Enfermedades y virus emergentes para los que no existe vacuna
Actualizado: 27 de septiembre de 2023
Las vacunas son, sin duda, uno de los principales avances de la medicina porque han permitido salvar millones de vidas y conseguir que enfermedades que en su momento tuvieron consecuencias tan graves, como la viruela, la poliomielitis o el sarampión, hayan sido erradicadas en el caso de la primera (desde 1979), o tengan una mínima incidencia y sus repuntes se deban, precisamente, a la disminución de las tasas de vacunación. En otro casos, como en el de COVID-19, toda la comunidad científica se movilizó para disponer de una vacuna en tiempo récord. Sin embargo, no disponemos de vacunas para todas las enfermedades infecciosas y virus emergentes que nos acechan y que podrían provocar una nueva pandemia.
Enfermedades infecciosas para las que aún no tenemos vacuna
Hay muchas enfermedades víricas para las que aún no hay vacuna, “sobre todo enfermedades emergentes que ocurren principalmente en países tropicales” explica a Webconsultas la Dra. Milagros García López Hortelano, Coordinadora de Enfermedades Tropicales Pediátricas y Vacunación Internacional Infantil del Servicio de Pediatría, Enfermedades Infecciosas, Tropicales, Adopción Internacional y Niño viajero del Hospital Universitario infantil La Paz – H Carlos III, de Madrid, que es Centro de Referencia de Enfermedades Importadas Adultos y Niños (CSUR). Las más destacables son:
- Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Causada por un virus (Nairovirus) que se transmite a través de las picaduras de algunas garrapatas, provoca graves brotes de fiebre hemorrágica viral, con una tasa de letalidad del 10%-40%. Se han dado casos incluso en España. Las altas temperaturas asociadas al cambio climático pueden favorecer su expansión.
- Ébola. Para esta grave enfermedad que tiene una elevada tasa de mortalidad hay vacunas en fase experimental, y la Comisión Europea ha aprobado la comercialización de Ervebo (VSV-ZEBOV), indicada para proteger a personas en riesgo de contagiarse con el virus Ébola Zaire, aunque todavía se desconoce cuánto dura esta protección.
- Enfermedad por el virus de Marburgo. Esta enfermedad vírica es grave y puede acabar con la vida del paciente, ya que, según la OMS, su tasa de mortalidad puede llegar al 88% si no se detecta y trata a tiempo. Un tipo de murciélago transmite la infección al ser humano, pero también se puede contagiar entre personas o al entrar en contacto con objetos o superficies contaminadas. Los primeros brotes se detectaron en 1967 en Marburgo y Frankfurt (Alemania) y en Belgrado (Serbia).
- Fiebre de Lassa. Las personas la pueden contraer al entrar en contacto con heces de roedores, pero también se transmite entre seres humanos. Es un virus endémico de África Occidental, pero los expertos alertan de su posible expansión por la presencia de factores que la favorecen.
- Síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y síndrome respiratorio agudo severo (SARS): en ambos casos, estos antecesores del SARS-CoV-2 se deben a la infección por coronavirus que desencadenan graves infecciones respiratorias.
- Enfermedad por el virus Nipah. Recientemente se han detectado infecciones por este patógeno en India, en la región de Keral, un hecho que ha preocupado a la OMS porque su tasa de mortalidad es muy elevada (entre el 40 y el 75%).
- Fiebre del Valle del Rift: esta enfermedad zoonótica la transmiten los mosquitos y provoca síntomas similares a los de la gripe, aunque puede desencadenar complicaciones graves en algunos pacientes.
- Zika: aunque esta infección transmitida por mosquitos no sea especialmente grave, cuando lo contrae una mujer embarazada este virus está relacionado con la microcefalia en los bebés.
- Chikungunya: de nuevo son los mosquitos los vectores que propagan esta enfermedad, cuyos principales síntomas son fiebre alta y dolores articulares, musculares y de cabeza. Su origen está en el continente africano, pero ya se ha extendido a todo el mundo.
- Gripe aviar: Ignacio López-Goñi, catedrático de microbiología, profesor en la Universidad de Navarra y autor del blog microBio, nos advierte sobre la amenaza que supone la gripe procedente del mundo animal: “sobre todo gripe aviar y gripe porcina; ahora se está produciendo lo que podemos denominar una pandemia de gripe aviar en aves, que afortunadamente no se transmite a los humanos, pero sigue preocupando que la gripe sea la próxima pandemia”.
- Hepatitis E: la OMS estima que cada año se producen 20 millones de nuevos casos de infección por el virus VHE, que se transmite por vía fecal-oral, sobre todo por agua contaminada, por lo que las medidas higiénico-sanitarias son clave en su prevención.
