Dra. Susana Martínez-Conde
24 de abril de 2014
La Dra. Susana Martínez-Conde, responsable del laboratorio de Neurociencia Visual en el Barrow Neurological Institute en Phoenix (Arizona), y autora del libro Los engaños de la mente (Editorial Destino), comenzó a colaborar con magos, ‘los grandes manipuladores de la atención y de la consciencia’ para intentar desvelar la interacción entre magia y neurociencia cognitiva, y estudiar las ilusiones visuales para explorar las bases neurales de la atención y la consciencia. La neurocientífica coruñesa, que recientemente visitó España y dio una conferencia sobre este tema en la Universidad Europea de Madrid, explica que, aunque vemos con los ojos, es el cerebro el que construye nuestra percepción de la realidad, y estudiando las ilusiones generadas por los magos, se puede comprender cómo funciona el cerebro de forma subyacente a la experiencia consciente. Además, esta investigación también podría ayudar al diagnóstico y desarrollo de nuevas terapias para pacientes que sufren déficits cognitivos, como TDAH (trastorno por déficit de hiperactividad y atención) o la enfermedad de Alzheimer.
La educación, los prejuicios, las ideas preconcebidas, los gustos, e incluso los intereses personales, afectan a nuestra percepción. Si mostramos la misma escena a un grupo de personas con características muy distintas, ¿cree que después la describirán de forma diferente?
Va a haber diferencias individuales, por supuesto, y también va a haber similitudes. Precisamente en mi laboratorio acabamos de publicar un trabajo, que aunque no trata exactamente lo que estás proponiendo, puede servir de ejemplo. Presentamos una serie de escenas visuales a varias personas, medimos la posición de su mirada mientras observaban estas escenas, y luego comparamos qué es lo que había visto cada uno. Lo que comprobamos es que básicamente puedes dividir una escena visual determinada, como por ejemplo esta habitación, entre zonas que son consistentes, y que todo el mundo va a mirar, y otras que son inconsistentes, y que a lo mejor las mira una persona u otra, pero no se producirá un consenso. Y las partes de la escena que resultan interesantes al colectivo, en las que sí existe un consenso, son las que tienden a contener mayor información.
Entonces, hay unas partes de la escena ven todos, y otras que dependen de cada persona…
Sí, en general sí. Hay partes que resultan interesantes o llamativas para todos, y otras que va a depender de cada uno; y ahí es donde juegan las diferencias individuales.
Los magos, artistas de la manipulación y la consciencia
Sin embargo, los magos, cuando hacen una representación, la hacen para un público muy heterogéneo, de diferentes edades y personalidades…, y engañan a todos.
Engañan a todos porque las similitudes que un cerebro tiene con otro –a pesar de que las diferencias individuales sean importantes– son, quizá, más importantes. Nos parecemos neuralmente más de lo que nos diferenciamos. Y lo que los magos hacen es generar un super estímulo, que es tan llamativo y tan sobresaliente para nuestra atención, que prácticamente no nos dejan otro recurso que focalizar en eso. Puede haber alguna excepción, o una persona que no se está centrando, pero la inmensa mayoría va a mantener su atención en lo que indica el mago.
Los magos no son científicos, pero saben perfectamente cómo engañar a la mente del que mira. ¿Cómo cree que han llegado a conocer tan bien a las personas para saber cómo manejarlas?
Existe una teoría de la magia, que es una disciplina muy antigua, que tiene miles de años de historia, y que antes de ser espectáculo ya formaba parte de la religión y se utilizaba, sin decir que era un truco, para producir determinados efectos y atribuírselos al dios que adoraban. Como espectáculo existe documentación desde hace dos mil años, en la que están registrados trucos de magia que se mantienen en la actualidad, como el de los vasos invertidos que hacen los trileros, y que ya se hacían en la época de los romanos. La magia tiene la ventaja de esta gran historia que ha permitido refinar qué es lo que funciona y lo que no, y ha servido a los magos para desarrollar sus teorías.
