma anormal. Estos priones anormales causan daño y muerte celular en el cerebro, provocando síntomas neurológicos y la muerte del animal afectado. No existe tratamiento ni cura para la enfermedad, y siempre es letal.

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La EEC es altamente contagiosa entre los cérvidos y se transmite a través del contacto directo entre animales y sus fluidos –saliva, heces, sangre u orina–, o indirectamente a través del ambiente como, por ejemplo, a través de suelo, el agua, o plantas contaminadas con priones, ya que los expertos señalan que estos pueden permanecer mucho tiempo en el medio ambiente porque son muy resistentes al calor, la radiación ultravioleta y los desinfectantes.

La EEC se identificó inicialmente en Colorado y Wyoming en las décadas de 1960 y 1970, pero desde entonces se ha extendido al este de los Estados Unidos y al oeste hasta Utah y se ha detectado en cérvidos en libertad o en cautiverio en al menos 24 estados de EE. UU., dos provincias canadienses, Corea del Sur y en renos y alces europeos:

  • Canadá: se ha encontrado en áreas de Canadá, particularmente en provincias como Alberta y Saskatchewan.
  • Noruega: este país reportó casos de EEC en renos salvajes y alces, siendo el primer caso en Europa reportado en 2016.
  • Finlandia: también ha reportado casos de EEC en su población de renos y alces.
  • Suecia: ha detectado casos de EEC en su fauna silvestre.

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Síntomas de la enfermedad del ciervo zombi

Desde que se produce la infección hasta que aparecen sus primeras manifestaciones en el animal puede pasar un año, y los principales síntomas de la enfermedad del ciervo zombi incluyen:

  • Pérdida de peso.
  • Cambios en el comportamiento.
  • Falta de coordinación.
  • Temblores.
  • Salivación excesiva.
  • Dificultad para tragar.
  • Rechinamiento de dientes.
  • Sed y hambre excesivas.
  • Aspecto descuidado o enfermizo.
  • Aislamiento del resto del grupo.

Estos síntomas pueden llevar a que los animales afectados parezcan ‘zombis’, de ahí el nombre coloquial de la enfermedad.

Niños acariciando a un ciervo salvaje junto a sus padres

¿Se puede transmitir a los humanos la enfermedad del ciervo zombi?

Hasta ahora no se han reportado casos de transmisión de la EEC a humanos. Sin embargo, existe preocupación entre algunos expertos sobre la posibilidad de que la enfermedad pueda eventualmente cruzar la barrera de especies y afectar a los humanos, especialmente para aquellos que consumen carne de cérvidos.

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La posibilidad de transmisión entre especies existe en el caso de las patologías priónicas, como han demostrado la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ) en humanos y la ‘enfermedad de las vacas locas’ en el ganado, que se detectó por primera vez en Reino Unido en 1986 y se relaciona con la vECJ, una enfermedad neurodegenerativa humana rara y fatal descrita por primera vez en marzo de 1996, cuyo desarrollo está estrechamente relacionado con la exposición, probablemente mediante el consumo de carne y productos cárnicos, al agente que causó la encefalopatía espongiforme bovina.

Además, los priones responsables de la ‘enfermedad del ciervo zombi’ tienen la capacidad de infectar y propagarse en las células humanas en condiciones de laboratorio. Y también se ha comprobado en experimentos que el prión que causa la EEC puede infectar a monos ardilla y a ratones de laboratorio que portan genes humanos.

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Y aunque actualmente hay poca evidencia de que los priones de EEC se puedan transmitir a los seres humanos y causar enfermedades, los investigadores hipotetizan que con el tiempo podría aparecer un prión EEC más fácilmente transmisible a los humanos si se produce una exposición humana suficientemente extensa. Cualquier persona que entre en contacto directo con cérvidos, consuma venado o esté en contacto con materiales ambientales contaminados de las zonas afectadas por EEC podría estar en riesgo de exposición.

Diagnosticar enfermedades priónicas en los humanos tampoco es fácil, ya que, a diferencia de otros patógenos que infectan a las personas, los priones no desencadenan una respuesta inmunitaria del organismo, por lo que son más difíciles de detectar y esto impediría intervenir con rapidez para evitar la propagación de la enfermedad.

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Cómo prevenir la propagación de la enfermedad del ciervo zombi

No hay vacuna ni tratamiento disponibles para combatir esta enfermedad letal, y los cérvidos cumplen un papel fundamental en la preservación de su hábitat, por lo que si disminuye drásticamente su población esto tendría consecuencias catastróficas para el medio ambiente y otros animales que dependen de su existencia.

Las autoridades sanitarias y de vida silvestre de las zonas afectadas han ofrecido una serie de consejos para prevenir el posible contagio a los seres humanos, minimizar su transmisión entre los animales que residen en zonas de riesgo y, sobre todo, evitar que se siga propagando a otras regiones:

  • Evitar el consumo de carne de animales que parezcan enfermos o que hayan dado positivo para la EEC y no tocar ni manipular animales salvajes enfermos o muertos.
  • Reforzar la vigilancia para rastrear la propagación de la enfermedad.
  • Establecer medidas de bioseguridad para prevenir una mayor transmisión, como controlar el movimiento de las poblaciones de ciervos, alces y otros animales susceptibles de infectarse y realizar pruebas regularmente para monitorear la prevalencia de la enfermedad.
  • Evitar la congregación artificial de cérvidos en entornos infectados o potencialmente infectados.
  • Fomentar prácticas de caza responsables para limitar al máximo el riesgo de transmisión.
  • Realizar nuevas investigaciones que ayuden a comprender mejor el proceso de transmisión de la enfermedad, su impacto ecológico y las potenciales implicaciones para la salud humana.

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