- Herpesvirus: infecciones víricas causadas por los diferentes miembros de la familia de los herpesvirus, tales como el herpes simple 1 y 2, el citomegalovirus (CMV) y el virus de Epstein-Barr también carecen de una vacuna protectora, señala Jordi Reina, virólogo del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Son Espases y Profesor de Virología de la Facultad de Medicina de la Universitat de les Illes Balears. Vocal de “Asesoramiento metodológico en investigación en vacunas” de la Asociación Española de Vacunología
El experto de la AEV indica que “la excepción la constituye el virus de la varicela-zóster con vacunas tanto para la primoinfección como para la reactivación (zóster), y que están en estudio varias vacunas frente al CMV con el objetivo de proteger al recién nacido, ya que este virus es el principal causante de infecciones congénitas humanas. Al ser virus muy prevalentes y de adquisición en etapas muy tempranas de la vida, la estrategia vacunal se centraría en la embarazada”.
La Dra. Milagros García destaca que entre estas enfermedades infecciosas, las que afectan especialmente a los niños son “el zika, el chikungunya, la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, la fiebre Lassa, la enfermedad por virus Marburgo o la hepatitis E”, y que en nuestro medio también existen muchas enfermedades víricas que afectan principalmente a los niños y para las que no existen vacunas, como:
- Infección por citomegalovirus, que es más peligrosa si se contrae durante el embarazo y se transmite al feto porque le puede dejar graves secuelas.
- Virus Epstein-Barr (VEB), responsable de la mononucleosis infecciosa o enfermedad del beso, aunque ya hay una vacuna en fase experimental que podría proteger contra este virus.
- Virus de la hepatitis C.
Hasta hace poco tampoco se disponía de vacuna para combatir la infección por virus respiratorio sincitial (VRS), que produce bronquiolitis muy grave en lactantes pequeños. Este año, sin embargo, en España se va a inmunizar a los bebés menores de seis meses con la vacuna Beyfortus desarrollada por Sanofi y AstraZeneca para prevenir la enfermedad grave del tracto respiratorio inferior (pulmones) causada por el VRS.
En opinión de Ignacio López-Goñi, catedrático de microbiología, profesor en la Universidad de Navarra y autor del blog microBio, “si nos centramos en los virus, los grandes retos para los que no se dispone de vacuna, son el VIH, los herpes –de los que hay muchos tipos–, y todos aquellos que nos producen fiebres hemorrágicas que están transmitidos por insectos, y que son prioridades para la OMS, como el Crimea-Congo, que se transmite por garrapatas y del que está habiendo casos incluso en España; el virus Lassa, o el virus del valle del Rift, que no están muy extendidos, pero son muy peligrosos”.
“El otro gran reto –añade– lo constituyen las bacterias resistentes a los antibióticos; y otra estrategia sería luchar contra esta amenaza a través de la vacunación, es decir, desarrollar vacunas específicas contra aquellas bacterias que se están haciendo resistentes a los antibióticos. Hay muchas: enterobacterias, Neisseria gonorrhoeae o gonococo, que provoca la gonorrea, y otras que están siendo un problema”.
Por qué aún no hay vacunas para algunas enfermedades conocidas
Los avances científicos permitieron disponer de una vacuna contra el SARS-CoV-2 en tiempo récord, pero ¿por qué entonces todavía no se dispone de una vacuna para el VIH responsable del sida, u otras enfermedades que también se conocen desde hace décadas?
“Siempre que aparece un nuevo virus se intenta desarrollar lo más rápido posible una vacuna frente a él; así ocurrió con el Ébola, el Zika y otros. Por ello, mientras no tengamos constancia de la existencia y presencia de este nuevo virus en el ecosistema humano no se iniciarán los estudios para desarrollar una vacuna específica para ellos. En el brote de ébola de 2014 se desarrollaron dos plataformas de vacunas, pero al final de la pandemia la desaparición del virus hizo que prácticamente esas vacunas no se utilizaran a pesar del elevado coste económico para su desarrollo. La existencia de múltiples plataformas de vacunas, clásicas y genéticas, permitirán en el futuro el desarrollo de vacunas específicas y efectivas en un corto espacio de tiempo”, nos explica Jordi Reina.
“También depende mucho del patógeno, de las propiedades biológicas de la bacteria o del virus”, explica a Webconsultas Ignacio López-Goñi: “Pongo antes un ejemplo: ¿por qué hemos podido erradicar la viruela y no otras enfermedades? Porque en la viruela funcionó muy bien la vacuna por varias razones. Primero, porque es una enfermedad que se da solo en humanos –no se transmite por vectores, ni mosquitos, ni ratas, ni murciélagos… – y es un virus muy estable, que cambia poquísimo. Además, su diagnóstico es muy fácil y no hay portadores sanos; es decir, que todo el que tenía viruela manifestaba la viruela. Y es una infección que solo se pasa una vez y que, una vez que la has pasado, te quedas inmunizado. Por eso se pudo erradicar”.