Como dicen algunos magos con los que trabajamos, como Miguel Ángel Gea, con el que he dado una serie de presentaciones conjuntas, cada espectáculo es un experimento para el mago, porque en el transcurso del mismo comprueba lo que vale y lo que no vale. Y lo que vale lo mantienen y, lo que no, lo retiran. De esta forma, y como si se tratase de un método de ensayo y error, el mago va destilando los principios y las técnicas que mejor manipulan la atención del público. Por otra parte, el mago tiene una interacción con el público directa, porque el público es intrínseco a la magia; la magia no existe en ausencia del público, mientras que en otras disciplinas artísticas existe un objeto. Cuando Leonardo Da Vinci pinta la Mona Lisa, aunque no la esté observando nadie en el Louvre, existe un objeto físico. En la magia no existe objeto físico sin la interacción del público; se crea con la participación activa del público.
En cualquier forma de arte el artista intenta generar una serie de emociones en su público, y aunque los artistas no tengan formación neurocientífica, sí son grandes observadores del comportamiento humano y pueden llegar a ser muy efectivos manipuladores de la percepción, cognición, emoción, consciencia…
En cualquier forma de arte el artista está intentando generar una percepción, generar una serie de emociones en su público, y ninguno de estos artistas, tanto si hablamos de magos, como si hablamos de pintores, escultores, directores de cine, escritores…, tiene formación neurocientífica, pero sí son grandes observadores del comportamiento humano y, basándose en esta intuición, y también en esta historia que tiene detrás cada uno en su campo respectivo, sí pueden llegar a ser muy efectivos manipuladores de la percepción, cognición, emoción, consciencia… Entonces, entre arte y neurociencia, aunque nuestro propósito, nuestro objetivo último, es diferente, el camino que nos lleva a ello a veces es un camino común, un camino que puede llegar a entrelazarse, y que de hecho se está entrelazando cada vez más.
¿Por qué decidieron investigar la magia?
En ciencias visuales ya existía –y esto es anterior a mi época– una tradición de investigar la visión haciendo uso de ilusiones y de fenómenos perceptivos creados por artistas. En mi propio laboratorio yo ya había utilizado o investigado ilusiones durante un tiempo, e incluso había publicado una serie de trabajos sobre un tipo de ilusión que proviene de las obras del pintor Víctor Vasarely, que fue uno de los fundadores del movimiento Op Art, que es el arte óptico. Este vínculo entre ilusión, percepción, ciencia y arte, ya era algo con lo que estábamos trabajando. Y en el año 2007 me invitaron a codirigir el congreso anual de la sociedad para el estudio científico de la conciencia, que se celebraba ese año en Las Vegas. Pensando un poco en esta relación entre arte, ciencia, percepción y consciencia, y qué podríamos hacer para que este congreso tuviera una rama que fuera accesible, y no se redujese solamente a una comunidad de investigadores, sino que se abriera también de cara al público, y estando en Las Vegas, que es la meca de la magia, y de los grandes espectáculos en hoteles casino donde actúan todos los grandes magos, la propia ciudad de Las Vegas nos dio la respuesta de cuáles son los artistas de la consciencia.
Así como los pintores son los artistas de la visión, o los chefs son los artistas del gusto, los artistas de la atención, de la consciencia, son los magos
Así como los pintores son los artistas de la visión, o los chefs son los artistas del gusto, los artistas de la atención, de la consciencia, son los magos. Y decidimos hacer un simposio especial en el que invitamos a cinco magos –que fueron nuestros cinco colaboradores iniciales en los estudios sobre la neurociencia y la magia–, y cada uno de ellos habló 15 minutos sobre un truco en concreto y cuál era su teoría, su intuición, sobre qué hacía que este truco funcionara en la mente del público, y este simposio fue el que arrancó la colaboración.
¿En el libro desvelan algún truco?
Sí, muchos, pero siempre advertimos. Cada vez que se va a desvelar un truco ponemos una advertencia, y decimos ‘en la siguiente sección se va a desvelar un truco mágico’, para que el lector que no quiera saber pueda saltarse esa sección.
