Escape inmunológico de las variantes del coronavirus

La variante delta del coronavirus le ha pasado el 'testigo' a la ómicron respecto a su capacidad infectiva y para evadir la respuesta inmune. Conoce en qué consiste el escape vacunal o inmunológico del SARS-CoV-2 y cómo evitarlo.
Escape inmunológico del SARS-CoV-2

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Actualizado: 28 de junio de 2022

Los virus ARN como el SARS-CoV-2 mutan mucho y su propagación a nivel mundial ha favorecido numerosas mutaciones que han dado lugar a variantes que la OMS decidió denominar con letras del alfabeto griego para evitar la estigmatización del país donde se detectara por primera vez cada una de ellas y para que resultara más sencillo recordar su nombre. La más extendida en la actualidad es junto a la variante ómicron, la variante delta, lo que se ha atribuido a que “es muy contagiosa y tiene una carga viral muy alta”, como afirma la Dra. África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo y autora de Inmuno Power, y a su capacidad para evadir a los anticuerpos neutralizantes que se generan tanto al pasar el COVID-19 como al recibir la vacuna contra el coronavirus.

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Y precisamente esta capacidad de la variante delta para eludir la respuesta inmune, que se conoce como escape inmunológico o vacunal, facilita la transmisión del virus y hace más difícil la erradicación del COVID. Una cualidad que también parece tener la variante ómicron, que salió de Sudáfrica, y la variante Mu originada en Colombia. Pero, ¿en qué consiste y cómo se produce el escape inmunológico o vacunal? La Dra. Carmen Cámara, inmunóloga del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, explica que nuestro sistema inmunológico libra una guerra constante con las infecciones, pero “los virus –y otros agentes infecciosos– tienen capacidad de aprender a escaparse y esconderse; esto significa que hacen cambios en su ADN para ocultarse del sistema inmunológico y escapar a las maniobras o mecanismos que utiliza este para luchar contra ellos”.

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Mutación del coronavirus

El principal problema es cómo afecta la capacidad para eludir la respuesta inmune de las nuevas variantes del SARS-CoV-2 a la eficacia de las vacunas. Hasta ahora, y según la Dra. Cámara, “estamos teniendo suerte porque se está escapando muy poco, ya que hay otros virus que aprenden a escaparse con más facilidad que el SARS-CoV-2. Estamos viendo que las nuevas variantes consiguen ser más infectivas, es decir, entrar más rápido en el cuerpo, pero no están aumentando la gravedad de la enfermedad. Eso es normal, porque al virus no le interesa matarnos, sino perpetuarse. La mejor combinación para un virus es ser lo más infectivo posible sin matar al huésped, y por eso el MERS y el SARS no se expandieron por el mundo, mientras que este virus ha aprendido a ser poco letal y a transmitirse durante la fase asintomática: dos días antes de manifestar síntomas de COVID-19 ya estamos transmitiendo el virus”.

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Nuestro sistema inmune 'va al cole'

El escape inmunológico a la acción de las vacunas está siendo muy limitado, asegura la Dra. Carmen Cámara, aunque sí ha aumentado la capacidad infectiva en las nuevas variantes; así, mientras en la variante original un individuo infectado infectaba a entre dos y tres personas, con la delta infecta a entre cinco y seis personas. Pero, en cambio, hasta ahora hemos observado que no aumenta la gravedad de la enfermedad.

“La protección contra el COVID grave antes de la aparición de la delta estaba en torno al 95% y ahora, incluso en ancianos, está por encima del 90-91%”

Para defendernos, el sistema inmunitario dispone de la parte humoral –que son los anticuerpos–, y la parte celular, que son las células T, y casi todo lo que se está publicando es sobre anticuerpos, destaca. “Por eso, aunque los estudios muestran que baja la afinidad sobre los anticuerpos de personas que pasaron la infección, eso se observa en estudios de laboratorio, y cuando se analiza si las personas realmente están menos protegidas, se comprueba que la protección contra la enfermedad grave antes de la aparición de la delta estaba en torno al 95% y las últimas publicaciones indican que ahora, incluso en ancianos, está por encima del 90-91%”.