“El que tengamos o no una vacuna también depende de las propiedades biológicas de la bacteria o del virus. El virus de la gripe, por ejemplo, es un campeón de la variabilidad y eso hace que todos los años debamos tener una vacuna nueva”
“El VIH es un virus que, junto al de la gripe, es uno de los campeones de la variabilidad; un virus que cambia muchísimo y, dentro de un mismo paciente, puede haber distintas variantes. También hay que tener en cuenta que la célula donde se multiplica este virus son los linfocitos, que son células del sistema inmune, lo que significa que está atacando lo que quieres estimular con una vacuna. Esto hace que sea muy complejo combatir el VIH”. “El virus de la gripe, por ejemplo, también es un campeón de la variabilidad y eso hace que todos los años debamos tener una vacuna nueva”.
Patógenos que podrían desencadenar una nueva pandemia
Existe la posibilidad de que se repita una situación como la provocada por el COVID-19 y, para tratar de evitarlo o estar preparado para afrontarlo, en noviembre de 2022 la Organización Mundial de la Salud (OMS) convocó una reunión de expertos para hablar sobre los patógenos que podrían desencadenar una nueva pandemia, y recomendar a los investigadores de diferentes países dónde concentrar sus energías para hacer frente a futuras amenazas para la salud pública.
“Las infecciones emergentes, por su definición, son impredecibles y surgen sin ningún control humano. Su número y características es infinito pues desconocemos su existencia hasta que aparecen como una infección nueva en un ser humano. Sin embargo, este hecho no es el más importante en un virus emergente, lo es el hecho de que se pueda trasmitir de forma eficiente y sostenible entre humanos. Se calcula que en el mundo animal pueden existir más de 1,5 millones de virus desconocidos, de los cuales entre 600 y 800.000 podrían ser potencialmente patógenos para el ser humano; en estos momentos sólo reconocemos 283 como virus que infectan al ser humano”, afirma el virólogo Jordi Reina.
La Dra. Milagros García señala que “algunos de los virus causantes de enfermedades emergentes tropicales se encuentran en la lista que la OMS ha establecido como patógenos prioritarios capaces de causar futuros brotes y pandemias, como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, el ébola, la enfermedad por virus Nipah, virus Marburgo o Infecciones por henipavirus (HNV), y, en definitiva, todas las mencionadas en el primer apartado y para las que no disponemos de vacuna.
Ignacio López-Goñi insiste en el peligro de las bacterias resistentes a los antibióticos porque, dice, hay muchos tratamientos médicos y quirúrgicos que dependen de los antibióticos, por ejemplo, para prevenir infecciones tras una cirugía o tras un trasplante, o cuando te administran quimioterapia o radioterapia para tratar el cáncer, ya que durante estas intervenciones disminuyen nuestras defensas y los antibióticos son necesarios para combatir patógenos oportunistas. “De manera que puede llegar el momento en que seamos capaces de curar un cáncer, pero el paciente muera por una infección resistente a los antibióticos”.
El reto de mejorar las vacunas disponibles
El microbiólogo explica que no solo es importante desarrollar nuevas vacunas frente a nuevos patógenos, sino que los nuevos retos en vacunación consisten en mejorar algunas vacunas que ya tenemos. “Por ejemplo, tenemos vacunas contra la tuberculosis, pero hay una línea de mejora. Tenemos vacuna contra la malaria, pero la eficacia es muy baja –de alrededor del 50%–, por lo que hay campo para mejorar este tipo de vacunas”.
Otra estrategia clave son los nuevos métodos de vacunación, que no sea imprescindible el pinchazo; por ejemplo, se están desarrollando parches –similares a los de nicotina que ya existen– con los que se pueda inmunizar porque es más limpio y seguro, se evitan jeringuillas, etcétera. También se está avanzando en la elaboración de vacunas intranasales contra la gripe, por ejemplo, y China ya aprobó una vacuna inhalable contra el COVID el año pasado.
Destaca también la investigación en marcha sobre los adyuvantes, que son sustancias que se incorporan a las vacunas y que estimulan de manera inespecífica el sistema inmune, y potencian así la eficacia de la vacuna.
Otro ámbito que López-Goñi considera fundamental es el de las vacunas para gente mayor. “Todos somos conscientes de que hay que vacunar a los niños, pero desarrollar nuevas vacunas específicas para las personas mayores –o modificar las que hay– es importante porque sufren inmunosenescencia, es decir, que su sistema inmune envejece y se debilita y hay que volver a estimularlo de manera específica frente a ciertos patógenos, y por eso la investigación de vacunas también se está dirigiendo a mejorar su eficacia en este grupo de población”.