¿Y a los magos no les importa? ¿Han tenido que pedir permiso?
Somos miembros de varias sociedades mágicas internacionales, y cuando formas parte de una sociedad mágica, cuando te haces miembro, tienes que prestar un juramento, que es el de no desvelar secretos mágicos. Ahora, esto hay que entenderlo correctamente, y es que los magos profesionales desvelan secretos a otros magos, escriben manuales de magia…, y lo que es más importante que no desvelar secretos es no desvelar secretos por accidente; es decir, no dar a conocer un secreto mágico que el público no quiera saber. Por ejemplo, el presidente del círculo mágico del Reino Unido decía que la puerta de la magia está cerrada, pero no está cerrada con llave. Esto significa que el que quiera conocer los secretos de la magia puede encontrar los caminos para ello, pero es importante que esa puerta no se deje abierta sin más, para que el que no quiera conocerlos no vaya a entrar por casualidad y acabe sabiendo lo que no quiere saber.
Por la naturaleza de nuestro libro, para explicar la neurociencia, teníamos que desvelar una serie de secretos mágicos, pero para no desvelarlos por casualidad ponemos la advertencia muy clara, y esto nos permite mantener nuestro juramento con las sociedades mágicas.
Foco de atención y memoria
Quiero preguntarle algo sobre el ‘foco de atención’. En las películas, la víctima de un delito –tan estresante y grave como una violación, o un intento de asesinato– es capaz de ofrecer datos con los que un experto realiza un retrato robot del agresor. ¿Es posible que una persona sometida a un acto violento pueda centrar su foco de atención en el agresor y después recordar sus rasgos, o es algo ‘de película’?
Las películas son lo que son, pero las memorias son muy poco fiables, incluso en las mejores circunstancias, y no digamos ya bajo una situación de estrés. Hoy en día existe una gran controversia, y por parte de la neurociencia se está argumentando que no deben utilizarse los testimonios de testigos en juicios, porque se les sigue dando mucho peso y no son fiables, y se ha condenado a muchas personas inocentes basándose en testimonios de testigos que no tenían nada que ver con la realidad.
Las memorias son muy poco fiables, incluso en las mejores circunstancias, y no digamos ya bajo una situación de estrés
No se debe dar como cierto que una persona, porque haya sido testigo o víctima de una situación, vaya a ser capaz de reproducirla con fiabilidad; esto sería más bien la excepción que la regla.
¿Y es posible que guardemos recuerdos inconscientemente, que haya detalles que conscientemente no recordemos pero que después puedan aflorar?
Normalmente no. Y, de hecho, lo que suele ocurrir en estos casos es que los recuerdos que afloran después de años –y ha habido una serie de escándalos al respecto– son falsos recuerdos que a lo mejor se han implementado durante terapias –puede ser con hipnosis, o puede ser por sugerencia del terapeuta–, que han generado falsos recuerdos en estas personas. No se ha demostrado una situación en la que un recuerdo se haya bloqueado y luego haya vuelto a surgir con la terapia.
Los recuerdos que afloran después de años –y ha habido escándalos al respecto– son falsos recuerdos que a lo mejor se han implementado durante terapias –puede ser con hipnosis, o por sugerencia del terapeuta– que han generado falsos recuerdos en estas personas
Un trabajo interesante que se publicó hace cuatro o cinco años analizaba la literatura de ficción –historias, novelas, cuentos…– en la que aparecen personajes que experimentan este bloqueo de la memoria y que después la recuperan, y comprobaba que estos argumentos se dan a partir del psicoanálisis, y que anteriormente a la emergencia del psicoanálisis este tipo de narrativa no existe en la literatura del mundo. Entonces, si la gente experimentara este tipo de situación debería describirse en la literatura desde siempre, pero esto es muy reciente.