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Investigación de la mutación del coronavirus

“Cuando una persona vacunada se enfrenta a la delta –explica la experta en inmunología–, no es que esté protegida porque tiene anticuerpos frente a una variante anterior, sino que su sistema inmune va al colegio y lleva a cabo un proceso que se conoce como hipermutación somática, que se da cuenta de que la nueva variante se parece mucho al virus original pero ha cambiado un poco, y se dice 'voy a cambiar yo un poco a ver si encajo mejor con él'. Y eso está ocurriendo in vivo y no se puede medir en los ensayos in vitro. Por ello, aunque se diga que baja entre tres y cuatro veces la afinidad de una variante concreta a los anticuerpos neutralizantes, luego vemos que in vivo es diferente, y eso sucede porque por una parte no se miran las células T, y tampoco somos capaces de evaluar la capacidad que tienen las células B –las productoras de anticuerpos– de hacerlo mejor de cara a las nuevas variantes”.

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Tercera dosis o nuevas vacunas para evitar el escape inmunológico

Uno de los principales riesgos de la pandemia por coronavirus es que se genere una variante capaz de escapar a todas las vacunas aprobadas hasta ahora. Si esto sucediera, ¿sería posible reformular las vacunas para que resultaran efectivas contra las variantes 'escapistas'? La Dra. Cámara afirma que es posible, ya que el método de fabricación de las vacunas actuales también permitiría elaborar otras vacunas efectivas frente a nuevas variantes.

Sin embargo, advierte que aunque hasta ahora el escape inmunológico del coronavirus no ha sido suficiente como para que las vacunas sean inefectivas, si continuamos sin extender la vacunación a nivel mundial podemos dar la oportunidad de que aparezca una variante peor, y por eso es imprescindible que la cobertura vacunal llegue a todos los países cuanto antes “o esto nunca acabará”.

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3ª dosis de la vacuna del covid

“A día de hoy la tercera dosis para la población general no tiene ningún sentido –asegura la inmunóloga–, y no hay ninguna publicación científica que demuestre que proporcione una mayor protección frente al COVID-19 grave. Tendría más sentido hacer una nueva vacunación a todo el mundo metiendo el ARN de las nuevas variantes”.

La tercera dosis para la población general no tiene ningún sentido, y no hay ninguna publicación científica que demuestre que proporcione una mayor protección frente al COVID-19 grave

El mercado de las actuales vacunas ARNm es el primer mundo, porque su distribución y conservación es muy complicada al precisar temperaturas muy bajas. Por eso, según la experta, “en vez de seguir produciendo millones de vacunas ARNm que ya no son necesarias, tendríamos que estar produciendo millones de vacunas de AstraZeneca, de Janssen y de Novavax, u otras como las indias, la china, la Sputnik rusa…, que además son 20 veces más baratas que las de ARNm, para poder completar la vacunación mundial”.

En cuanto a la tercera dosis destinada a población en situaciones especiales, como ocurre con los inmunodeprimidos, trasplantados, o pacientes con determinadas patologías, la Dra. Cámara explica que en estos grupos poblacionales pensamos que puede haber un porcentaje importante de personas (20-30%) que no han respondido a la vacuna y por ello “no se trata de poner un refuerzo, sino de vacunar de nuevo, porque con experiencias previas con otras vacunas sabemos que si en vez de darles dos dosis, les damos tres o cuatro, se rescata a muchos de los que no habían respondido con la pauta vacunal administrada hasta ese momento”.

Pero para evitar o reducir el escape inmunológico o vacunal la solución está en vacunar a toda la población, concluye la inmunóloga. “Conseguir que de verdad haya una vacunación efectiva en el resto de países que no sean Australia, Europa, América del Norte y Canadá, porque las últimas variantes han surgido en países donde la cobertura de vacunación es muy baja”.

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