Enfermedades transmisibles para las que sí existe vacuna
Mientras se desarrollan nuevas vacunas o se mejoran las que ya existen, evitar la transmisión de enfermedades contra las que sí podemos protegernos está en nuestras manos. Como señala Ignacio López-Goñi, el aumento de los casos de sarampión “no se debe a que la vacuna no funcione bien, sino que es un problema de disminución de la cobertura vacunal; es decir, que nos vacunamos menos. Durante la pandemia se abandonaron campañas de vacunación contra el sarampión en algunos países, lo mismo que está ocurriendo con la polio. Y en países más desarrollados se ha debido a reticencias frente a la vacunación y a movimientos antivacunas”.
“Actualmente, el sarampión sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños menores de 5 años, principalmente en países con bajo índice de desarrollo humano”, alerta la Dra. Milagros García, que explica que según un informe de la OMS y los CDC (Centros para el control y prevención de enfermedades) publicado en 2022 desde el inicio de la pandemia de COVID la vacunación frente al sarampión ha disminuido mucho. “En su informe detallan que, en 2021, 25 millones de niños no recibieron la primera dosis de vacuna y cerca de 15 millones no recibieron la segunda, siendo esta reducción en las coberturas vacunales, una de las principales causas del aumento de la enfermedad”.
Jordi Reina, por su parte, nos dice que “la reaparición de las denominadas enfermedades infecciosas reemergentes, infecciones ya conocidas y controladas a través de los programas sistemáticos de vacunación, se debe fundamentalmente al cese o disminución de la vacunación en la población. Ciertas circunstancias ambientales (terremotos, inundaciones, tsunamis) sociales (migraciones, campos de refugiados) o civiles (guerras) determinan la disminución de las coberturas vacunales y la recirculación de virus que hasta ese momento estaban controlados”.
“La mayoría de vacunas para ser eficaces y determinar una inmunidad de grupo requieren coberturas vacunales globales superiores al 95%, por ello su disminución facilita la circulación de nuevo del virus vacunal”
“Estos hechos –añade– son los responsables del incremento de los casos de sarampión en Europa, debido, sin embargo, en este caso, a la desconfianza de la población en las vacunas y al auge de los grupos antivacunas. La mayoría de vacunas para ser eficaces y determinar una inmunidad de grupo requieren coberturas vacunales globales superiores al 95%, por ello su disminución facilita la circulación de nuevo del virus vacunal. La poliomielitis es otro ejemplo de una enfermedad vírica casi erradicada, pero debido a dos países que no permiten su vacunación, siguen produciéndose casos salvajes y nos obliga a seguir vacunando a toda la población mundial. La única forma de evitar estas situaciones es vacunar de forma sistemática a toda la población diana, las vacunas no sólo hay que tenerlas, sino que hay que ponerlas, y nuestra obligación es facilitar y mejorar esta tarea”.
Estas son las principales patologías infecciosas que gracias a la vacunación se pueden prevenir, o impedir que se desarrolle un cuadro grave:
- COVID-19. Las vacunas no impiden que se contraiga la enfermedad, pero sí evitan o reducen el riesgo de sufrir síntomas graves u hospitalización. Se han ido adaptando a las nuevas variantes del SARS-CoV-2.
- Sarampión. La OMS define a la vacuna contra el sarampión como “segura, eficaz y barata”.
- Tos ferina. Esta infección respiratoria la causa la bacteria Bordetella pertussis, es muy contagiosa y afecta sobre todo a niños y adolescentes.
- Gripe. Indicada para la población de riesgo, como inmunodeprimidos, enfermos crónicos, mayores de 60 años y embarazadas.
- Poliomielitis. Esta enfermedad no tiene cura y la única forma de evitar que se propague y deje secuelas en los infectados es la vacunación.
- Enfermedad neumocócica. La vacuna contra el neumococo está indicada en mayores de 60 años y reduce las complicaciones asociadas a esta infección y las hospitalizaciones.
- Tétanos. Se trata de una enfermedad grave y para la que no existe un tratamiento curativo eficaz, por lo que la vacuna y las dosis de refuerzo evitan consecuencias fatales.
- Enfermedad meningocócica, causada por la bacteria Neisseria meningitidis (meningococo), es responsable de sepsis o meningitis.
- Hepatitis B. Esta infección se puede volver crónica y, en algunos casos, puede provocar cirrosis.
- Paperas. La vacuna contra las paperas o parotiditis está incluida en el calendario de vacunación combinada con las del sarampión y la rubéola, lo que se conoce como triple vírica.
- Haemophilus influenciae tipo B (Hib). Bacteria que infecta los pulmones, el cerebro, la médula espinal, la sangre o las articulaciones y puede provocar neumonía o meningitis.
Creado: 27 de septiembre de 2023