El entrenamiento de la atención se está utilizando ya en ámbitos como los servicios de emergencia, con el objetivo de que los profesionales de estos servicios no centren su atención únicamente en los heridos y puedan percibir posibles peligros en la escena del accidente, por ejemplo. ¿Cree que también se podrá aplicar para ayudar a personas que sufren déficit de atención e hiperactividad?
No es algo que yo haya abordado directamente en mi trabajo, pero la conexión existe, tanto en trastornos de hiperactividad, como en otros déficits atencionales, y sobre todo en relación con los movimientos oculares, porque son los mismos sistemas neurales los que controlan a donde dirigimos los ojos y a donde dirigimos la atención; es básicamente el mismo sistema neural. Esto puede tener implicaciones con respecto a la percepción de la magia, pero también puede haber técnicas que podamos aprovechar a través de esta investigación para el entrenamiento de estas habilidades, por lo menos en cierta medida.
¿A qué se debe que una persona sana tenga una alucinación? Por ejemplo, hay unas alucinaciones –hipnagógicas e hipnopómpicas– que se producen al despertar, o cuando una persona está a punto de dormirse, y abre los ojos y ve algo que en realidad no está ahí.
El cerebro construye nuestra experiencia de la realidad, y cuando estamos despiertos y alerta y experimentamos el mundo, o la simulación del mundo que construye el cerebro, puede haber una disociación en cierta medida, una discrepancia, pero es importante recordar que esta discrepancia no se construye en la retina, sino que es el cerebro el que básicamente construye la experiencia visual. Por ejemplo, si cierro los ojos y me estoy imaginando tu cara, la estoy viendo delante de mí, y este tipo de percepción en ausencia del estímulo físico todos somos capaces de implementarlo, y los sueños son otro ejemplo más.
Cuando estamos despiertos y alerta y experimentamos el mundo, o la simulación del mundo que construye el cerebro, puede haber una discrepancia, pero es importante recordar que esta discrepancia no se construye en la retina, sino que es el cerebro el que construye la experiencia visual
Las alucinaciones hipnagógicas quizá podrían describirse a medio camino entre memoria y sueño, cuando todavía estamos en este estado de transición, y existe un estímulo un poco ambiguo, porque cuando tenemos ese ruido visual y el estímulo es ambiguo porque hay poca luz en la habitación y tenemos los ojos medio cerrados de sueño, el estímulo visual está degradado, y con este proceso de construcción activa que siempre tenemos en el cerebro, puede dar lugar a una alucinación. Incluso a veces nos puede pasar en una situación en la que estemos completamente despiertos que vemos una cosa y, si nos fijamos mejor, vemos que lo que creíamos que era una botella de agua era otra cosa diferente, y en ese caso lo que tiende a ocurrir es que ha habido un estímulo ambiguo y nuestro cerebro, al rellenar el resto, se equivoca, y llega a una conclusión errónea. El cerebro ha hecho una composición de lugar que, en este caso, es incorrecta.
Ustedes están estudiando los movimientos sacádicos –movimientos oculares involuntarios–, ¿han descubierto algo nuevo sobre ellos?
La existencia de los movimientos sacádicos de los ojos se conoce desde hace mucho tiempo, pero lo que es nuevo con respecto a estos movimientos –aunque hay muchas novedades con respecto a ellos– es por ejemplo su utilización, y algo en lo que estamos trabajando en mi laboratorio con los movimientos tanto sacádicos, como microsacádicos –que son movimientos sacádicos microscópicos– es cómo podemos utilizarlos, por ejemplo, como marcador de apoyo diagnóstico temprano en diferentes enfermedades neurológicas, como puede ser la enfermedad de Parkinson o la enfermedad de Alzheimer.
También estamos utilizándolos como marcadores de fatiga en una serie de colectivos, por ejemplo en cirujanos, en residentes de cirugía, en los que estamos midiendo características de estos movimientos antes o después de hacer un turno de 24 horas, en relación a cómo realizan tareas quirúrgicas, y vemos que la dinámica de ciertas características de sus movimientos cambian, y así se puede saber si una persona está fatigada, o no, simplemente midiendo las características de los movimientos de sus ojos.